Uno de los aspectos más fascinantes de la literatura rabínica es como nuestros sabios leían la realidad que los rodeaba y los atravesaba. Leían la historia, la naturaleza y la anatomía con los ojos de Dios. No estudiaban historia para establecer cual fue la causa y la consecuencia, no estudiaban la naturaleza para explicar los fenómenos meteorológicos ni tampoco analizaban el cuerpo humano por el mero hecho de comprender más profundamente su naturaleza y su singularidad. Estudiaban cada una de estas ciencias con una preocupación teológica y moral. Uno de los ejemplos más conocidos es el de la destrucción en el año 70 d.e.c del Templo de Jerusalén. La razón histórica de la destrucción del Templo fueron las luchas internas judías que comenzaron en el año 66 d.e.c, las revueltas contra los gobernantes romanos y la realidad que el imperio romano contaba en aquellos años con el ejercito más importante del mundo y que los judíos en Jerusalén no eran más que una ciudad insular de aquel imperio sin mucha fuerza militar. Sin embargo los maestros en el Talmud no cuentan "está historia" aunque seguramente eran conscientes de estas realidad políticas y militares. Cuentan que el Templo se destruyó por nuestros propios errores y pecados, por el odio gratuito, por ser severos en la justicia y muchos otros aspectos de decadencia moral. Esta fue su lectura.
Lo mismo ocurre con la anatomía. Nuestros sabios no eran (en su gran mayoría) medicos como sus pares griegos sino que buscaban en la Biblia y en el cuerpo humano enseñanzas morales y divinas. Nuestra Guemará nos trae dos claros ejemplos.
1) Bar Kapara analiza el siguiente versículo: "tendrás también entre tus armas (Asneja) una estaca (Yated); y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento (Deut. 23:14). En el contexto de las leyes sanitarias bíblicas en torno a la guerra este sabio saca de contexto aquel versículo y jugando con dos de sus palabras nos regala una hermosa enseñanza. Primero nos dice que no debemos leer Asneja (armas) sino Osneja (oreja). Y de esta forma la frase quedaría así: "Tendrás también entre tus orejas una estaca". Y Bar Kapara nos dice al respecto: "Si una persona llega a escuchar algo que no es digno de ser escuchado debe tomar su dedo y ponerlo en su oreja". En el imaginario "anatómico" de nuestros sabios nuestros dedos, que se asemejan a estacas, fueron creados para evitar caer en ser participes de conversaciones de chimentos, mentiras, acusaciones o cualquier otra conversación no digna de ser escuchada. ¡Que hermosa enseñanza!
2) Un sabio de la casa de Rab Ishmael enseña algo muy parecido a lo que nos transmitió Bar Kapara: "¿Por qué toda la oreja es dura pero la parte inferior (lóbulo) es blanda? Porque si una persona esta por escuchar algo que no es digno puede doblar el lóbulo hacia su interior". No seamos participes de las habladurías y calumnias de otros. Nuestra anatomía nos permite generar barreras naturales para no escuchar lo que nos lastimará a nosotros o a otros.
En nuestra misma Sugya también hay un ejemplo como cada uno de los dedos de la mano no fueron creados porque sí sino que con cada uno se puede cumplir una Mitzvá diferente. Así comprendían la anatomía nuestros sabios. Buscando en cada parte de nuestros cuerpos una enseñanza para nuestro día a día.
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