lunes, 20 de mayo de 2013

Kidushin 64 - Sobre la credibilidad


מתני'. מי שאמר בשעת מיתתו יש לי בנים - נאמן, יש לי אחים - אינו נאמן. 

גמ'. אלמא, נאמן להתיר ואין נאמן לאסור 

¿Cuándo una persona es creíble y cuándo no lo es? Nuestros sabios de seguro que no eran objetivos a la hora de evaluar la credibilidad de una persona sino que eran sumamente subjetivos. Sostenían que los hombres eran creíbles cuando aquello que decía "ayudaba" a otra persona a liberarse de una situación compleja mientras que no creían en su palabra cuando aquello que decían complicaba a otras personas. En nuestro Daf Yomi tenemos un ejemplo sobresaliente de esta situación.

"Quien dice en su lecho de muerte: tengo hijos, se le cree. Quien dice: tengo hermanos, no se le cree". Así nos enseña la Mishná. Entandamos porqué ciertas cosas los sabios eligen creer y ciertas cosas eligen no creer. Para poder comprender esto debemos entender una ley bíblica y la posición de los sabios al respecto. Si un hombre casado moría sin tener hijos su viuda estaba obligada a casarse con algún hermano del difunto (esto se lo conoce como la ceremonia del Ibum, ley del levirato); el hermano podía rechazar esta obligación suya a través de la ceremonia de la Jalitzá donde liberaba a la mujer para que esta pudiera casarse con quien quisiera. Esta es una ley bíblica, sin embargo los rabinos intentaron -al máximo de sus posibilidades, sin transgredirla- evitar que esta ley se aplique. Limitaron su aplicación. 

Esta Mishná nos da un claro ejemplo de esto y de la voluntad de los sabios de impedir que el Ibum se lleve a cabo. Los sabios eligen creerle al hombre que dice que tiene hijos, ya que si tiene hijos su viuda no debe casarse con uno de sus hermanos ya que el hombre dejó descendencia en el mundo. Por el contrario si el hombre advierte que tiene hermanos -y no hay pruebas de que esto sea cierto- los sabios eligen no creerle para que la mujer pueda estar libre, luego de la muerte de su marido, para casarse con quien ella quisiese. 

Por este motivo la Guemará nos enseña que de aquí (almá en arameo, una palabra para ir aprendiendo) aprendemos que se le cree a un hombre siempre que sea para "permitir" y no se le cree para "prohibir". Es decir, como decíamos al principio, si lo que decimos "conviene" a un otro o lo ayuda nuestra palabra es creíble  si lo pone en una situación más compleja y dura deja de ser creíble. 

Como todos nosotros, los sabios también eligieron qué creer y qué no creer. 

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