jueves, 24 de mayo de 2012

Sanhedrín 81 - Las cárceles

Primero un concepto general: Si uno trasgrede dos mandamientos debe ser juzgado con la pena más severa. Ejemplo: si uno asesinó a alguien y la pena es hereg (degollamiento) pero también cometió idolatría cuya pena es skilá (lapidación), a la persona se la debe lapidar y no degollar. Ni tampoco primero degollar y luego lapidar, simplemente debe ser juzgado con la pena que los sabios consideraron más severa. El orden es el siguiente, de más severa a menos severa: Skilá, Sreifá, Hereg y Jenek

Ahora sí, desarrollemos el punto central de este Daf. En la sociedad bíblica, o en el ideario de la sociedad bíblica, no existe (o casi no existe) el concepto de cárcel. Si uno robaba no iba a la cárcel, simplemente debía devolver lo robado más un porcentaje extra. Si uno mentía o blasfemaba el castigo era, quizás, llevar un sacrificio expiatorio al santuario. Si uno asesinaba a alguien o cometía idolatría, el Beit Din debía ejecutarlo. Si uno, por ejemplo, no se hacía el Brit Mila o no ayunaba en Iom Kipur su castigo era karet, una suerte de ostracismo girego. No existía la institución de la cárcel como hoy la conocemos. No la concebían como un centro "reformatorio" o de re-educación, como se supone - falsamente - que las cárceles son, ni tampoco como un espacio de reclusión. Prácticamente no existían. En el único momento que son mencionadas las cárceles es en referencia a cuando alguien cometía un crimen y los jueces no sabían exactamente cuál debía ser su castigo. Hasta que se termine el juicio y lo sentencien a tal o cuál pena, como pasó con el que recogía leños en Shabat que Moshé no sabía cual debía ser su pena, esta persona debía permanecer en la cárcel (Kele, Beit HaSoar o Kipá). Sólo era un lugar pasajero hasta que se termine el juicio. No existía la pena de "ir a la cárcel"!

Ahora bien, en nuestra Guemará aparece la institución de la Kipá, una cárcel, que tenía tan solo el diámetro del reo. Ni siquiera podía acostarse. Era un lugar oscuro y solitario. Se nos dice en nuestra Mishná y luego los sabios amoraitas discuten en torno a una persona que fue advertida sobre cierta transgresión. Recibió los "golpes correctivos" por parte del Beit Din para que no lo vuelva a hacer y sin embargo lo repite dos y tres veces. ¿Qué se hace con esa persona que vuelve a "delinquir"? ¿Se lo sigue golpeando hasta que aprenda? Por un lado no se lo puede matar ya que para ciertas transgresiones la Torá no estipula esta pena. Pero por otro lado no se puede permitir que esta persona siga "viviendo en sociedad" ya que es muy posible que vuelva a cometer el mismo error. En este caso, los sabios instituyeron estas cárceles solitarias, en donde se metía a las personas que delinquían en un mismo caso por tercera vez, con advertencia y castigo previo de los sabios, y se lo dejaba allí hasta que muera. Se le daba, según la Mishná, cebada hasta que su estomago reviente.

Lo mismo pasaba con los hombres que mataron a alguien pero que no había testigos para condenarlo frente a un Beit Din. O si había solamente un testigo y no dos, como es necesario, el Beit Din tampoco lo podía degollar pero sí lo podía meter en una de esas cárceles solitarias y darle de comer pan de la adversidad y agua de la aflicción hasta que muera. 

Traigamos el Talmud a nuestros días! Las cárceles han demostrado con creces que no sirven. Teóricamente ya lo demostró Foucalut y empíricamente cualquiera de nosotros lo puede observar. No sirven como espacio de re-educación, los presidiarios una vez que salen, en su gran mayoría, salen con más odió hacia aquella sociedad que los segregó. Tampoco sirve como espacio de confinamiento ya que es sabido, como pasa en Brasil y en tantos otros lugares, que ciertos reos desde adentro de las cárceles comandan todos los robos, asesinatos y mafias del mundo exterior. En eso la Torá no se equivocó. Las cárceles sólo deben ser espacios pasajeros, no tienen una función social que ayude al colectivo. Pero tampoco la ejecución de los criminales es la respuesta. Tampoco lo es el abandono de ellos en cárceles hasta su muerte. Quizás no tengamos respuestas a cuál debe ser "la solución", pero es mejor descartar algunas desde ahora que volver a chocarnos con la misma piedra una y otra vez.  

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