Hemos visto en los últimos post que sucede
si dos personas discuten en relación a la posesión de cierto objeto no teniendo
niguno de los dos pruebas o evidencias al respecto. Los rabinos crean un
concepto que en arameo se conoce como “Kol DeAlim Gabar”, algo así como “quien
presente más fuerza prevalecerá”. Ante una situación donde no existen ni
testigos ni pruebas sobre la propiedad de un producto, el conflicto debe ser
resuelto mediante la persuasión y la astucia de los “competidores”; el que
presenta mejores argumentos será el que se quedará con dicho producto.
Ahora bien, ¿qué ocurre si un tercero en el
medio del conflicto viene y toma aquel objeto? Por un lado podríamos pensar que
tiene igual derecho a reclamar por aquel objeto como cualquiera de los otros
dos que están en disputa, sin embargo los sabios dice que sin pruebas este
tercer hombre en discordia no tiene derecho alguno a tomar aquel objeto. Si lo
toma está obligado a devolverlo. Sin embargo tiene un problema. ¿A quién se lo
devuelve? Si alguien roba un producto está obligado a devolvérselo al dueño. En
esta situación cuando la propiedad está en disputa: ¿A quién se lo devuelve?
Está compleja situación lleva a los sabios
del Talmud a evaluar este caso con un caso similar. Según los sabios de
Neharedea si un hombre roba dentro de la multitud un objeto (que bien podría
haber sido de cualquier persona que se encontraba en el mercado) no debe
devolverlo. Ya que existe una tradición que reza así: el ladrón de multitudes
no es llamado ladrón (Gazlan). Está extraña postura se entiende leyendo en
detalle la normativa en cuanto a los robos que plantea la Torá. Según la Biblia
si una persona robo un objeto está obligado a devolver aquel objeto al dueño
original y pagarle una compensación extra para resarcir su error y para expiar
su culpa. Sin embargo cuando no conocemos quien es el verdadero dueño estamos
ante una situación imposible. El ladrón no puede expiar su culpa; no puede
arreglar su error. Está lectura podría llevar al caos social ya que todo ladrón
en vez de robar un objeto de una persona particular podría robar un día en el
mercado un par de billetes de cualquiera de los transeúntes y de ser así no
estaría obligado a devolverlo porque no se puede saber a ciencia cierta a quien
pertenecía este dinero. Sin embargo Rab Ashí afirma, en contraposición a lo que
enseñaban los sabios de Nehardea, que un Gazlan de multitudes es llamado Gazlan,
sin embargo su único problema es que no puede realizar una Teshuva, un
arrepentimiento completo, porque nunca podrá expiar su transgresión conforme a
la reglamentación de la Torá.
Volviendo a nuestro caso complejo según las
autoridades medievales la persona que le quita un objeto en disputa está
obligado a resarcir a ambos “competidores”, devolviéndole a cada uno aquel
objeto que intentó tomar por la fuerza.