viernes, 27 de diciembre de 2013

Baba Batra 29 - ¿Quién presenta las pruebas?

Comencemos con una historia que nos presenta el Talmud:

"Cierta vez un hombre le dijo a otro: ¿Qué estás haciendo en mí casa?. El hombre le contestó: por cierto tu me la haz vendido y la tuve en mi posesión (jazaká) durante tres años. A lo cual el hombre le contesta: yo estuve muy lejos de aquí [y por está razón no reclame por estos años que está casa es mía frente a la justicia]"

Así concluye este pequeño relato del Talmud. ¿Cómo se define este conflicto? ¿Quién debe demostrar que la casa realmente le pertenece? Por un lado tenemos a un hombre que dice ser el dueño de la casa que no reclamo su propiedad por largo tiempo porque estuvo en el exterior y no supo de esa situación. Por otro lado tenemos a un hombre que dice haber habitado aquella casa y haberla adquirido del otro hombre hacía ya tres años (y según el Talmud después de tres años no exigimos el titulo de propiedad porque es muy factible que se haya perdido). ¿De quién es entonces la casa? ¿Cómo se define está situación compleja? 

El Talmud por un lado busca resolver este conflicto con una regla general de la tradición rabínica: "Hamotzi mijabero alav hareaia". Es decir: "Quien reclama debe presentar las pruebas". Según la tradición rabínica es obligación de quien reclama presentar las pruebas y no de quien se defiende. Es decir: si yo digo que Shimon se robó algo de mi propiedad, Shimon no debe demostrar su inocencia sino que soy yo quien debe demostrar su culpabilidad. En este caso es lo mismo. El supuesto dueño legitimo del hogar que llega luego de un tiempo en el exterior y dice que esa casa es suya, debe él presentar las pruebas de que aquel hombre que ocupa la casa realmente no se la compró sino que la adquirió a través de una posesión forzosa y no acordada. El Majzik (quien estaba habitando la casa y sostiene que la habitó durante tres años consecutivos) no debe presentar las pruebas según este principio; sin embargo en la halajá medieval será este quien deba demostrar que a lo largo de esos tres años el otro hombre si pasó al menos un día en la ciudad (pudiendo ahí haber reclamado su casa). 

De aquí lo más importante que aprendemos es que es obligación de quien acusa presentar las pruebas. El que se defiende no debe probar su inocencia, es quien acusa quien debe demostrar la culpabilidad del acusado. 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Baba Batra 28 - Usucapión

La usucapión se define por la posibilidad de hacerse dueño de una cosa sin otro título más que el uso continuado de la misma durante cierto tiempo. En el derecho talmúdico usucapión se dice Jasaká (que proviene del término "fuerza"). Según el Talmud la Jasaká se adquiere luego de un periodo de tres años (para que se den una idea en la argentina la usucapión se da luego de un periodo de entre 10 o 20 años dependiendo de ciertas condiciones particulares). Según la tradición judía si una persona sin tener un titulo de propiedad vive o trabaja en cierto lugar durante un periodo de tres años se asume (es decir tenemos la jazaka, certeza) que esa propiedad le pertenece. Esto sucede con las casas, los esclavos o los pozos de agua, entre otras cosas.


¿Por qué 3 años? El motivo por el cual una persona adquiere la propiedad de un bien luego de tres años es deducida por los rabinos a partir del caso del Shor Muad (del toro dañador). Según la halajá un toro que golpeó en tres oportunidades se lo deja de considerar un Shor Tam (toro inocente) y el mismo pasa a estar bajo la categoría de Shor Muad; es decir luego de 3 golpes cambia su categoría. Según los sabios el equivalente en la propiedad se da que luego de tres años la misma puede ser adquirida sin ningún titulo de compra.

¿Por qué no se le pide un documento de compra? Seguramente los académicos puedan afirmar que las leyes en torno a la usucapión en el derecho judío son producto del derecho romano y una adaptación particular del mismo. Sin embargo los sabios judíos tratan de justificar de por qué no se le exige a una persona que demuestre el titulo de propiedad y simplemente "se le cree" que es suya luego de los tres años. La Guemará nos responde que se le cree y no se le exige el titulo de propiedad luego de tres años ya que la gente no suele ser cuidadosa con aquellos documentos por más de tres años. Es decir, seguramente muchos lo debían perder o tirar luego de un tiempo; y por eso no se les exige.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Baba Batra 25 - Los cuatro vientos

Nuestra Guemará continúa detallando aquellas cosas que debemos alejar de las ciudades. Ya sabemos que debemos alejar las palomeras, las eras y los árboles. En está oportunidad nos enseñan que debemos alejar los nebelot (animales muertos) y las Kvarot (sepulturas) 25 metros de los límites de la ciudad. Tanto los animales muertos como los seres humanos que mueren emiten un olor muy desagradable y por está razón sus "cuerpos" deben estar lo suficientemente alejados de la ciudad para no afectar con su intenso olor a los habitantes. 

Los sabios de la Mishná nos enseñan también que debemos alejar de la ciudad a los Bursekim, lugares donde se trabajan los cueros. Estás fabricas de la antigüedad emitían olores nauseabundos (hasta el día de hoy lo siguen haciendo igual) por tal motivo estás fabricas debían estar alejadas de la ciudad. Sin embargo los sabios van un paso más y nos dicen que deben estar alejadas y aparte sólo pueden ser instaladas al este (mizraj) de la ciudad. Ya que por lo general el viento sopla del oeste (maarav) y se lleva consigo aquellos olores nauseabundos.  

Los sabios tenían diversas supersticiones con respecto a los vientos. Según dijeron en nombre de Rab los cuatro rujot (vientos) soplan todos los días y es siempre el viento del norte el que los acompaña a todos. Si no fuera por el viento del norte, decían los sabios, el mundo no se sostendría ni siquiera un instante. Por el contrario el viento más fuerte y peligroso es el que proviene del sur, sostenían los sabios, y afirman que hay un ángel en el cielo que cada día le detiene su furor, si no fuera por aquel ángel el mundo se destruiría con la potencia de los vientos del sur. 

Algunos sabios intuyen que no se evita que se ponga el Burseki en el oeste porque los vientos soplan de aquel lado lo que traería todos los olores a la ciudad sino más bien porque allí reside, en el maarav, la presencia divina. Así lo sostenía Rabi Abahu, en el oeste se encuentra la Shejina (la presencia femenina de Dios). Sin embargo una enorme cantidad de sabios dirán que la Shejina se encuentra presente en todos lados por lo cual este no puede ser un motivo valido para impedir que el Burseki se asiente en el oeste. 

Como un juego de asosiación libre los sabios continuan hablando de diversas cosas que tienen relación con los puntos cardinales. Rab Itzjak sugiere que si uno quiere volverse un sabio debe mirar a la hora de la plegaria hacia el sur, si uno quiere volverse rico debe hacerlo mirando hacia el norte. Rabi Ioshua ben Levi lo corrige y le dice que siempre se debe rezar mirando hacia el sur ya que con la sabiduría viene la riqueza (y no a la inversa). Los sabios aprenden esto del Beit Hamikdash. Allí la mesa se encontraba en el norte, y la mesa con todos sus utensilios de oro era el símbolo de la riqueza, mientras que en la parte sur se encontraba la Menorá, el candelabro que con su luz simbolizaba la sabiduría y la claridad del sabio. Ahora bien los sabios medievales encuentran un gran problema con está afirmación de los sabios. Es sabido que debemos rezar mirando hacia Ierushalaim. Si esto es así ¿cómo miramos al norte o al sur? Los rabinos, que todo lo pueden, dicen que uno debe siempre posicionar su cuerpo mirando hacia Ierushalaim pero uno puede voltear su cabeza o bien hacia el norte o bien hacia el sur. 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Baba Batra 24 - Alejenlo de la ciudad!

Ya vimos en el último post como los sabios nos enseñan a que debemos alejar las palomeras a más de 25 metros de los límites de la ciudad. Así también nos enseñan los sabios en la Guemará del día de hoy. Los rabinos insisten en que se debe alejar de la ciudad cualquier cuestión que genere ruidos molestos, malos olores o que cause algún daño. En este caso los sabios nos dicen que debemos alejar los arboles de los límites de las ciudades. Estos deben ser apartados, según Ulá, porque estos perjudican la belleza de la ciudad. Los arboles frondosos pueden tapar las murallas de la ciudad y así ocasionar un daño "visual" de la ciudad. Por este motivo los mismos deben ser plantados a más de 25 metros. Ahora bien, la Mishná comprende que si los árboles estaban primeros (antes que se construya la ciudad) los mismos deben ser talados y al dueño se le debe pagar una compensación. En caso contrario, si la ciudad estaba antes y luego se plantó un árbol cerca de sus límites, los mismos deben ser talados y el dueño no debe recibir ninguna compensación. En otra Mishná también nos enseñan que una era (un espacio donde se siembra y se cosecha) debe también mantenerse alejada unos 25 metros de los límites de la ciudad. Las mismas también deben permanecer alejadas de las plantaciones y terrenos arados de los habitantes para no ocasionar daños.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Baba Batra 23 - Las palomas y las palomeras

La lógica de nuestra Guemará se sigue repitiendo en cada folio. Hemos visto ya que está prohibido que un hombre genere olores o ruidos indeseables que molesten a su vecino o le generen algún daño. Hemos establecido ya que ciertos negocios están prohibidos dentro de un vecindario porque generan ruidos en exceso y un movimiento de personas "desconocidas" al interior de una propiedad semi-privada. Ahora bien el Talmud nos enseña, por ejemplo, que debemos alejar las palomeras de la ciudad. Está prohibido que un ciudadano tenga una palomera en su hogar a menos que su propiedad sea lo suficientemente grande. Las palomeras, que generan ruidos molestos y muchas veces malos olores, deben estar lo suficientemente alejadas de las ciudades para no generar disturbios. 

Luego de establecer a que distancia deben estar las palomeras de la ciudad la Mishná discute un caso muy particular. Si fuera de los límites de la ciudad cae un palomo al suelo y está dentro de los 50 Ama (unos 25 metros) de una palomera reconocida la misma se presupone que pertenece al dueño de aquella palomera. Si una paloma es encontrada a mayor distancia que 50 Ama de una palomera la misma le pertenece a quien la encuentra. Ahora bien, y este es el caso a analizar por la Guemará luego, si una paloma se encuentra a igual distancia de dos palomeras ¿A quién pertenece? La respuesta de la Mishná es: se la divide (se la vende y se reparten las ganancias ya que no se puede dividir a una paloma y seguir teniendo usufructo de ella). 

Rabi Janina, en el Talmud, nos enseñará un Klal (un principio general) a partir de este caso particular. En términos de distancia, si hay una duda sobre a quien pertenece, se podrían seguir dos alternativas: Rob (mayoría) o Karob (cercanía). Si bien ambos principios se encuentran esbozados en la Torá cuando ambos entran en conflicto se decide guiarse por la mayoría (Leizil Batar Ruba). Es decir, si un palomo cae en el medio de dos paolmeras no se mide exactamente cual está más cerca de aquella paloma sino que se presupone que la misma pertenece a aquella palomera que tenía más cantidad de palomas. 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Baba Batra 22 - La competencia

¿Está permitida la competencia? ¿Cuál es la perspectiva del mercado del Talmud? Hasta nuestros días se sigue escuchando el eco de aquella pregunta milenaria ¿La competencia ayuda -y alienta a la economía- o perjudica? 

Competencia geográfica. En los tiempos del Talmud la gente solía vivir en lugares que eran una suerte de vecindad. Diversas casas estaban unidas por un gran pasaje llamado Maboi. Si allí, se pregunta el Talmud, uno de los vecinos tenía un molino (que lo utilizaba para trabajar y moler el trigo) ¿puede otro vecino poner al lado otro molino? El Talmud al respecto es enfático: no! El primero puede impedir que su vecino ponga allí al lado un molino con el argumento que le está quitando la vida (así literalmente dice la Guemará); le está quitando su fuente de ingresos. Es decir, en estos casos, el Talmud se opondría a una competencia del mercado. En nuestros días, si seguimos está lógica, si alguien posee una verdulería podría impedir que un vecino ponga otra verdulería a pocos metros de aquel establecimiento.

Competencia de incentivos. Rabi Iehuda discute con los sabios en relación a los incentivos. ¿Puede un vendedor dar descuentos, caramelos o cualquier incentivo para que los compradores de la zona se habitúen a ir allí? Imaginemos que hay dos almacenes a una cierta distancia el uno del otro. ¿Puede el dueño de un almacén promocionar constantemente sus productos para que todo el barrio se habitúe a ir allí? Rabi Iehuda dice que no, que no puede hacerlo en cambio los sabios dicen que sí. La competencia geográfica desleal está prohibida mas los incentivos y el ingenio de los empresario esta permitida. 

Competencias que aumentan la calidad. Si bien a grandes rasgos los sabios prohibieron que se abran dos tiendas que venden la misma mercadería una al lado de la otra en ciertas áreas se permitió la libre competencia. Una de estás áreas es la educación. Fue Ezra, según el imaginario talmúdico, quien estableció que se puede asentar un Sofer (maestro) al lado del otro. El Rambam así lo codifica en su Mishné Torá; se puede abrir una institución educativa al lado de la otra. ¿A qué se debe? A uno de los principios rectores de los rabinos: Kinat Sofrim Tarbe Jojmá (los celos de los maestros aumentan la sabiduría). Es decir, si un maestro sabe que al lado suyo están poniendo otra institución educativa, sabe que debe mejorar su nivel de enseñanza para no perder alumnos. En este caso los sabios ven que la competencia no atenta contra el trabajo de las personas sino que aumenta la calidad de los servicios. 

Otro de los casos en los cuales se permite la libre competencia es en el de las joyas. Los rabinos prohíben, por lo general, que los vendedores de otras ciudades vendan sus productos en la ciudad ya que le están quitando el trabajo a las tiendas de la propia ciudad. Hoy en día este principio podría regir para impedir que los vendedores ambulantes o callejeros que no pagan impuestos sigan atentando (con sus precios bajos) a los mercados y tiendas establecidas legalmente en la ciudad. Si bien esta es la regla general Ezrá también permitió que los vendedores de joyas puedan recorrer las ciudades sin impedimentos para que las mujeres de Israel siempre puedan encontrar estos productos. Algunos productos nunca pueden faltar!

jueves, 5 de diciembre de 2013

Baba Batra 21 - La educación judía

Este post es para Liylui Nishmat de Nelson Mandela, uno de aquellos 36 justos que sostienen al mundo. Quien dijo cierta vez: "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo."

En el último post veíamos como los sabios prohibían ciertos trabajos que generaban ruidos molestos para los vecinos mientras que permitían otros. Uno de los oficios que permitían era el que denominaban “tinokot”, literalmente: niños. En la antigüedad no existían grandes escuelas ni institutos sino que los diversos sabios y maestros (melamdei tinokot o jazanim, en la jerga talmúdica) daban clases a un grupo de chicos en sus propias casas. Con el pasó de las generaciones a estás escuelas “particulares” y pequeñas se las denominó jeder (que literalmente significa cuarto).

El imaginario talmúdico sitúa el origen de la enseñanza regulada en Rabi Ioshua ben Gamla. Rab Iehuda alaba a este maestro diciendo que si no fuera por él la Torá hubiera sido olvidada por el pueblo judío. Rabi Ioshua ben Gamla, como Sarmiento a la argentina, es el padre del aula de la tradición rabínica. En un comienzo, nos relata midrashicamente el Talmud, quien tenía padres era educado en la Torá ya que era deber del padre enseñarle a su hijo Torá; sin embargo quien carecía de un padre no tenía donde estudiar Torá. En Debarim (11:19) se nos dicen “y le enseñaran a sus hijos”, las primeras generaciones comprendieron que era únicamente obligación del padre enseñar Torá. Sin embargo Rabi Ioshua ben Gamla interpreta que no hay que leer en aquel versículo otam (ustedes, los padres) sino atem (ustedes); queriendo decir que es menester de toda la comunidad ocuparse de la educación de los jóvenes y no sólo de los padres. 

El origen de la educación judía, según el imaginario talmúdico, se sitúa en Ierushalaim. Porque de allí el profeta Ieshaiahu (2:3) indica que saldrá la Torá. Sin embargo los sabios se dieron cuenta que si sólo mantenían una gran institución en Ierushalaim quienes no tenían padres tampoco tendrían quien los llevase allí a estudiar. Por dicha razón establecen que es necesario que en cada ciudad y que en cada pueblo haya una escuela. No puede haber asentamiento judío sin una escuela. 

¿A qué edad comenzaba la educación? La violencia de los alumnos no comenzó ayer. No todo pasado fue mejor. En un comienzo, se nos cuenta, que los estudiantes entraban al Beit Sefer (escuela) a la edad de 16 años. Sin embargo cuando los profesores se enojaban con ellos los alumnos los golpeaban y luego eran expulsados de la institución. Rabi Ioshua ben Gamla se dio cuenta que la educación no podía comenzar tan avanzado el proceso de maduración de un niño por lo cual estableció que todos los niños debían ingresar al Jeder a los 6 o 7 años. 

¿Cuántos alumnos por Jeder? Rabah nos enseña que máximo deberían haber 25 alumnos por aula, no más. Sin embargo, si llega a haber más debían poner un asistente para el moré (maestro). 

Antes de concluir quiero compartir con ustedes una muy interesante pregunta que nos introduce Rabah ¿Cuál debe ser el perfil del docente? ¿Se debe preferir al profesor que enseña mucho pero que no va a los detalles o bien quien enseña poco pero de forma muy detallada? Es decir ¿se prefiere la precisión o la extensión? La maskaná (decisión) talmúdica es que debemos optar por quien es medaiek (preciso) por sobre el que enseña de forma extensa pero sin profundizar.

martes, 3 de diciembre de 2013

Baba Batra 20 - Buenos vecinos

Los rabinos tenían un interés particular por intentar mantener en "buenos términos" a los vecinos. Cada uno se debe hacer responsable del otro. Una nueva Mishná nos enseña que un hombre no debe poner en su casa un horno si no cuenta con por lo menos dos metros de distancia hasta el techo. Los hornos pueden alcanzar altas temperaturas, emitir vapor, y así deteriorar el techo del vecino. Uno debe cuidar de no dañar la casa del vecino. En el caso que el vecino de "arriba" sea el que quiera poner un horno este debe asegurarse de que el piso sea lo suficientemente grueso para no dañar con el peso y el calor el techo del vecino.

Uno es responsable por su vecino, así nos enseña el Talmud. Sin embargo Rabi Shimon nos enseña que todas estás leyes fueron enseñadas para resguardarnos ya que si luego de un tiempo, si uno cumple estás normas, y aún así se le genera un daño a nuestro vecino uno está exento de pagar por los daños. Si uno cumple con todas las regulaciones establecidas y aún así por algún motivo le generamos un daño involuntario a nuestros vecinos estamos exceptuados de pagar porque tomamos todos los resguardos posibles.

Siguiendo la misma linea del respeto por el vecino los sabios nos enseñan que uno no debería abrir una panadería o una tintorería debajo del depósito del vecino. Estos oficios pueden provocar fuertes olores y humo lo que puede dañar las posesiones que mi vecino guarda en el depósito. Sin embargo, comenta luego la Guemará, si uno primero tenía el negocio y luego un vecino decide utilizar aquel espacio lindero para hacerse un depósito no me puede obligar a correr mi lugar de trabajo. Quien se adelantó en el tiempo tiene prioridad sobre los demás. En consonancia con está última enseñanza los sabios nos dicen que si uno vive en una vecindad y uno de los vecinos decide abrir un negocio (Janut) uno le puede decir:"yo no puedo dormir con el sonido que generan todos los que entran y los que salen de tu tienda", y de esta forma obligarlo a reubicar el negocio. Si un comercio genera ruidos/olores molestos uno de los vecinos puede obligarlo a cambiar la localización del negocio. 

Un detalle. Hasta aquí venimos sin demasiados sobresaltos sin embargo la Mishná al final termina enseñándonos algo que pone en jaque todo lo estudiado hasta aquí. Dicen que uno no puede poner un "kiosko o un mercado", es decir un negocio que no genera ningún valor agregado al producto, sin embargo si uno desarrolla o prepara diversos artículos al interior de su casa los demás vecinos no pueden intimarlo y prohibirle que siga con su trabajo bajo el pretexto de que el ruido de los martillos o de los molinos los perturban. Dentro del hogar uno puede, aunque debe evitar no generar perjuicios, realizar cualquier tarea. Siempre y cuando: genere un valor agregado. Es decir: que produzca algo nuevo. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Baba Batra 18 - Mazik y Nizak

En el último post establecíamos que ciertos productos o sustancias debían situarse a una distancia mayor de 30 centímetros de la pared que divide las propiedades con el vecino. Ahora veamos algunos motivos de está ley. Ya habíamos dicho que por ejemplo el estiércol que emite feo aroma debe alejarse de la pared que divide ambas propiedades para evitar que el olor "invada" la propiedad vecina. El Talmud nos dice también que un horno o que un molino también deben construirse a cierta distancia de la pared del vecino. ¿Por qué? El molino porque su movimiento constante puede generarle un daño a la pared del vecino, mientras que el horno por cuanto su calor y vapor pueden también deteriorar la propiedad vecina. 

¿Quién debe moverse? Los rabinos consideran que el Mazik [quien genera el daño] es quien tiene la obligación de moverse de lugar, mientras que Rabi Iosei considera que es el Nizak [el dañado] quien debe moverse. Este intenso debate talmúdico encierra grandes preguntas que hasta nuestros días cada sociedad se debate. ¿Hay que alejar al "dañador" o al dañado? La opinión mayoritaria sostiene que si hay un elemento que vaya a dañar a otro es quien produce el daño quien debe relocalizarse. Si hay un pozo y yo voy a plantar un árbol cuyas raíces pueden dañar el pozo debo entonces alejar el árbol lo suficiente para asegurarme que no voy a dañar el pozo de mi vecino. Es el Mazik, quien daña, quien está obligado a impedir que esto ocurra. Rabi Iosi, sin embargo, considera que es el Nizak, quien sufre los daños, en este caso el pozo, quien debe relocalizarse. Esto ocurre, explicará después el Talmud, cuando el árbol, por ejemplo, había sido plantado antes que se construyera el pozo. Si el Mazik tiene precedencia temporal por sobre el Nizak es el segundo quien debe moverse. 


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Baba Batra 17 - Pozos y distancia

Comenzamos un segundo capítulo. Esta segunda parte ya da por sentada un principio que se había alcanzado en el primer capítulo. Dos vecinos deben construir un Kotel [pared] de separación entre ambas propiedades. El objetivo del Kotel es cuidar la intimidad y el espacio de cada quien. Ahora bien, cuando hay un Kotel, ¿todo está permitido? Los sabios dicen que no. 

Si uno de los vecinos tiene estiércol en su propiedad, borras de aceitunas, cemento, pis o cualquier otra cosa que genere feo olor éste debe alejarlo por lo menos tres tefajim [cada tefaj son unos 10 centímetros] de la pared del vecino. Más allá del Kotel establecido para separar las propiedades hay ciertas cosas que uno debe alejarlas por lo menos unos cuantos centímetros del límite de la propiedad. Todos estos productos si uno los deja muy cerca de la pared del vecino pueden emitir mucho olor y generar un perjuicio a los propietarios de la casa lindera. Para cuidar de ellos es obligación alejarlos y "acercarlos" a tu propiedad. En otros pasajes del Talmud se considerará que estos productos deben alejarse no por su aroma sino porque emiten calor y este calor puede dañar la pared. 

Los maestros consideran que lo mismo aplica a los pozos (borot) si uno va a cavar un pozo para extraer de allí agua es necesario alejarlo por lo menos unos tres tefajim [es decir, 30 centímetros] del pozo construido por otro vecino. Ya que la construcción de un nuevo pozo puede generarle un daño al pozo de la otra persona; y según entienden los sabios quien estuvo primero tiene prioridad. 

Somos libres pero nuestra libertad no debe dañar al otro, ese es el principio madre que regirá en gran medida todo nuestro estudio del tratado de Baba Batra. Es más, estamos obligados a ser precavidos y cuidar al otro ya que el otro tiene la misma obligación. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Baba Batra 16 - Iob

"Iob [Job] no existió, ni tampoco fue creado, es tan sólo una metáfora", así veíamos que los rabinos defínian a Iob. Luego de intentar situar la historia de Iob en diversos contextos, en la época de Moshé, en la de Iaakov, en la de Ajashverosh y en tantas otras más los rabinos dicen que Iob es sólo una metáfora, que históricamente nunca existió. Aún así se esmeran profundamente en estudiar de forma minuciosa su libro y sus maravillosos mensajes y enseñanzas. 

¿Con quién se casó? Un rabino sugiere que si Iob verdaderamente existió este se caso con Dina, la hija de Yaakov. Es interesante como dos personajes que han sufrido (Iob perdió todo y Dina fue violada) son unidos como pareja por la mente de un sabio. Quizás cada uno entendiendo lo que es el dolor pudo comprender el dolor del otro. 

¿Era judío? Los rabinos no están muy seguros si Iob era judío o no. Algunos sugieren que era uno de los 7 profetas no judíos que según el Tanaj han profetizado a lo largo de la historia. Otros sugieren que Iob era judío simplemente que el grueso de su profecía estaba orientado a los no judíos. Al cabo ¿importa? 

Iob y Abraham. Los rabinos del Talmud recrean las conversaciones entre Dios y Satan (el diablo) que se encuentran en el primer capitulo del libro de Iob. Los sabios incluso llegan a decir que Iob era más elevado que Abraham y que por eso el Satan decide tentarlo para que peque. La Torá nos dice que Abraham era un temeroso de Dios, sin embargo a Iob se lo describe como alguien que aparte de ser temeroso de Dios es integro, correcto y se aparta del mal. El Talmud nos sugiere que el Satan no obró con maldad sino que quiso que Iob peque porque Dios se estaba olvidando de Abraham, su predilecto, ya que estaba siendo cegado por la fidelidad de Iob. Para defender la memoria de Abraham el Satan hizo lo que hizo. 

Iob no pecó. Así nos dice el Tanaj que aunque Dios le quitó todo Iob no pecó. Raba sugiere que con sus labios no pecó mas en su corazón si pecó. Que no pronuncio "herejías" pero que en su corazón tuvo algún pensamiento "no tan correcto". Raba sugiere que Iob pidió en su corazón que se anule el juicio en el mundo ya que sostuvo que si Dios creó a los justos y a los malvados desde un comienzo, Él no puede juzgar a sus criaturas ya que estas no deciden libremente sino que es Dios quien lo determina. Y según Raba el pensamiento determinista constituye una herejía ya que si bien Dios creó el Ietzer Hará (instinto del mal) también le creó una cura que para los sabios era la Torá. Si bien tenemos la posibilidad de hacer el mal podemos elegir libremente no hacerlo y guiarnos por el buen camino. Si esto es así podemos libremente ser juzgados por nuestras acciones. 

El diablo, el ángel de la muerte y el instinto del mal. Los ignorantes dicen que en el judaísmo no existen ángeles o diablos, nada más alejado de la realidad. Existe una basta literatura de estos personajes mitológicos en la cultura judía. Reish Lakish sugiere que el diablo (Satán), el ángel de la muerte (Malaj Hamavet) y el Ietzer Hará (instinto del mal) son la misma esencia. No son entidades diferentes sino como explica el Maharal son todas entidades diferentes del mal en el mundo. Son tres caras de la misma moneda que se llama mal y que se expresa de diversas formas. 

Hadran Alaj Hashutafin, de está manera concluimos el estudio del primer capítulo del tratado de Baba Batra!

viernes, 22 de noviembre de 2013

Baba Batra 15 - Moshé y Iob

Moshe y la Torá:

¿Quién escribió la Torá? El sólo hecho de preguntar algo semejante sería considerado como una herejía en la actualidad dentro de muchos sectores reaccionarios del judaísmo. Ya hemos visto en el último post como los sabios sostienen que los diversos libros del Tanaj fueron escritos por diversas personas en un periodo de más de 700 años. En está oportunidad los sabios incluso se preguntan quién escribió la Torá, y no tienen ningún tapujo en preguntarlo. Según dicen la Torá la escribió Moshé. Sin ser grandes académicos modernos los sabios, sin embargo, insisten en que si esto es así nos encontramos con un problema. Los últimos 8 versículos de la Torá relatan hechos que suceden luego de la muerte de Moshé ya que se está escrito (Debarim 34:5): "Y murió allí Moisés siervo de Adonai, en la tierra de Moab". Si Moshé murió no pudo haber escrito los versículos que le siguen y que concluyen con el relato de la Torá. Cierto maestro sugiere entonces que debemos decir que toda la Torá la escribió Moshé mas los últimos 8 versículos los escribió su sucesor Ioshua bin Nun. Rabi Shimon sostiene que ninguna otra persona excepto Moshé podría haber escrito la Torá por lo cual debemos decir que las últimos ocho versículos eran dictados por Dios y Moshé los fue escribiendo con sus propias lagrimas. Con dolor y lagrimas Moshé escribe, antes de morir, su propio destino. 

Este es un pequeño ejemplo de la libertad de pensamiento de los sabios talmúdicos. No existían las preguntas prohibidas. Cualquier pregunta era válida si tenía una correcta intención. Algunos sabios eran más racionales y sostenían que era posible que no toda la Torá la haya escrito Moshé. Otros, sin embargo, preferían justificar que toda la Torá fue revelada a Moshé regalándonos una hermosa imagen de un hombre escribiendo su propia muerte con sus lagrimas saladas. Si hace 1700 años los rabinos pudieron hacerse estás preguntas sin miedos ¿Por qué nosotros con las herramientas académicas modernas (análisis lingüístico, arqueología, literatura comparada, historia, etc.) no podemos volver a preguntarnos quién escribió la Torá, o por lo menos ciertas partes? La santidad de la Torá no radica en quien fue su autor sino en la fuerza de su mensaje. 

Iob y las metáforas: 

¿Y si todo era una metáfora? El Rambam nos enseñaba que si hay un pasaje de las escrituras que se contradice con nuestra razón y con la lógica debemos intentar comprenderlo como si este fuera una metáfora. ¿Y si toda la Torá es una metáfora? ¿Por qué no podemos comprender que "históricamente" las aguas no se abrieron sino que aquel episodio es relatado en forma de metáfora? ¿Y qué pasa si lo mismo ocurre con la creación o con cualquier otro episodio "sobrenatural" del Tanaj? Dios nos entregó el maravilloso regalo de una mente poderosa y profunda, si nos privamos de pensar libremente estamos rechazando este regalo divino. 

Los rabinos del Talmud consideraban, por ejemplo, que toda la historia de Iob podía bien haber sido una metáfora, una hermosa y poderosa metáfora. Al igual que la metáfora y la alegoría del Kibshat Harash (ver Shmuel II 12:3) Iob bien podría nunca haber existido. Así sentencian los sabios: Iob no existió ni existirá, es sólo una metáfora (Mashal). Una vez más con audacia los sabios comprendieron que semejante historia de dolor no podía haber sido "histórica"; debía ser una metáfora para enseñarnos algo a todos nosotros. Una metáfora con una profunda moraleja que se resume en un hermoso y conmovedor pasaje de su libro (1:21): "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Adonai dio, y Adonai quitó; sea el nombre de Adonai bendito."

jueves, 21 de noviembre de 2013

Baba Batra 14 - El orden del Tanaj

Para los tiempos del Talmud (Siglo V d.e.c) la Torá había sido canonizada hacía más de mil años. No había dudas sobre cuales eran aquellos libros que comprendían la Torá, los cinco libros de Moshé. Nadie discutía su orden o su santidad, era reconocido de forma unánime por todas las corrientes judías de la época como las palabras del Dios viviente. No ocurre lo mismo con los demás libros del Tanaj (Biblia). Excepto por la Torá todos los demás libros del Tanaj serán cuestionados y puestos en duda. Se preguntarán cual es el orden de aquellos y quien los escribió. Cual es su importancia y si merecen entrar dentro del canon bíblico. 

Los profetas: ¿Cuál es el orden de los libros de los profetas? Si hoy agarramos un Tanaj veremos que el orden que allí se establece es muy diferente al orden que establecen como correcto según los sabios del Talmud. No conozco el motivo de está discrepancia. Los libros son los mismos más el orden es diferente. Según el Talmud el orden debería ser el siguiente: Ioshua, Shoftim, Shmuel y Melajim, luego Irmiahu, Iejezkel, Ishaiahu y al final los doce profetas menores. Los primeros tres libros siguen un orden cronologico. Luego de la muerte de Moshé vino su sucesor Ioshua y luego de este el tiempo de los Shoftim (jueces) hasta que apareció el profeta Shmuel e instauró (muy a su pesar) la monarquía. Los otros libros no siguen un orden estrictamente cronológico ya que por ejemplo Isaías profetizo antes que Jeremías. El orden dispuesto por los sabios es temático: como el libro de los Reyes termina con la destrucción del Templo inmediatamente le anexan el libro de Irmiahu que nos cuenta los horrores de la destrucción, luego le sigue el libro de Iejezkel que comienza narrando los horrores de la destrucción pero que termina su libro con palabras de consuelo; finalmente llegará Ieshaiahu donde todo su libro (o casi todo) serán palabras de consuelo. De lo malo a lo bueno, de la oscuridad a la luz, de la destrucción a la reconstrucción. Así debemos narrar nuestras historias, comenzando con lo malo (Puranut) y concluyendo con lo bueno (Nejama). De está misma forma está compuesta la Hagadá de Pesaj. 

Los escritos: ¿Cuál es el orden de la última sección del Tanaj, los escritos? Rut, Salmos, Iob, Proverbios, Kohelet, Shir Hashirim, Eijá (llamado Kinot por el Talmud), Daniel, Ester, Ezra y Crónicas.  Algunos datos para resaltar: este orden también es diferente al orden en que se encuentran estos libros en nuestras Biblias hoy en día. Por otro lado al parecer el libro de Ezra incluía en aquel entonces al libro de Nejemia que hoy es una unidad independiente dentro del texto bíblico. 

¿Quién los escribió? Luego de ordenar los diversos libros del Tanaj los sabios del Talmud se preguntan sobre quien escribió cada uno de estos libros. Dios está ausente de sus cálculos. Hombres, profetas y sabios escribieron cada uno de los libros del Tanaj (quizás inspirados por Dios pero está suposición no se encuentra expresada en estos pasajes). Moshé escribió la Torá, Ioshua escribió su libro, Shmuel escribió su libro homónimo como también el libro de los Jueces y el de Rut. David escribió junto a 10 "asesores" el libro de los Salmos (según el Talmud incluso Adam, el primer hombre, escribió uno de aquellos salmos). El profeta Jeremias escribió su propio libro, el libro de los Reyes y las lamentaciones de Eija. El rey Jizkia escribió según el Talmud los libros del profeta Isaías, los proverbios, el cantar de los cantares y Kohelet (atribuidos normalmente en la sabiduría judía popular, estos últimos tres, al rey Shlomó). Los hombres de la gran asamblea, allá por el siglo IV a.e.c, escribieron los últimos libros del Tanaj: la historia de Ester, el libro del profeta Ezequiel y de los 12 profetas menores, como así también el libro de Dabiel. Por último Ezra escribió su libro homónimo y el libro de Crónicas hasta los hechos de su generación. 

Extra: La Torá nos relata que luego de ver al pueblo de Israel idolatrando al becerro de oro Moshé rompió las tablas. Dios, podriamos haber pensado, podría haber castigado a Moshé por semejante acto (Moshé había quebrado la palabra de Dios!). Dios podría haberse enojado. Sin embargo Reish Lakish sostiene que Dios en aquel momento mientras las tablas se quebraban en el suelo le dijo a Moshé: Iesher Kojeja Sheshibarta [muy bien haz hecho en romperlas]. Dios no se enoja y no castiga a nuestro profeta sino que lo felicita. Por qué lo hace: ustedes dirán!

martes, 19 de noviembre de 2013

Baba Batra 13 - ¿Me vendes o me compras?

La convivencia, como ya venimos observando, trae sus beneficios y a la par complicaciones. En esta oportunidad el Talmud tratará el dilema de que hacer cuando dos socios son dueños de un mismo objeto. ¿Puede uno obligar al otro a dividir aquel objeto? ¿Qué se debe hacer cuando uno no lo quiere más? Los hombres no sólo comparten medianeras sino un sinnúmero de objetos o incluso empresas. ¿Cómo se deben dividir estos bienes? 

El Talmud nos enseña que si dos socios (shutafim) comparten un campo es sencilla hacer la división. Si ambos quieren romper la sociedad mitad del campo le pertenece a uno de los socios y la otra mitad a su compañero. Esto siempre ocurre en los casos que el objeto a dividir tenga un Din Jaluká, una ley de división; es decir un objeto que luego de ser dividido siga teniendo utilidad y conserve su nombre. Si dos personas comparten un campo lo suficientemente grande para dividirlo y aún así cada uno poder seguir cosechando se lo divide 50% para cada socio y se cerro el asunto. Sin embargo si lo que se comparte es un auto el mismo no puede dividirse a la mitad como si fuera un campo. Los sabios dan dos opciones para solucionar este aparente conflicto. Si ambos quieren desprenderse del auto, o cualquier otro objeto que dividiéndolo pierda su esencia, lo que se debe hacer es venderlo y se deben dividir las ganancias de aquella venta entre los ahora ex-socios. 

¿Qué ocurre si uno quiere vender y otro no? Este conflicto es absolutamente actual. Una de las dos partes quiere desprenderse de aquella "inversión" y la otra no. ¿Cómo se soluciona este conflicto? Con la ley que los sabios denominan: "God o Agod", está frase muy corta en arameo viene a significar: "Vos le pones un precio o yo le pondré un precio". Es decir: "o me vendes tu parte o me compras mi parte". Se lo obliga a una de las dos partes afectadas a comprar las "acciones/parte" de su compañero o bien se lo obliga a vender su parte. Para superar una eventual parálisis que podría traer consecuencias muy negativas a ambos socios los sabios deciden que ante una situación así uno de los dos siempre debe ceder, y la otra parte siempre debe compensar al otro económicamente. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Baba Batra 12 - La profecía: tontos, niños y sabios

א"ר יוחנן: מיום שחרב בית המקדש, ניטלה נבואה מן הנביאים וניתנה לשוטים ולתינוקותאמר רבי אבדימי דמן חיפה: מיום שחרב בית המקדש, ניטלה נבואה מן הנביאים וניתנה לחכמים.
Dijo Rabi Iojanan: desde el día que se destruyó el Beit Hamikdash, se les quitó la profecía a los profetas y le fue entregada a los tontos y a los niños. Dijo Rabi Abdimi: desde el día que se destruyó el Beit Hamikdash, se les quitó la profecía a los profetas y le fue entregada a los sabios.

El día en el cual se destruyó el Beit Hamikdash, aquel fatídico 9 de Av del año 70 d.e.c, algo cambió. Fue un momento de quiebre en la historia según los rabinos que fueron testigos y herederos de aquella tragedia. La destrucción del centro político, religioso y cultural del pueblo judío marcó un antes y un después en la historia. Nada volvería a ser lo mismo. Lo que la Shoá fue a la judería del siglo XX, la destrucción del Templo de Jerusalém fue a la judería del siglo I.

La profecía [Nebuá], aquellos hombres y mujeres, 55 según el Talmud, que le transmitían al pueblo la palabra de Dios se terminó. Dios ya no se comunicaría con Su pueblo a través de los profetas. Sin embargo aquella capacidad profética, según los rabinos (sucesores políticos de los profetas, en cierto sentido), no desapareció de este mundo. La misma les fue transmitida a los tontos, a los niños y a los sabios. Aquella capacidad de captar la voluntad de Dios y de expresarla con vehemencia reposaría ahora en un nuevo tipo de personas.

Los niños y los tontos, según Rabi Iojanan, recibieron la capacidad profética. Ellos son depositarios de una inocencia, una ingenuidad y una honestidad poco frecuentes en el mundo. Los tontos y los niños dicen, tal como los profetas de antaño, lo que piensan, sin importar quien lo escuche. Son sinceros, no conocen de filtros culturales ni de represiones sociales. Son la voz sincera que habla sin miramientos. No temen ni miden las consecuencias de sus palabras, cuando sienten la necesidad de hablar o de gritar así lo hacen.

Los sabios, en cambio según Rabi Abdimi, son los que recibieron la continuidad profética. Los sabios, por el contrario, son aquellos que sopesan con cuidado las palabras, aquellos que sólo expresan las palabras justas y necesarias luego de una intensa reflexión. Según Pirkei Avot los sabios deben ser muy cuidadosos en el uso de la palabra. La nebuá entonces pende entre la honestidad brutal y el discurso sopesado; entre la vehemencia de la niñez y el apaciguamiento de la sabiduría.


La profecía se encuentra entonces en cada momento que escuchemos con atención a los tontos, a los niños y a los sabios. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Baba Batra 11 - Munbaz y la Tzedaká

  
Sucedió cierta vez que el rey Munbaz repartió [a los necesitados] todas sus riquezas y las riquezas de sus padres en los años de sequía. Se congregaron sus hermanos y le dijeron a él: tu padre atesoró [toda está riqueza] y tú la estás desperdiciando! Munbaz les contestó: mi padre lo atesoró para abajo [el mundo material] y yo la atesoró para arriba [el mundo celestial]. Mi padre lo atesoró en un lugar donde la mano tiene control [el dinero puede ser robado] y yo lo atesoró en un lugar donde la mano no tiene control. Mi padre atesoró algo que no da frutos mientras que yo he atesorado algo que da sus frutos. Mi padre atesoró dinero y yo he atesorado almas. Mi padre atesoró para otros [a la familia que recibiría la herencia] mientras que yo he atesorado para mí. Mi padre atesoró para este mundo y yo he atesorado para el mundo venidero [Holam Habá].

El Talmud nos regala este maravilloso Midrash sobre el rey Munbaz, un personaje conocido por su generosidad, y el valor de la tzedaká. Está historia es rica en sentidos y en posibles interpretaciones. La pregunta nodal que atraviesa todo este Midrash es ¿para qué sirve el dinero? Según los parientes del rey Munbaz las riquezas en oro estancadas en un lugar le dan a uno seguridad, poder y prestigio. Según ellos Munbaz no tenía razón alguna para estar repartiendo las riquezas que supo acumular su padre. Es más para ellos Munbaz está desperdiciando (mebazbez) el dinero repartiéndolo a los más necesitados; la riqueza de la familia hubiera estado mucho mejor protegida en una bóveda de un banco. El rey Munbaz, por el contrario, considera que no es riqueza atesorar oro y plata en grandes bóvedas; que la riqueza no se mide en toneladas de oro sino en la ayuda y en la justicia que uno puede hacer con las riquezas materiales.  Y Munbaz de seis motivos por los cuales él decidió en años de necesidad y de sequía vaciar sus arcas y repartir toda su riqueza entre los más necesitados:

1.       Bajo y alto. Su padre tenía una concepción de la riqueza material, del mundo terrenal, de las necesidades del cuerpo mientras que él concebía a la riqueza en su sentido más elevado, en un sentido espiritual, en la posibilidad de ayudar a otros con sus propios recursos.
2.       El control de la mano. Su padre atesoró el dinero en bóvedas que podían fácilmente ser robadas mientras que él al hacer tzedaká imposibilitó que le roben las riquezas repartiendo los millones en pequeñas fracciones, insignificantes para el ladrón pero trascendentes para cada hambriento y necesitado.
3.       El tener frutos. El dinero en una caja de seguridad no genera frutos, no aumenta ni disminuye, se estanca. En cambio el dinero en la mano de los necesitados genera grandes frutos. Con aquel dinero cientos y miles pueden comer, sostener a su familia y proveerles la esperanza de un futuro distinto.
4.       Dinero vs. Almas: Hay quienes guardan su riqueza en monedas, en bonos o en acciones. Hay otros que su riqueza se basa en cultivar almas y en ayudar a los demás. Munbaz no invirtió en la bolsa pero decidió invertir en algo mucho más valioso: en las personas y en su futuro.
5.       Para otros o para mí: hay quienes durante generaciones o decenas de años acumulan fortunas familiares para la posteridad de su familia, para poder dejarlo en herencia. Otros, sin descuidar a sus familias, prefieren gastar sus riquezas en el presente para ellos mismos. En este caso no fue para darse grandes lujos sino para ayudar.
6.       El Olám Habá: La riqueza material es la moneda de cambio de este mundo. En el Olám haba no es rico quien cosechó más dinero sino quien cultivo su mente y su espíritu; quien se dedicó durante su vida a ayudar a tan sólo a otro ser humano. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Baba Batra 10 - Tzedaka

Para comenzar les presento un Midrash: "Turnusrufus el malvado le preguntó cierta vez a rabi Akiva: Si su Dios ama a los pobres ¿Por qué no los alimenta él mismo? A lo cual rabi Akiva responde: para que nosotros [el pueblo de Israel] podamos salvarnos del infierno"

Este Midrash aparece en nuestro folio del día dentro del contexto de todas las enseñanzas en torno al valor de la tzedaká [justicia social]. Ahora bien ¿cómo nos relacionamos con un Midrash así? El mismo sostiene que Dios mantiene y permite que haya pobres en el mundo para que sus hijos -el pueblo de Israel- pueda cumplir una mitzvá -el mandamiento de dar tzedaká- y así salvarse del infierno. Vuelvo a preguntarnos ¿Cómo reaccionamos ante un Midrash de estás características? ¿Estamos obligados a aceptarlo? Sí y no. 

La literatura rabínica esta llena de hermosos midrashim, enseñanzas que nos enamoran y nos conmueven. Sin embargo, también, hay cientos de midrashim que nos perturban y nos angustian. ¿Cómo podemos hoy afirmar que Dios hace que miles de millones de personas sufran diariamente tan sólo para que el pueblo judío pueda cumplir con la mitzvá de hacer tzedaká? Dentro de mis categorías y mi teología está no es una opción. En este sentido no estoy obligado a aceptar y tomar cual doctrina está enseñanza. Debo aceptar, no obstante, que esta teología es parte de mi tradición. De la tradición de mi pueblo. Sin embargo es eso solamente, una parte de mi tradición. No la totalidad. Ningún Midrash es absoluto y vinculante. Cada Midrash fue pronunciado por un sabio de acuerdo a su sensibilidad moral, a su ideología y a su teología. En este caso, puedo decir, disiento humildemente con la teología del gran rabi Akiva. Sin embargo vuelvo a recalcar: no estamos obligados a aceptar como verdades universales y absolutas todos los midrashim. Somos libres para tomar los midrashim que nos conmueven y dejar a un lado los que se oponen a nuestras concepciones teológicas o ideológicas. No obstante: estamos obligados a estudiarlas y a valorarlas porque todas ellas son nuestras, partes de un legado eterno. 

Lo mismo que ocurre con los midrashim ocurre también con ciertas creencias de los rabinos. Nuestros sabios de bendita memoria son humanos y nunca debemos olvidarnos que son humanos. Todo lo que enseñan y pronuncian son elaboraciones de grandes eruditos pero humanos al fin. Falibles e incompletos. Por dicha razón no debemos aceptar de forma ciega y absoluta toda enseñanza de nuestros rabinos. Debemos sopesarlas, analizarlas y evaluarlas con nuestras propias mentes. Y podemos "descreer" reverentemente de ellos también. Y este es mi caso cuando leo afirmaciones tales como "¿Qué debe hacer el hombre para que sus hijos salgan varones? Debe dar tzedaká". ¿Estoy obligado a creer que es la tzedaká la que determina el género de mis hijos? No! Ya que como dos sabios disienten entre sí nosotros también podemos disentir con ellos. 

Como les decía antes ciertos pasajes de los sabios son hermosas manifestaciones de una sensibilidad notable. Y los folios de hoy están lleno de este tipo de enseñanzas que para finalizar quiero compartir con ustedes. Rabi Eleazar enseñaba que la piedad se manifiesta en Gemilut Jasadim [actos de amor] mientras que la misericordia se manifiesta a través de la tzedaká. Rabi Iehuda, incentivando el cumplimiento de este precepto, nos decía que "la tzedaká apresura la llegada de la redención". Rabi Ioshua ben Karja condenando a quienes no daban tzedaká les decía que su acto equivale a la idolatría, la peor de las transgresiones. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Baba Batra 9 - Tzedaká o justicia social


Rab Huna y Rab Iehuda tuvieron una importante discusión. Ambos sostenían que se debía ayudar a los más necesitados sin embargo disentían si se debía averiguar o asegurarse si realmente la persona que venía a solicitar ayuda era realmente un carenciado. A muchos de nosotros alguna vez nos ha pasado lo mismo. Andabamos por la calle o el tren y alguien se nos acercó a pedir unas monedas. Por un lado siempre nuestro corazón tiende a dar y a tratar de ayudar mas hemos escuchado muchas historias de "estafadores callejeros". Cuando nos dicen que son minusvalidos, o que tienen HIV o que tienen 7 hijos traídos de Rumanía ¿les creemos o no? Queremos creerle pero a veces dudamos. A veces dudamos pero le damos igual y otras veces nos abstenemos de ayudarlos.  


Rab Huna y Rab Iehuda tenían hace 1700 años el mismo dilema. Rab Huna decía que si la persona venía en busca de ropa se le debía dar inmediatamente porque una persona no se pondría ropas harapientas porque sí, ya que eso es humillante. Sin embargo si una persona venía a pedir comida se debía investigar si realmente aquella era una persona necesitada o solamente era un "vago" o alguien que andaba buscando molestar o sacar algún rédito económico extra. Rabi Iehuda opina exactamente lo contrario. Si alguien viene buscando ropa podemos esperar y hacer las averiguaciones correspondientes. Sin embargo si alguien viene y pide comida se lo debe alimentar inmediatamente. No se debe dudar ni hacer ninguna averiguación. Quizás está debe ser una de nuestras actitudes a la hora de ayudar a los más necesitados. Muchas veces dudamos si con el dinero que le damos se irán a drogar o lo gastarán en alcohol, entonces siguiendo la enseñanza de Rab Iehuda siempre podemos dar algún alimento. Ir un instante a un almacén y darles algo para comer quizás valga mucho más que unos pesos que podamos darle. 

Los sabios estimaban mucho y le daban una gran importancia a la practica de la tzedaká. Tzedaká no traducida como caridad sino como justicia social. La tzedaká no es un acto de caridad que hacemos por amor sino es un acto de justicia redistributiva. Es tomar conciencia que no todo lo que poseemos nos es propio, que siempre una parte de lo nuestro le pertenece a los más necesitados. Es por eso que Rab Así enseñó: [el cumplimiento del mandamiento de] tzedaká se equipara con [el cumplimiento] de todos los preceptos.

Y así nos enseñaba, para finalizar, Rabi Itzjak: "El que sigue la justicia (tzedaká) y la misericordia 
hallará la vida, la justicia (tzedaká) y la honra (Mishlei 21:21)." Si entendiésemos este pasaje en su sentido simple este nos vendría a enseñar que quien da tzedaká finalmente terminaría recibiendo tzedaká, es decir: terminaría siendo pobre necesitando de la justicia de los demás. Sin embargo Rabi Itzjak nos enseña que toda persona que persiga la tzedaká finalmente Dios le pondrá más monedas en el camino para que pueda seguir haciendo justicia.