martes, 9 de octubre de 2012

Avodá Zará 51 - Forma y concepto

¿Lo que importa son las formas o el concepto? Esta pregunta, eminentemente moderna, es también una pregunta en la mente de los sabios talmúdicos. Por supuesto esta inquietud gira en torno a la idolatría. Y la pregunta de los sabios sería la siguiente ¿Se considera idolatría el realizar cierta acción que no se condice con la forma habitual de rendir culto a cierta deidad? A continuación algunos ejemplos que nos ayudarán a ilustrar este dilema.

Los bastones y los ídolos. Al parecer había ciertos ídolos que se los adoraba con "bastones", arrojándoles bastones. No trayéndole sacrificios de animales u ofrendas vegetales sino de esa manera particular. En este sentido Rab nos enseña que frente a esta situación si a un judío se le quiebra un bastón frente a una escultura que se le rinde culto de esta manera, uno esta jaiav (obligado, en el sentido de que uno cometió idolatría), mientras que si simplemente lo arrojó, uno esta patur (exceptuado, en el sentido de que uno no cometió idolatría). El Talmud se pregunta luego cuál es la diferencia y establece que romperlo es como si uno hubiera hecho en el santuario una zebijá, como si uno hubiera degollado a un animal (partirlo) para entregarlo en sacrificio. Mientras que si uno meramente lo arroja no estaría haciendo una zeriká, como se hacía en el Templo de Jerusalém, porque la zeriká (el vertir sangre sobre el altar) solamente se realiza si lo que se arroja se divide en pedazos (en ese caso en gotas) y si el bastón no se rompe no se subdivide. Entonces aquí vemos que uno de los puntos centrales es que para que algo sea considerado idolatría se lo debe "idolatrar" de una manera similar a la forma que se realizaban sacrificios en el Beit Hamikdash. Y en este caso romper un bastón frente a una escultura sería como una zebijá, como degollar a un animal en el Beit Hamikdash.

Los saltamontes y los sacrificios. El Rambam codifica en relación a otro pasaje de nuestra página del día diciendo que si uno sacrifica un saltamontes frente a una escultura pagana uno está patur, o sea, no se lo considera como si hubiera realizado idolatría, a menos que a esa deidad la forma de idolatrarlo sea a través de los sacrificios de saltamontes. Como este animal es extraño y ajeno al ritual del Beit Hamikdash no se considera como idolatría si se ofrece ante una imagen pagana, a menos que este sea, por decirlo de alguna manera, "el Dios de las langostas" y la forma cúltica apropiada para rendirle tributo sea a través de estos animales. 

Los animales defectuosos. La Torá es muy celosa en relación a que los sacrificios que se deben llevar al Beit Hamikdash deben provenir de animales temimim (puros) sin ninguna magulladura o imperfección (mum). Por este motivo, y siguiendo la lógica que para que algo sea considerado idolatría esto debe tener una semejanza con el rito del Beit Hamikdash, si un judío ofrece un animal defectuoso, por ejemplo faltándole un miembro, a una deidad pagana esto no se considera idolatría porque tampoco sería calificado como una ofrenda en el Templo de Jerusalém.

Mercurio y los sacrificios. Como vimos, la deidad Mercurio de los romanos no era idolatrado con sacrificios animales sino mediante el arrojar de piedras. Sin embargo, con cuenta el Talmud, dándole un cierre a esta lógica imperante: si uno ofrece un sacrificio como uno lo hubiera hecho en el Beit Hamikdash a una deidad que por lo general no se la idolatra de esa manera igual uno esta jaiav y uno es considerado como un idolatrá. ¿Por qué? Porque imitó la forma que se le rinde culto al Dios de Israel en el Templo de Jerusalém frente a una deidad paga. 

En este sentido lo que importa es una mezcla entre el concepto y la forma; al parecer ambos no pueden ser escindidos. 

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