jueves, 1 de marzo de 2012

Sanhedrín 28 - K´robim

Ya establecimos que los trasgresores de los preceptos con premeditación, los apostadores, los usureros, los que comercian el séptimo año y de los que se sospecha que dan falso testimonio están inhabilitados para ser testigos. Pero ¿Qué pasa con los familiares? ¿Qué pasa con todas las personas que pueden ser perfectamente respetables, justas y observantes pero tienen algún lazo de relación con alguno de los litigantes? El Talmud comprende que esta relación de parentesco puede nublar su juicio y sus declaraciones por lo cual los invalida para dar juicio. Algunos de los familiares inhabilitados para dar testimonio o para ser juez son: padre, hermano, tío materno, tío paterno, suegro, yerno, etc. Como verán todos los inhabilitados son hombres, esto no quiere decir que las mujeres podían actuar como testigos, sino todo lo contrario. El Talmud, imbuido del mundo heleno y romano, en el cual las mujeres no podían ser testigos (porque no tenían testículos, los pequeños testimonios, y en la antigüedad el hombre juraba sobre ellos) decreta que las mujeres no pueden dar testimonio excepto en casos muy puntuales como algunas cosas de divorcios (como ya vimos en el tratado de Guitin). El tema de la mujer actuando como testigo es un caso que se sigue discutiendo hasta nuestros días principalmente en el movimiento conservador donde hay mucho debate de nuestros rabinos en torno al tema. La Mishná despierta otro problema: Según una fuente anónima si la relación de parentesco se termina (por divorcio o muerte) la persona ya no se considera Karob (cercana) y puede dar testimonio pero Rabi Iehuda dice que aunque la relación se haya terminado esta persona no puede dar testimonio. 

¿De dónde aprenden los sabios que los familiares cercanos no pueden dar testimonio o actuar como jueces? La respuesta a esta pregunta es obvia: de la Torá! No obstante la manera en la cual "descubren" esto es más que interesante. En Devarim 24:16 se nos dice "No morirán los padres por los hijos ni los hijos por los padres", esta afirmación está en el contexto de los pecados, cada quién es responsable de sus pecados según esta fuente. Lo que despierta la atención de los sabios es que esta cita continúa diciendo "cada uno por su pecado morirá", esto para los sabios es una redundancia. Si ya dijimos que los padres no deben morir por los pecados de los hijos y viceversa ¿para qué necesito esta segunda parte? Ellos mismos responden que es para enseñarnos que "no morirán los padres por los hijos" con el testimonio de los hijos y "no morirán los hijos por los padres" con el testimonio de los padres. Los sabios infieren que este versículo nos viene a enseñar que los padres no pueden testificar en un caso donde sus hijos estén comprometidos y viceversa porque con su testimonio, si es un caso de dinei nefashot, pueden incluso "matarlos", ya que pueden comprometerlos con una causa donde su castigo sea la pena de muerte. De esta inferencia (Padres-hijos) los sabios extienden esta norma a muchas otras relaciones de parentesco como ser tíos, cuñados, suegros, hermanos del yerno, etc.

Oheb veSoné: El que ama y el que odia: En la Mishná también se nos dice que si una persona ama a otra o si una persona odia a otra, más allá de que no tenga relación de parentesco, tampoco puede actuar como testigo o como juez. Por otro lado la Mishná nos dice que no sospechamos que los judíos puedan torcer el juicio por estas relaciones afectivas por lo cual se permitiría su testimonio sin embargo el Talmud y los halajistas posteriores van a enfatizar que si se sabe públicamente el amor o el odio de parte de alguien para con alguno de los litigantes, esta persona no puede presentarse ni como juez ni como testigo. ¿Cómo sabemos si una persona odia o ama a alguien? El Talmud no puede dejar esta pregunta abierta por lo cual trata de dar un parámetro. En relación al amor habla sobre el amigo que ayuda al novio en todos los preparativos del casamiento y en los días que le siguen. En cuanto al odio, dicen los sabios, que se considera que una persona odia a la otra cuando por tres días no le puede hablar "en paz". 

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