lunes, 27 de agosto de 2012

Avodá Zará 24 - La singularidad en la generalización.

En las últimas 24 hojas, el Talmud no llenó su boca de elogios hacia el mundo no judío de su época. Los consideraba violadores, idólatras, asesinos, brutos, vagos y sinvergüenzas. Esta es la mirada general, sin embargo, siempre hay excepciones a la regla. Y hoy Rabi Eleazar, el mismo que ayer nos decía que sobre los no judíos cae la suposición de ser violadores, nos dice que todavía hay mucho que podemos aprender de algunos de ellos. Vayamos al caso en cuestión.

El efod. Los alumnos de Rabi Eleazar le preguntaron a su maestro: "¿Hasta donde llega el cumplimiento del precepto de honrar a nuestros padres y nuestras madres?". Lo que querían saber era cuál era el límite o hasta cuándo uno tenía que honrar a sus padres. Rabi Eleazar, como todo buen educador, responde con un ejemplo práctico al decirles que salgan y que vean lo que cierto goi (no judío) hace para con su padre en la ciudad de Ashkelon. Este joven al parecer le tenia un increíble respeto a su padre y cierta vez unos sabios fueron y le pidieron que les de algunas piedras para el Efod (el pectoral que utilizaba el Sumo Sacerdote) y le ofrecieron una suma elevadísima de dinero por estas piedras. Pero la llave que habría el cofre donde se encontraban las piedras estaba debajo de la cabeza de su padre, quien estaba durmiendo. El joven a pesar de que se perdía una venta millonaria decidió no molestar a su padre para que este pueda seguir descansando. 

La Pará Aduma. Y esto no es todo, continúa relatándonos el Talmud, al año siguiente a este joven le nació una Pará Aduma, una vaca bermeja (roja), dentro de su rebaño. Esta vaca bermeja era muy apreciada por los sabios porque con ella, según narra la Torá, se eliminaba las impurezas de haber entrado en contacto con un muerto, y como nos podemos imaginar no era muy común encontrar una vaca roja. Cuando los sabios de Israel se acercan para comprarle la vaca el joven con asombrosa sinceridad les dice: "yo sé que si les pido todo el dinero del mundo por esta vaca bermeja ustedes me la darán (por lo imprescindible que era para eliminar las impurezas!) yo solo les pido que me retribuyan por la venta lo que perdí hace un año por no levantar de la siesta a mi padre". 

Las generalizaciones nos dañan, nos lastiman y nos ciegan. Es cierto, quizás, alguna de las descripciones que hacían nuestros sabios con respecto a su entorno no judío en aquella época, no obstante Rabi Eleazar nos demuestra que siempre debemos evaluar a cada persona en su particularidad y no como "parte de un rebaño". Hoy en día, como judíos, y por causa del conflicto que se da entre palestinos e israelíes, estamos acostumbrados a poner a todos los palestinos, e incluso todos los árabes, bajo la misma rúbrica: terroristas y antisemitas. No obstante cada árabe y cada palestino es un mundo en si mismo y las excepciones muchas veces superan a la (supuesta) regla. No permitamos que las generalizaciones y que los lugares comunes nos cieguen y no nos permitan ver más allá de nuestros prejuicios. Eduquemos a nuestra mirada para poder ver las singularidades y las diferencias que nos hacen ser humanos.

Extra, un poco de humor de la mano de nuestros sabios. Nadie de nosotros, en ningúna latitud, vio alguna vez una vaca bermeja; entonces ¿cómo hacían para que nazca una vaca con ese color? La respuesta del Talmud da cuenta de la superstición propia del medioevo y de la antiguedad. Decían que para lograr una vaca bermeja debían pasar una copa roja por delante de la vaca cuando esta estaba teniendo relaciones con un toro. El color de la copa inducía a la vaca a criar en sus vientres a una vaca bermeja ;)

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