miércoles, 31 de octubre de 2012

Avodá Zará 65 - El Olam Habá de Raba y Bar Sheishaj

"Raba le entregó un regalo a Bar Sheishaj en el día de sus fiestas (en el día de una celebración pagana) y le dijo: te entrego este regalo porque se que tu no cometes idolatría. Cuando fue a verlo encontró a Bar Sheishaj sentado hasta su cuello con aceites y con prostitutas paradas a su alrededor. Este hombre le dijo a Raba: ¿Ustedes (los judíos) tienen un Olam Habá (mundo venidero) como este? Raba le contestó: el nuestro es incluso mejor que este. Bar Sheishaj le dijo: ¿mejor que este, cómo puede ser? Y Raba le respondió: Ustedes (los no judíos) tienen que estar sometidos al imperio (Eimata DeMaljuta) mas nosotros en el Olam Habá no estaremos sometidos a ningún imperio. Bar Sheishaj que era un principe le dijo: ¿Qué clase de sometimiento o temor al imperio puedo tener yo? Antes incluso de que se siente vino un emisario de rey y mandó a llamar a Bar Sheishaj"

.... Y colorin colorado esta historia se ha terminado. El relato concluyó pero ahora nos queda el trabajo más hermoso y desafiante, su interpretación. Esta historia está extraída de nuestros folios que hoy debemos estudiar. Comencemos a desgranarla de a poco. Lo primero que hay que advertir es el contexto. Al comienzo del tratado de Avodá Zará vimos que le está prohibido a un judío enviarle regalos a un no judío en los días de sus celebraciones por miedo a que estos le agradezcan a sus deidades este obsequio y con esto se los este "incentivando" a cometer idolatría. Sin embargo Raba, sostiene que a un Ger Toshav, como al parecer era Bar Sheishaj se le pueden dar regalos en los días de las fiestas de los no judíos, ya que si bien el no es judío el no comete idolatría. Y si no comete idolatría la incertidumbre en relación a si podría alabar a su deidad queda anulada. 

Raba al encontrarse con este príncipe  aparentemente de Persia, lo encontró en una situación extremadamente opuesta al ideario judío de la época. Bar Sheishaj se comportaba como un típico hedonista de los placeres carnales y terrenales. Comía las mejores comidas, se sentaba de una manera haragana y tenía a su lado a decenas de prostitutas para "servirle". Para él eso era el paraíso, el mundo venidero, el punto máximo hacia donde el hombre debía apuntar y direccionar su vida. Por este motivo Bar Sheishaj desafía a Raba preguntándole si los judíos en su mundo venidero tenían tantos placeres como él allí en la tierra. Lo primero que debemos advertir es que la tradición talmúdica insistía en gran medida en que este mundo es solamente un pasillo hacia el verdadero mundo, el mundo venidero. Raba le contesta que el mundo venidero (la situación ideal) de los judíos es mejor que esa y esto se debe a que, como decía Shmuel en el tratado de Berajot, en que la única diferencia entre este mundo y el Olam Habá es que allí uno no vivirá sometido a los imperios. El mayor ideal de los judíos era no ser perseguidos, el poder vivir una vida de libertad donde poder cumplir los preceptos y estudiar Torá sin amenazas externas ni dominación extranjera sobre la tierra de Israel. El Olam Habá, según esta versión, será un lugar sin tantos placeres carnales pero sí con la posibilidad de ser verdaderamente libres, de poder ser plenos espiritual, intelectual y físicamente. 

Bar Sheishaj descree y cree que su poder, por su dinero y su estatus, lo hace diferenciarse del resto de las personas y que él no tiene porqué temer del imperio. Con ironía, el texto talmúdico dice que inmediatamente cuando este personaje enuncia estas palabras entra el emisario del rey para mandarlo a llamar. No sabemos que fue de él, seguramente fue muerto, o no, no sabemos. Lo que sí muestra el Talmud es que todos estamos sometidos, de alguna manera, aunque creamos que no, a algún poder en este mundo. Serán los Estados, las religiones o las corporaciones, no importa qué institución, todos nosotros no podemos llegar a ser plenos espiritual, intelectual o físicamente en este mundo. O por lo menos, no en estas condiciones. Esto Raba lo tenía muy en claro.

Quizás el mundo venidero no presente un paraíso para los hedonistas pero sí, según esta utopía talmúdica, permitirá que el hombre viva en libertad.

P.D: Rab Papi luego de leer esta historia dijo que Raba le debería haber contestado que en el Olam Habá "de los judíos" ellos tendrían, no simples prostitutas, sino que estas serán las hijas de los reyes... Al parecer no solo los musulmanes piensan que en cielo los esperan con 72 vírgenes ;)

lunes, 29 de octubre de 2012

Avodá Zará 64 - Ger Toshav

La condición humana está signada por su capacidad de pensar, reflexionar y articular conceptos, símbolos e ideas. Una de las formas básicas, y clásicas, que nos permiten pensar es nuestra capacidad de categorizar. Sería imposible evaluar y enfrentar la realidad como si todo fuera casos particulares y diversos entre sí. Para pensar y poder reflexionar debemos generalizar y con ello, categorizar.

Los sabios de la Mishná y del Talmud se hacían eco de esta idea. Su primera gran categorización era la diferencia entre el Israel (judío) y el Goi (no judío). Esta era una diferencia tajante y muy evidente. Los primeros cumplían los preceptos ordeandos por la Torá y los segundos eran idólatras. No obstante las cosas no son tan simples como parecen. En nuestro Daf Yomi aparece la figura del Ger Toshav ("el residente del lugar") [se lee guer], una categoría que comienza a borrar o hacer más difusas las diferencias entre los goyim y los judíos. 

Comencemos con la pregunta. Antes de presentar a esta nueva categoría de personajes veamos de dónde surge esta cuestión. Como vimos hace unas semanas un judío no puede anular las estatuas de Avodá Zará de los no judíos, únicamente un goi lo puede hacer a través de la rotura, la quema o algo similar sus elementos de idolatría o las de su compañero. Ahora bien, un Ger Toshavim, que según comienzan a describirlo los sabios es un Goi que no comete idolatría ¿puede anular las estatuas y la idolatría de otros Goim? El Talmud presenta dos opciones más que interesantes: La primera argumenta que no puede anular dichas estatuas de idolatría ya que no les rinde culto, y si no les rinde culto no puede anularlas (como en el caso de los judíos). Sin embargo, desde una perspectiva más esencialista, la otra posición sugiere que sí puede anularlas ya que él es, aunque sea un Ger Toshav, de la "especie" de los no judíos. Esta opción proto-racial es descartada por los sabios y es Rabi Najman quien dice que sólo quién comete idolatría puede anular sus propias estatuas o las de otro idólatra. En otras palabras lo que esta diciendo Rabi Najman es que no estamos determinados por nuestro lugar de origen sino por nuestras acciones. Somos lo que hacemos, no otra cosa. 

Ahora bien ¿Cómo definen los sabios quién es un Ger Toshav? Tres posiciones se presentan. Rabi Meir comenta que un Ger Toshav es un Goi que juró ante tres judíos que no cometería idolatría. Los sabios, en cambio, sugieren que un Ger Toshav es aquel Goi que decidió adoptar para sí y cumplir los siete preceptos universales (Sheva Mitzvot Bnei Noaj, como estudiamos en el tratado de Sanhedrín). Por último, unas voces disidentes, dicen que un Ger Toshav es aquel que acepta todas las mitzvot de la Torá pero que continúa comiendo Nevelot (animales sin la faena kasher). Si bien el Talmud no decide cuál es la definición correcta de un Ger Toshav los sabios medievales sugieren que es la opción de los sabios, quien recibe para sí los siete preceptos universales. Todos los sabios enfatizan que los musulmanes entran dentro de esta categoría y muchos sugieren que los cristianos también. 

Las implicancias halájicas son diversas. Si bien los sabios medievales dictaminaron a favor de la posición talmúdica que también prohíbe tomar el vino que estos Gueirei Toshav producen mas permiten derivar beneficios económicos del mismo (a diferencia del producido por los Goim), otros sabios, en el Talmud permitían tomar este vino. Y también en relación al vino la gran diferencia es que el vino kasher no queda prohibido si un Ger Toshav lo toca (a diferencia del caso de un Goi que todo el vino queda prohibido para ser tomado).

domingo, 28 de octubre de 2012

Avodá Zará 63 - Sobre medios y fines

Muchos recordaremos la famosa frase atribuida a Nicolas Maquiavello (aunque en sus obras esta frase no aparece): el fin justifica los medios. Esta filosofía de vida sostiene que si los ideales, los fines, son considerados como nombles y deseables se pueden utilizar medios no tan "legales" o poco prolijos para alcanzarlos. En este sentido cualquier medio es válido para alcanzar dicho fin. Sin embargo, otras filosofías de vida, sostienen que los medios deben ser lícitos y correctos, ya que si uno utiliza medios no tan correctos el fin noble se ve empañado.

Este dilema, en sus palabras, es el que nos presentan los sabios del Talmud hoy. Como vimos en el ultimo post, si un judío es contratado para trabajar con un gentil que prepara vino de libación, el sueldo del judío le está prohibido; debe quemarlo y enterrarlo ya que uno no puede tener provecho de la idolatría. Uno no puede ayudar, y un trabajador estaría ayudando a los idólatras en continuar con sus prácticas sancionadas en reiteradas oportunidades por la Torá. Algunos sabios se preguntan lo siguiente ¿Qué ocurre, sin embargo, si un judío es contratado por un gentil para romper barriles de vino de libación? Antes que nada lo más interesante es la idea de que uno pueda ser contratado, o sea que su trabajo pueda ser, destruir cosas. ¿A quién no le gustaría?

Ahora sí, vayamos al meollo de la cuestión. ¿Puede uno aceptar y gozar de la paga por un trabajo semejante o la misma también le debe estar prohibida? Los sabios generan dos hipótesis. La primera es que: durante el tiempo en que uno debe estar en contacto y preservar aquellas vasijas llenas de vino de libaciones paganas (para despúes poder romperlas) el sueldo quedaría prohibido. Sin embargo otra teoría es que por cuanto al cuidar de estas vasijas luego él puede romperlas y al romperlas estaría disminuyendo la cantidad de vino de libaciones que hay en el mundo, o sea, estaría de alguna forma disminuyendo los productos "de idolatría" existentes, el dinero de la paga luego le estaría permitido. En definitiva, ¿los medios (estar en contacto y trabajar con vino de libaciones) justifican los fines (disminuir la "idolatría")? La respuesta, por lo menos lo que la halajá nos dice es que sí, si es por este fin, un fin noble según la visión de los sabios, uno puede gozar del salario de este trabajo. Y es más Rab Najman dice: que las rompa y que caiga sobre él la bendición (Betavo Alav Brajá).

Los fines, al parecer en ciertas circunstancias, justifican los medios.

viernes, 26 de octubre de 2012

Avodá Zará 62 - Quemando billetes

Estamos comenzando el quinto y último capitulo de Avodá Zará. 

Nuestro tema del día son empleados judíos y empleadores gentiles. Lo primero que debemos advertir es que si la Mishná nos está narrando un escenario acerca de esta relación, casi por necesidad en los primeros siglos de nuestra era había no poca cantidad de judíos que trabajaban como empleados para diversos gentiles. Esto implica que existía, evidentemente, una relación diaria entre poblaciones de idólatras y judíos. Lo que viene a hacer la Mishná es regular este tipo de relaciones.

La cuestión es la siguiente: si un gentil contrata a un judío para que lo ayude a hacer vino de libaiones (Iayin Nesej) el dinero que éste le entrega como salario está prohibido. Lo mismo ocurre en el caso que un judío le alquile a un goi un burro para cargar vino prohibido. El Talmud nos dice que MeIkar HaDin, que en el sentido estricto de la ley, esto no debiera ser así y el judío podría tomar ese dinero y usarlo mas los sabios decidieron "multar" a los judíos que trabajasen y ayudasen a los no judíos a desarrollar algún elemento que luego sea usado para la idolatría. Sin embargo, nos aclara la Mishná, si el no judío contrata al judío para otras tareas, no relacionadas con la producción de productos que serán utilizados con fines idolátricos, pero en un momento su empleador le pide mover una botella de vino para libaciones paganas su salario no queda prohibido ya que esta no fue nunca su función principal. 

Llegado el caso de que el empleador le pague al judío ¿Qué debe hacer éste con las monedas? El Talmud nos dice que no las puede simplemente dejar tiradas por allí ya que otro judío podría agarrarlas y usar ese dinero que está prohibido (podríamos decir "haberse manchado con idolatría") y estaría así poniéndole un obstáculo a un judío, ya que estaría ayudando a que cometa una transgresión. Lo que debe hacer es algo que seguramente nosotros nunca podamos hacer...

Desde nuestra visión occidental posmoderna incluso si nos dicen que el millón de dolares tenemos en nuestras manos está "maldito" lo usaríamos igual. Los sabios del Talmud, sin embargo, sugieren que esas monedas deben ser fundidas con fuego y enterradas en la tierra; para que nunca nadie pueda utilizar aquel "dinero prohibido". La fe muchas veces no nos sale barata. 

jueves, 25 de octubre de 2012

Avodá Zará 61 - Todos los vinos todos

Con este post completamos el cuarto capítulo del tratado de Avodá Zará (idolatría), sólo nos resta el último. El Talmud nos presenta la última Mishná que versa, como viene haciendo el texto desde hace un tiempo, sobre "el problema del vino". Éste, más que cualquier otra bebida o comida la que genera mayor conflicto ante los no judíos, y por eso aumenta la necesidad de precaución por parte de los sabios. De manera general, ya que no entraremos en los detalles, habla sobre qué pasa si un judío deja vino kasher en un lugar donde hay muchos gentiles ¿Cómo asegurarse, se preguntaban los sabios, de que ningún no judío iba a hacer una libación con ese vino? Los sabios del Talmud no sólo utilizan la Torá para dictaminar la ley sino que también usan la lógica y las "sensaciones". En este caso, de manera sabia, dicen que el vino estaría permitido siempre y cuando la odre esté puesta en el Reshut HaRabim, en un espacio público, donde aunque hayan muchos no judíos, siempre algún judío va a pasar por allí y va a poder ver; y por este miedo, de sentirse vigilado y observado, según los sabios, los no judíos se van a abstener de tocar el vino kasher. Si en la ciudad no hay judíos, la opción para asegurarse que el vino se mantenga apto (kasher) es que haya un Shomer, un vigilante judío, que de tanto en tanto cuide y revise que nadie tocó el vino. 

Para terminar este capitulo quiero acotar unas palabras propias, haciendo unas reflexiones personales. Hoy en día ha dejado de tener sentido tomar únicamente vino kasher. Ya que como vimos, lo único que hace no apto al vino, es que un no judío lo toque. ¿Y por qué esto lo hace no apto y no pasa lo mismo con las manzanas, por ejemplo? Porque como nos explicó el Talmud en la antigüedad la gran mayoría de los no judíos, casi todos paganos, solían hacer libaciones paganas con vino. Entonces hoy en día ¿Cuántas personas conocen que hayan hecho libaciones paganas últimamente?  Debemos entender, en este sentido, que la halajá no queda codificada por la Voluntad Divina sino que lo hace por la voluntad humana. Son los sabios que en una generación entendieron que por sus circunstancias socio-históricas, debían prohibir cualquier vino que fuera tocado por un no judío (también por el miedo a envenenamiento). Sin embargo hoy día, creo yo, ya nadie tiene una sospecha seria, ni siquiera remota, que el vino que es producido o tocado incluso por un no judío sea usado para libaciones paganas o que el mismo pueda estar siendo envenenado.

Por lo tanto y comprendiendo que la halajá muchas veces no queda establecida por dictámenes de la Torá sino que lo hace por sensaciones y lógicas de los sabios de cada generación, hoy día se deberían poder tomar todos los vinos (siempre y cuando sus componentes sean kasher). Seguir sosteniendo el tomar vino únicamente kasher, es seguir sosteniendo en la práctica ritual y quintaesencia del judaísmo, una mirada negativa y despectiva en relación al no judío. La halajá debiera, en cambio, ser nuestra manera de expresar en actos nuestros valores y nuestra teología. Si nuestra percepción del no judío cambió ¿no debiera cambiar también la halajá?

Hadrán Halaj Rabi Ishmael, volveremos a tí Rabi Ishmael

miércoles, 24 de octubre de 2012

Avodá Zará 60 - Cayéndose en el vino

Estamos llegando al final de este cuarto capitulo del tratado de Avodá Zará y el mismo continúa poniendo restricciones al contacto de un no judío con el vino de los judíos. Éste, como ya hemos podido ver, es uno de los temas centrales y al parecer más acuciantes para los sabios del Talmud: preservar y asegurarse que los no judíos no conviertan el vino que toman los judíos en Iayin Nesej (vino de libaciones paganas). 

Como ejemplo la Mishná presenta que si un no judío está parado al lado de una cubeta de vino no sospechamos directamente que lo tocó. De hacerlo con la mano, recordemos, el vino quedaría prohibido para el consumo de los judíos y también para su venta. Sin embargo, aclara la Mishná y precisa el Talmud, que si el dueño de ese vino tiene una deuda con el gentil que está de pie allí al lado y él había puesto como garantía el vino, el mismo sí queda prohibido ya que los sabios tienen la sospecha que el no judío lo consideraba como si fuera de su propiedad por lo cual lo pudo haber tocado sin reparos. Según la lógica expuesta por los sabios uno no suele tocar cosas que no le pertenecen. 

Situaciones extremas. Si el gentil que está al lado de la cubeta de vino se cae sobre ella si después "asciende", el vino quedaría permitido incluso para ser tomado siguiendo la opinión de Rabi Shimón. El motivo de esto es que él se cayó allí adentro sin intención y no lo hizo "con las manos"; y como muchos recordarán los sabios establecieron que sólo a través de la mano se considera que un no judío "toca", ergo hace prohibido, un vino.

El Talmud, un poco más meticuloso y extremo, nos dice que sólo si el no judío sale muerto el vino queda permitido ya que si sale vivo el mismo está prohibido. Esta declaración impactante tiene su racionalidad concreta según la lógica talmúdica. Si llega a salir vivo, el no judío, ayudado por un judío seguramente alabará a su deidad en nombre del judío por haberle salvado la vida, y como ya sabemos no se puede ayudar o colaborar con un no judío para que cometa idolatría. 

Una vez más los maestros del Talmud llevan un caso hasta su absurdo. 

martes, 23 de octubre de 2012

Avodá Zará 59 - Los habitantes de Gabla

Gabla era una ciudad donde, al parecer, vivían una gran cantidad de judíos. Cierta vez Rabi Jia bar Aba visitó la ciudad y vio tres cosas que le llamaron mucho la atención: 
  1. Las mujeres judías estaban embarazadas por no judíos que se habían circuncidado pero que todavía no habían pasado por la Tevilá (el baño ritual/mikve); por lo cual "técnicamente" no eran judíos.
  2. Los hombres judíos tomaban vino que era "rebajado" por no judíos. En la antigüedad  vale la aclaración, el vino era muy fuerte y concentrado por lo cual cada una copa de vino se vertían dos copas de agua para rebajarlo.
  3. Los judíos del lugar comían una comida preparada y calentada por no judíos
Los que venimos estudiando el tratado de Avodá Zará hace un tiempo nos llaman la atención estas tres actitudes de la gente de Gabla . Estas cuestiones también llamaron la atención de Rai Jia bar Aba, pero a diferencia de muchos rabinos de nuestros días que ante una situación "atipica" salen a prohibir inmediatamente y a menospreciar a quienes realizan estas prácticas; Rabi Jia no dice nada. Cuando vuelve hacia Israel le comenta lo que vio a Rabi Iojanán, y sólo cuando él confirma que lo que hacía esta gente iba en contra de la halajá, vuelve a la ciudad de Gabla a anunciar que estaban actuando de una manera "incorrecta". 


Al volver les dice que hasta que un no judío no haga su baño de inmersión sellando el proceso de conversión, todos los hijos que tengan con no judíos serán mamzerim (bastardos). Por otro lado argumenta que si bien los no judíos al verter agua sobre el vino no lo están tocando directamente, por lo que no están cometiendo una transgresión patente, esto se debe prohibir para alejar así al hombre del pecado y de la tentación (ya que si un no judío puede verter el agua sobre el vino, también se podría pensar que puede tocarlo y servirlo). Por último también prohíben comer esta comida en particular que es calentada por los no judíos ya que, según Rabi Iojanan, estos habitantes de Gabla no son "hijos de Torá" por lo que aunque técnicamente los no judíos podrían calentar esa comida, estos "pueblerinos ignorantes", diríamos quizás, pensarían que todo producto calentado por un no judío estaría permitido. 

¿Historia rara, no?

lunes, 22 de octubre de 2012

Avodá Zará 58 - Uno prohíbe, otro permite

Por lo general, los que hacemos apología de la diversidad de opiniones en el Talmud citamos las historias y las controversias entre Hilel y Shamai. En el día de hoy les presento una controversia de las buenas, una de esas discusiones en las cuales un rabino permite absolutamente todo mientras que otro prohíbe absolutamente todo. O sea, genera dos realidades absolutamente opuestas y contrastables. 

El relato. Dos rabinos se encontraban tomando vino y cierta vez pasa por allí un hombre y estos le dicen: "por favor, venga y sírvenos". Una vez que este buen hombre les sirve la bebida los sabios se enteran de que este señor era un goi, un no judío, y de acuerdo a la ley tradicional de aquellos días si un no judío tocaba un vino apto para el consumo de los judíos lo volvía prohibido por ser considerado un vino de libaciones (iayin nesej). Uno de estos dos rabinos, en ese momento, dispuso que todo ese vino estaba prohibido no sólo para ser bebido sino también para ser vendido. Quedaba totalmente prohibido. Sin embargo, el otro sabio, permitía ese vino incluso para ser tomado por judíos. 

¿Cómo puede ser? Y esa es la pregunta central. Ante una misma situación, dos sabios de la misma generación partícipes en el momento en que el hecho ocurrió, toman dos posiciones diametralmente opuestas. Rabi Ioshua ben Levi, incluso argumenta, que ambos sabios tienen motivos suficientes y sólidos para sostener cada una de sus opiniones. El que prohibió el vino, sostenía que el no judío pensaba que rabinos de semejante categoría no podían estar tomando cerveza ya que esta bebida era considerada como inferior respecto del vino (señalemos aquí que el no judío no podía ver qué bebida estaba sirviendo ya que era de noche). Por lo cual el goi debió haber pensado que estaba sirviendo vino y a través del tacto lo "convirtió" en iayin nesej. Sin embargo, el que permite incluso que el vino sea tomado por judíos, sostenía que el no judío debió haber pensado que rabinos eruditos no le podrían haber pedido a un gentil que les sirva vino, por lo cual seguramente él pensaba que era cerveza. Y en este sentido, comentan los sabios, si el no judío no sabe que lo que está tocando es vino no puede volver "impuro" al vino. 

El Ramá, comentarista del Shuljan Aruj, en el siglo XV al comentar este pasaje talmúdico dice que en sus días cuando la gran mayoría de los pueblos no son idólatras, ya que son o bien cristianos o bien musulmanes, si estos llegan a tocar el vino "sin intención" este aún permanece como permitido para los judíos. Cuánto más, debiéramos decir nosotros, seis siglos después que todos los varones y mujeres, no judíos, a nuestro alrededor no son idólatras y nunca en su vida realizaron libaciones paganas, por este motivo incluso si tocaran el vino "con intención" y a sabiendas el mismo no debiera perder su estatus de Kasher (apto); ya que como vimos en el relato estudiado, todo depende de las percepciones y de nuestras creencias y no de leyes divinas. 

domingo, 21 de octubre de 2012

Avodá Zará 57 - Esencias vs Nominaciones

A lo largo de la historia de la filosofía y del pensamiento occidental podemos encontrar dos grandes formas de pensamiento. Los esencialistas y los nominalistas. Los primeros concebían que las cosas, las personas y todo aquello que describían estaban constituidas por esencias. En cambio los nominalistas comprendían que la realidad circundante no estaba constituida por esencias sino que eran construcciones que los seres humanos creabana través de su lenguaje. La visión respecto del goi (gentil - no judío) en la tradición talmúdica también se ve inmersa en esta dicotomía del pensamiento.

En nuestro Daf tenemos, creo yo, un ejemplo donde ambas corrientes de pensamiento interactuan y se confrontan. El tema en cuestión es el iayin nesej, el vino que se hace prohibido si un goi (idólatra en este caso) lo toca ya que para los sabios existe la presunción de que éste podría haber sido usado para libaciones paganas. Rab nos dice que si un niño no judío de apenas un día de vida toca un vino kasher lo convierte en prohibido, lo hace iayin nesej. Claramente aquí estamos ante una visión esencialista del no judío. Rab considera que el no judío es "idólatra" por "naturaleza" y que tiene algo en su esencia misma que hace que cualquier vino que toque se vuelva impuro para el consumo de los judíos. Esto es así ya que claramente un niño de un día de vida no tiene la intención, cuando toca una vid o una botella de vino, de hacer con ello una libación pagana. Sin embargo Rab en su filosofía escensialista considera que porque es "goi" tan solo a través del roce, aunque tenga un sólo día, impurifica al vino. 

Rab Shimi, sin embargo, le contesta a Rab y pone en jaque su linea de pensamiento al citar una Braita que dice: quien adquiere esclavos de un goi y los circuncida pero no les hace la Tevilá (el baño ritual para completar la conversión) si este es adulto, y toca el vino de un judío, este se vuelve prohibido mas si es "pequeño" el vino no se impurifica. La diferencia, entre un adulto y un chico, para Rab Shimi es que los primeros saben de qué se trata la idolatría y sus ídolos  mientras que los más pequeños desconocen todo acerca del paganismo. Por lo cual, en esta mirada nominalista de la realidad, los más pequeños no pueden convertir a través del tacto el vino en iayin nesej ya que, más allá de que todavía sean no judíos, no tienen tampoco la conciencia de lo que es una libación pagana por lo cual su acción no puede conllevar el intento de esta práctica. Como dijimos, una mirada no esencialista de la realidad. 

Para terminar es interesante lo que plantea al respecto el sabio Shmuel, él comenta que aunque uno compre un esclavo de un no judío, lo circuncide y le haga la Tevilá, o sea que ya son "plenamente" judíos, estos todavía convierten al vino, si lo tocan, en iayin nesej hasta el momento en que se "diluya la idolatría de sus bocas". Lo que dice Shmuel es que más allá de que a través de una práctica formal uno adquiera un nuevo estatus (en este caso la condición de ser judíos), las prácticas a las que estamos acostumbrados no se alteran con facilidad por lo cual debemos dejar pasar un tiempo para estar seguros de que uno se "olvidó" de lo que eran las prácticas paganas y las libaciones de vino a diversos dioses. ¿Y cuánto es ese tiempo?, se preguntaron los sabios. Doce meses, es la respuesta. Este es el tiempo formal y tradicional sobre el cual los sabios talmúdicos consideran que un individuo comienza a "olvidarse" de las cosas. Es también, como pueden advertir, es el tiempo en el cual un individuo hace Kadish por una persona que falleció. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Avodá Zará 56 - Haciendo vino patero

Luego de los últimos post que hablamos de teoría, de filosofía y de teología es hora de volver a poner los pies sobre la tierra; salvo que esta vez pondremos los pies sobre las uvas. Tiempo de volver a la halajá y el vino.

Como ustedes recordarán uno de los alimentos/bebidas más problemáticos para los sabios del Talmud fue el vino. El vino (iaiyn) era un elemento que se encontraba en casi todos los hogares, una bebida típica de la zona. Los había caros y baratos, fuertes y suaves, pero siempre estaban. Se utilizaban para alegrar encuentros, para curar enfermedades y también para libaciones paganas. Y este último punto era el gran problema. Los sabios de la Mishná y del Talmud buscaban que los judíos no consumiesen vino producido por no judíos, llamado Iaiyn Nesej, ya que suponían que estos lo utilizaban para libaciones paganas. 

No obstante lo antes mencionado una nueva Mishná y su comentario de la Guemará intentarán resolver una cuestión delicada. Buscaran definir "exactamente" en qué momento el vino se vuelve vino, y en este sentido, en qué momento la vid se transforma en Iaiyn Nesej si entra en contacto con un pagano. Un sabio anónimo de la Mishná nos dice que un judío puede comprarle a un no judío un lagar de vid lleno de uva ya que la uva no se convierte en Iaiyn Nesej sino hasta el momento que la misma cae en un cubo (luego de ser prensada y pisada). Los sabios también enseñan que se puede pisar la uva con un gentil pero que no se puede salir a buscar uvas al campo con él. Pocas cosas quedan claras en esta discusión del Talmud, tampoco Rashí o los Tosafot se encontraron frente a un escenario sencillo a la hora de estudiar y comentar este fragmento. Sin embargo, lo que podemos decir por lo menos en primera instancia, es que el vino sólo se convierte en Iaiyn Nesej, en un vino prohibido, en el momento final de la etapa de elaboración del producto y no en sus inicios. 

Un detalle: el Talmud cuenta que un niño de tan solo seis años había estudiado el tratado de Avodá Zará y que los sabios de su generación le iban a consultar a él cuando tenían una duda ¿Cuán lejos estamos, no?

martes, 16 de octubre de 2012

Avodá Zará 55 - Olam Keminhago Noheg II

En nuestra Sugyia los sabios talmúdicos enfatizarán la noción de que Olam KeMinhagó Noheg, que el mundo se maneja según su curso natural y que D-s no altera la naturaleza por los actos de los justos o de los malvados. El Talmud presenta dos ejemplos para ilustrar esta idea:

Escenario I. Un hombre que robó una gran cantidad de granos y luego los esparce sobre la tierra, lo correcto (lo justo) sería que de aquella siembra no salga nada, que nada florezca de aquel hurto, de aquella acción perniciosa. Sin embargo, Olam KeMinhagó Noheg, la naturaleza sigue su curso y no importa si quien plantó fue un justo o un malvado, si la tierra es fértil de allí saldrán espigas y con eso el ladrón hará pan. Sin embargo, afirma la fe de los sabios de Israel, llegará el momento en el cual los malvados serán juzgados pero las leyes de la naturaleza no se alteran por sus acciones.


Escenario II. Un hombre que se acuesta con la mujer de un amigo, transgrediendo así una prohibición explicita de la Torá, no debería (en un mundo en el cual D-s interviene a cada momento) dejar embarazada a aquella mujer. No sería lo correcto que de una transgresión naciera una criatura. Sin embargo, nuevamente, Olam KeMinhagó Noheg, el mundo sigue su curso natural; y la mujer puede quedar embarazada. No obstante, los sabios insisten con fervorosa fe, creyendo que los malvados y transgresores, llegado el momento, serán juzgados por sus acciones. 

En la Sugyia que le sigue Raban Gamliel defenderá frente a un filosofo romano la teología judía y al D-s de Israel. El filosofo cita de la Torá diciendo que el D-s judío es un D-s celoso y entonces le pregunta ¿Por qué D-s cela de los idólatras y no de los objetos de idolatría? Se entiende que le pregunta en torno a por qué se castiga a los hombres que cometen idolatría y no a los objetos en sí mismos idolatrados. Raban Gamliel, como todo buen educador le responde con una parábola. Le dice: "Imagínate a un rey que tiene un hijo y este cría a un perro y lo llama con el nombre de su padre (el rey, una parábola de D-s). Llegado el caso el padre escucha que el hijo jura sobre el perro con el nombre de su padre (el perro, es una parábola del ídolo que se le atribuye el nombre del rey, o sea, D-s). En este caso con quién se enojaría el padre ¿Con el perro o con el hijo?" La parábola es contundente y muy enfática  El rey (o sea D-s) se enojaría con el hijo (o sea el idólatra) y no con el perro (el objeto de idolatría). A través de las parábolas la gente se entiende. 

Agripas (otro filósofo romano), vuelve a insistir sobre esta cuestión de un D-s celoso y le pregunta al mismo Raban Gamliel: "¿No es cierto que un sabio sólo tiene envidia de un sabio (y no de un tonto), o que un valiente sólo envidia a otro valiente, o un rico sólo envida a otro rico?" Este tal Agripas, para nada ingenuo, le está queriendo decir que si el D-s de Israel es un D-s celoso es porque las otras deidades también existen y tienen un poder similar al de Él, sino no tendría por qué ponerse celoso. Nuevamente con parábolas la gente se entiende y Raban Gamliel le comenta lo siguiente: "Imagínate a un hombre casado que se casa con otra mujer (recordemos que estamos en tiempos donde la poligamia está permitida), si la segunda esposa es más importante (hermosa o algo parecido) la primera no tendría por qué celar a su marido; sin embargo si la segunda esposa es menos importante (menos digna) que la primera, de seguro esta mujer se pondría celosa" ¿Por qué? Porque su marido la está dejando por una mujer menos digna que ella. Lo mismo pasa con D-s, siendo la mujer más importante, que es abandonada por su esposo, en este sentido el idólatra, que va y se acuesta con una mujer menos valerosa. Los celos siempre se convierten en un problema. 

domingo, 14 de octubre de 2012

Avodá Zará 54 - Olam Keminhago Noheg I

De la halajá práctica, como estuvimos viendo los últimos días, pasaremos ahora a estudiar una Hagadá teórica. Si la halajá, las normas, son las prácticas cotidianas de la vida judía, las Hagadot, las leyendas, son la base intelectual, filosófica y teológica sobre la que se sostiene aquella experiencia judía. La halajá depende de la hagadá para tener un sentido, y un sustrato, y la hagadá depende de la halajá para poder ser llevada a la práctica en acciones concretas. 

El Talmud nos presenta una Mishná que no trata sobre una problemática concreta sino sobre un debate más filosófico o teológico. Se cuenta que cierta vez, en el año 95 d.e.c cuatro sabios judíos visitaron la ciudad de Roma. Estos sabios, eran Raban Gamliel, Eleazar ben Azaria, Rabi Ioshua ben Janania y Rabi Akiva. Allí se entrevistaron con emperadores y filósofos romanos que los inquirieron con ciertas preguntas de índole teológico. Presten atención tanto a las preguntas como a las respuestas ya que todas son impactantes. 

Si Ds no desea la existencia de la idolatría ¿Por qué permite que sigan existiendo y no las destruye?, esta es la pregunta que le hacen en Roma a los sabios. La respuesta de los sabios judíos tiene dos partes. La primera es que argumentan que si estas cosas, que los paganos, idolatran no le fueran útiles al mundo D-s las destruiría. Pero, y siempre hay un pero, si los hombres idolatran a la luna, al sol y a las estrellas ¿D-s va a destruir el mundo por causa de los idiotas? Esta es la respuesta literal de los sabios. Los maestros judíos son perspicaces en la respuesta teológica que esta pregunta inquietante les presenta. Si D-s es todopoderoso y Él no desea la idolatría entonces podría sin problemas destruir todas aquellas fuentes de "idolatría", sin embargo Él no va a destruir su universo por idiotas (lease paganos) que alaban a Sus creaciones. 

Los filosofos romanos, que no eran ningunos tontos, retrucan con una nueva pregunta planteando lo siguiente: "Entonces que su D-s destruya aquellas cosas que los paganos idolatran que no son esenciales para el mundo!" Aquí los sabios están en un brete, ya que la respuesta anterior sólo contemplaba que el D-s Todopoderoso de Israel no destruía a los astros porque estos eran funcionales para la humanidad. ¿Pero si los idólatras hubieran alabado a una piedra inservible, sin ninguna utilidad práctica? Aquí los sabios vuelven a mostrar su ingenio y dicen: "si D-s destruyese aquellas cosas inservibles estaría fortaleciendo la fe de los paganos ya que pensarían que Él no destruye los astros porque estos son dioses". La respuesta es impactante y aparentemente convincente. ¿Quedaron convencidos?

El Talmud analiza esta misma historia pero le cambia el final. Cuando los sabios dicen que D-s no destruirá las cosas funcionales del mundo por el comportamiento de unos idiotas, el Talmud agrega una frase central para la teología judía y dicen "Olam KeMinhagó Noheg - El universo se maneja por su curso natural". D-s no puede destruir Su creación por mal comportamiento o por un mal uso del mismo por parte de los habitantes de este mundo. Sin embargo, continúan enseñando los sabios, la teología judía insiste que los idiotas, los que  vivan su vida de una manera equivocada, serán juzgados cuando llegue la hora. El universo se maneja por su curso natural, D-s no altera la realidad del mundo por los actos de los justos o de los malvados, de los sabios o de los tontos, sin embargo, la tradición judía afirma y cree profundamente en que en algún momento el hombre es juzgado por sus acciones. Yo reivindico esta creencia y esta fe milenaria de mi pueblo. 

viernes, 12 de octubre de 2012

Avodá Zará 53 - Anulando ídolos

¿Cómo se hace para anular un ídolo? ¿Cómo se hace para que un objeto, estatua o imagen  que fue usada para la idolatría pueda ser reutilizada? ¿Cómo se le anula la condición de "idolatría" a un objeto? Estas son las preguntas guías que nos conducirán a lo largo del estudio de este Daf. Los sabios talmúdicos trabajan principalmente sobre dos Mishnaiot que intentan explicar cómo se puede anular el estatus de Avodá Zará a una estatua. 

Lo primero que advierten los sabios es que un no judío puede anular sus estatuas y la de otros mientras que un judío no puede anular ni las propias ni la de otros. Esto lleva como consecuencia que cualquier estatua que fue idolatrada por un judío nunca podrá ser anulada de su condición de Avodá Zará por lo cual la única opción es enterrar la estatua, llevarla a una Genizá para que la misma pueda desaparecer. No obstante las estatuas o imágenes en posesión de los no judíos pueden ser anuladas y tanto los propietarios como otros no judíos, si estos eran paganos también, pueden anular la condición de Avodá Zará de aquellos objetos. 

Ahora bien, la pregunta principal es ¿cómo se hace? Una Mishná brinda la respuesta. La violencia es casi una condición necesaria para anular la idolatría de una escultura. Se puede: cortar un dedo, una oreja o la nariz de la imagen. Esta acción, aunque no destruye completamente la estatua, la desacraliza y así la anula. La idea de los sabios es que ya ningún idólatra le rendiría culto a una imagen desacralizada o mutilada. Sin embargo, y con este lenguaje continúa enseñándonos la Mishna, si uno le escupe, orina sobre la figura, la arrastra o le tira excremento (estos son los términos que utiliza el texto!) la figura no queda anulada. ¿Por qué? Porque estas acciones tienen una solución muy sencilla. Si uno escupe y luego llueve el escupitajo se pierde, lo mismo sucede con la orina o con el excremento. La estatua no queda dañada y anulada de manera permanente. 

Ahora bien, el Talmud discute que ocurre si la estatua es anulada no por una voluntad fehaciente por parte del idólatra sino por alguna otra razón. Qué ocurre por ejemplo si una pared cae sobre la estatua o bien si unos ladrones la roban. Los sabios, aunque con algunas divergencias, razonan que si no hay una intención premeditada a la hora de anular la escultura la misma no queda anulada. Si una pared cae sobre la estatua y la daña, los idólatras pueden arreglarla con facilidad. Y más aún, si los ladrones roban la estatua, ellos mismos pueden luego adorarla. Por lo que aprendemos para anular y modificar el estatus de cierto objeto o situación, es imprescindible tener una intención, una kavaná

jueves, 11 de octubre de 2012

Avodá Zará 52 - Beit Jonio

Uno de los nombres que recibía el Templo de Jerusalém era Beit HaBejira, la casa elegida. Esto tiene su referencia en el libro de Devarim donde se menciona en reiteradas oportunidades que D-s escogerá un lugar para que allí el pueblo de Israel pueda ofrecerle sacrificios. El lugar elegido fue uno de los montes de la ciudad de Jerusalem. Allí fue donde Shlomó construyó el Beit HaMikdash allá por el año 960 antes de la era común. El Tanaj prohibió desde entonces la existencia de otros santuarios (bamot) que no sean el Beit HaMikdash. Todo el culto debía pasar por Ierushalaim, el resto de los altares y santuarios, conjuntamente con sus sacerdotes, quedaron terminantemente prohibidos. 

En el exilio de Babilonia, allá por el siglo VI a.e.c, el pueblo de Israel no construyó altares fuera de Israel para ofrecer sacrificios y ofrendas a D-s. Sin embargo, nuestro Daf Yomi, nos cuenta que en el siglo II a.e.c un sacerdote de la estripe de Aharón, Jonio, que debía ocupar el lugar del sumo sacerdote, tuvo un conflicto con sus hermanos y con los judíos helenizantes de Judea y decidió, con permiso del rey Ptolomeo, construir un santuario en Egipto. Más precisamente en la ciudad de Leontopolis, Jonio construyó un altar llamado, por su creador, Beit Jonio. Este santuario fue construido como si fuera una réplica, aunque con algunas diferencias, del Templo de Jerusalem.

Los sabios del Talmud ante esta situación se plantean un serio problema. Ya que si bien el Talmud en el tratado de Menajot (109b) dicen que allí se ofrecían sacrificios al D-s de Israel por lo cual este no era un Templo pagano, realizar sacrificios fuera del Beit HaBejira, fuera de Ierushalaim, estaba terminantemente prohibido por el Tanaj. Si bien estos sacrificios no entraban dentro de la categoría de Avodá Zará por estar destinados al D-s de Israel y por ser hechos por un sacerdote de la estirpe de Aharón, los mismos de alguna forma debían estar prohibidos porque iban en contra de la prohibición de construir altares fuera de Jerusalem. Por este motivo en nuestra Guemará los sabios dicen que si bien los sacrificios allí no representaban Avodá Zará tanto los sacerdotes que oficiaban en las ceremonias como los utensillos que utilizaban quedaban prohibidos para su uso en el Beit Hamikdash. Allí es donde los sabios marcan un corte y hacen una diferenciación entre los sacrificios permitidos y los prohibidos. 

Por otra parte el Amorá Rabi Itzjak (en Meguilá 10a) dice que posteriormente a la destrucción del Beit HaMikdash la prohibición de construir altares fuera de Ierushalaim queda sin efecto por lo cual los sacrificios de Beit Jonio quedarían permitidos. Sin embargo, tan solo tres años después de la destrucción del Templo de Jerusalém, este santuario en Egipto fue destruido. 

Extra: Enseñaba Reish Lakish "Quien designa a un juez que no está capacitado es como quien planta una asherá (un árbol de idolatría) en medio del pueblo de Israel; y más aún, quien lo designa teniendo cerca a un sabio es como quien planta una asherá al lado de un mizbeaj (un santuario kasher para ofrecer sacrificios a D-s)"

martes, 9 de octubre de 2012

Avodá Zará 51 - Forma y concepto

¿Lo que importa son las formas o el concepto? Esta pregunta, eminentemente moderna, es también una pregunta en la mente de los sabios talmúdicos. Por supuesto esta inquietud gira en torno a la idolatría. Y la pregunta de los sabios sería la siguiente ¿Se considera idolatría el realizar cierta acción que no se condice con la forma habitual de rendir culto a cierta deidad? A continuación algunos ejemplos que nos ayudarán a ilustrar este dilema.

Los bastones y los ídolos. Al parecer había ciertos ídolos que se los adoraba con "bastones", arrojándoles bastones. No trayéndole sacrificios de animales u ofrendas vegetales sino de esa manera particular. En este sentido Rab nos enseña que frente a esta situación si a un judío se le quiebra un bastón frente a una escultura que se le rinde culto de esta manera, uno esta jaiav (obligado, en el sentido de que uno cometió idolatría), mientras que si simplemente lo arrojó, uno esta patur (exceptuado, en el sentido de que uno no cometió idolatría). El Talmud se pregunta luego cuál es la diferencia y establece que romperlo es como si uno hubiera hecho en el santuario una zebijá, como si uno hubiera degollado a un animal (partirlo) para entregarlo en sacrificio. Mientras que si uno meramente lo arroja no estaría haciendo una zeriká, como se hacía en el Templo de Jerusalém, porque la zeriká (el vertir sangre sobre el altar) solamente se realiza si lo que se arroja se divide en pedazos (en ese caso en gotas) y si el bastón no se rompe no se subdivide. Entonces aquí vemos que uno de los puntos centrales es que para que algo sea considerado idolatría se lo debe "idolatrar" de una manera similar a la forma que se realizaban sacrificios en el Beit Hamikdash. Y en este caso romper un bastón frente a una escultura sería como una zebijá, como degollar a un animal en el Beit Hamikdash.

Los saltamontes y los sacrificios. El Rambam codifica en relación a otro pasaje de nuestra página del día diciendo que si uno sacrifica un saltamontes frente a una escultura pagana uno está patur, o sea, no se lo considera como si hubiera realizado idolatría, a menos que a esa deidad la forma de idolatrarlo sea a través de los sacrificios de saltamontes. Como este animal es extraño y ajeno al ritual del Beit Hamikdash no se considera como idolatría si se ofrece ante una imagen pagana, a menos que este sea, por decirlo de alguna manera, "el Dios de las langostas" y la forma cúltica apropiada para rendirle tributo sea a través de estos animales. 

Los animales defectuosos. La Torá es muy celosa en relación a que los sacrificios que se deben llevar al Beit Hamikdash deben provenir de animales temimim (puros) sin ninguna magulladura o imperfección (mum). Por este motivo, y siguiendo la lógica que para que algo sea considerado idolatría esto debe tener una semejanza con el rito del Beit Hamikdash, si un judío ofrece un animal defectuoso, por ejemplo faltándole un miembro, a una deidad pagana esto no se considera idolatría porque tampoco sería calificado como una ofrenda en el Templo de Jerusalém.

Mercurio y los sacrificios. Como vimos, la deidad Mercurio de los romanos no era idolatrado con sacrificios animales sino mediante el arrojar de piedras. Sin embargo, con cuenta el Talmud, dándole un cierre a esta lógica imperante: si uno ofrece un sacrificio como uno lo hubiera hecho en el Beit Hamikdash a una deidad que por lo general no se la idolatra de esa manera igual uno esta jaiav y uno es considerado como un idolatrá. ¿Por qué? Porque imitó la forma que se le rinde culto al Dios de Israel en el Templo de Jerusalém frente a una deidad paga. 

En este sentido lo que importa es una mezcla entre el concepto y la forma; al parecer ambos no pueden ser escindidos. 

domingo, 7 de octubre de 2012

Avodá Zará 50 - Los caminos de la idolatría


File:Stèle de Mercure 01.JPG

Estamos estrenando un nuevo capitulo, el cuarto de este hermoso y conflictivo tratado. Nuestra primer Mishná comienza con las palabras de Rabi Ishmael (lo que le da el nombre a este capitulo). Este sabio prohíbe que un judío tenga provecho (hanahá) de las piedras que están cerca de la deidad romana Mercurio, si son tres o más. Si son dos el permitiría que uno las utilice. Sin embargo los sabios opinan que si estas piedras están de alguna forma conectadas con Mercurio están totalmente prohibidas (no importa la cantidad), mientras que si no parecen estar relacionadas con aquella deidad romana las mismas están permitidas. 

Al parecer el problema con estas piedras es que según los sabios los idólatras, en una forma de culto, le arrojaban a Mercurio piedras. Y estas piedras, entonces, por estar relacionadas con la idolatría quedaban prohibidas. La halajá queda según la opinión de los sabios. Si las piedras parecían estar en relación con aquella deidad quedaban prohibidas y NADA se podía hacer con ellas; sino las mismas estaban plenamente permitidas.

Ahora vayamos a ilustrar este conflicto con una historia. El Talmud nos cuenta que la casa del rey judío Ianai  que reinó sobre Iehuda en el siglo I a.e.c fue destruida. Allí pusieron una estatua de Mercurio y, como dijimos, con diversas piedras se le rendía culto. Ocurrió que luego vinieron ciertos idólatras que no le rendían culto a esta deidad por lo cual destruyeron la estatua y junto con todas las piedras "ofrecidas en ofrenda", construyeron caminos a lo largo de la ciudad. Los sabios judíos, ante esta situación, tomaron dos decisiones totalmente disimiles y enfrentadas. Algunos sabios optaron por nunca más caminar por aquellos caminos y senderos que fueron construidos con estas "piedras de Mercurio" ya que de hacerlo estarían sacando provecho de un producto que fue utilizado para la idolatría. Otros sabios, sin embargo, y sin sentirse menos que sus colegas, decidieron caminar por aquellas calles; ya que no veían que estaban trasgrediendo ningún precepto si lo hacían. El Talmud no logra solucionar estas dos posiciones antagónicas  Es más, cita una frase que dice Velit Nagar veLo bar Nagar Difrakina - No hay "artesano" (sabio) o hijo de "artesano" que pueda solucionar esta contradicción. 

Como suele enseñar un Rab: "hay problemas que se solucionan y otras que se administran". Al parecer los sabios del Talmud no podían solucionar su conflicto con la idolatría y lo único que podían hacer era "administrarlo" con diversas halajot que versen sobre el tema. Ante estos conflictos, aparentemente sin solución, siempre hay dos opociones: o endurecemos nuestra posición y decidimos no transitar los caminos o, por el contrario, nos calzamos los zapatos y salimos a caminar. Hoy en día hay judíos que deciden no caminar los caminos y los desafíos que la modernidad nos presenta, hay otros que se cargan el judaísmo en la espalda y se ponen a caminar. Está en vos elegir caminar por estos nuevos caminos o no. 

viernes, 5 de octubre de 2012

Avodá Zará 49 - No hay rescate

No hay rescate - o salvación - para la idolatría, esta al parecer era una noción fundamental de los sabios de la Mishná y del Talmud. Hay cosas que pueden salvarse y hay otras que no. Los objetos utilizados para celebraciones paganas eran algunas de esas cosas que no tenían salvación. Ein Pidion laAvodá Zará, no hay rescate para la idolatría recuerda en más de una oportunidad el Talmud en nuestro Daf Yomi. No hay nada que hacer. 

Una vez que algo fue usado para la idolatría es imposible "salvarlo" para que pueda ser reutilizado por un judío. Si por ejemplo, nos dice la Mishná, se agarra una simple astilla - por pequeña que esta fuera - de una asherá (de un árbol que fue utilizado para fines idolatras como veíamos los días pasados) y se la tira a un horno el mismo, si era la primera vez que se utilizaba, debe ser derribado. Incluso más, si allí había un pan queda absolutamente prohibido. No hay forma, dicen los sabios, de que algún objeto que tuvo contacto con la idolatría pueda ser "salvado" de alguna manera para ser utilizado por un judío. 

Incluso más nos dice el Talmud. Si vino kasher se mezcló con un vino usado para libaciones paganas (iyain nesej), todo ese vino debe ser vendido a un no judío. Luego de que este lo compre se debe dividir la plata entre lo que "pertenecía" al vino kasher y lo que "pertenecía" al iyin nesej. Si el no judío compró ambos vinos por 100 dólares y el 30% de ese vino era iyin nesej, si el judío quiere tener provecho de 70 dólares (el 70 % de lo que hubiera sido el vino kasher si no se hubiera mezclado) debe ir al mar muerto y arrojar allí los 30 dólares ya que él no puede tener ningún provecho de un producto de "idólatras". Como dijimos, no hay rescate para la idolatría.

Hadrán Alaj Kol HaTlamim - Terminamos así el tercer capitulo del tratado de Avodá Zará 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Avodá Zará 48 - La idolatría y la ecología


En la lucha contra la idolatría las consideraciones ecológicas no son muy relevantes, o así por lo menos lo podemos deducir de nuestro estudio del día de hoy. 

Antes que nada un poco de contexto. Era común en la antigüedad que los paganos le rindieran culto a los árboles o que por lo menos realicen en su sombra y a sus pies las diversas ceremonias paganas. El término hebreo para hablar de estos árboles utilizados con fines idólatras es "asherá". La Torá obliga a arrancar y quemar las asherot (plural) que fueron utilizadas con fines paganos. Sin embargo lo primero que hay que determinar es cómo se sabe si un árbol es simplemente un árbol o si el mismo es una asherá. Rab da una respuesta sencilla y dice que uno puede saberlo si ve a sacerdotes paganos paseándose y sentándose debajo de ciertos árboles pero sin tomar de ellos ningún fruto ya que considera que estos son sagrados.

Si en nuestra ciudad hay una asherá nos está prohibido a los judíos, según la Mishná, sentarnos en su sombra o pasar cerca de ellas ya que de esta manera uno estaría también sacando provecho (en este caso refugio del sol) de un elemento utilizado con fines idólatras. 

Otra de las Mishnaiot que trabaja sobre las asherot las divide en tres tipos. Las primeras, que están totalmente prohibidas, son las que fueron plantadas para hacer idolatría. Árboles especialmente concebidos para ser objeto de prácticas paganas. Otro tipo de asherot son los árboles que en un comienzo no fueron plantados con el fin de ser objeto de idolatría pero que sin embargo luego fueron tallados y recortados con tal fin, en este caso, para permitir la sombra y el uso del árbol uno debe cortar y anular todos los "agregados" que no eran originales al árbol para luego poder utilizarlo. Por último otro tipo de asherot son los árboles que no son objeto mismo de idolatría sino que son simplemente el lugar donde se realizan los actos paganos. Para poder utilizar estos arboles, lo que sugiere el Talmud, es que uno remueva de allí todos los objetos que fueron utilizados en las ceremonias paganas, quedando así el árbol permitido para todo uso.

martes, 2 de octubre de 2012

Avodá Zará 47 - Barricada contra la idolatría


En la lucha contra la idolatría no hay que ceder ni un solo centímetro; ésta parece ser la idea preponderante de los sabios talmúdicos. El problema es el siguiente: La Mishná plantea que si uno vive al lado de una casa donde se realizan ceremonias paganas y la pared, que comparten ambas casas, se derrumba, a uno se le genera un gran problema. 

Imaginemos dos casas que comparten una pared. Una de esas casas es un templo pagano y la otra casa es de un judío observante. Un fuerte terremoto destruye la pared que ambas estructuras compartían. La misma, para poder seguir siendo habitada debe ser reconstruida por el judío pero he aquí un grave problema halájico. Estuvimos viendo en los últimos posts que un judío no puede tener provecho o usufructo alguno de un producto con el cual se realizó una actividad idólatra. La pared en este caso fue parte de una casa donde se realizaban fiestas y ceremonias paganas, por lo cual aquellos ladrillos quedan inhabilitados para ser usados. El primer tema queda resuelto. Cuando el judío erija nuevamente la pared no puede utilizar los mismos ladrillos que había antes porque estos le están "prohibidos".

Sin embargo otro problema se presenta. Si uno levanta la pared nuevamente, en el mismo lugar que estaba, si bien esto ayudará al judío a reconstruir su hogar también ayudará a que se reconstruya un templo pagano; y esto genera más de un dilema. Por cuanto, como también hemos visto, un judío no puede ayudar y ser participe de alguna manera en que otros cometan idolatría. Y levantando esta pared uno estaría ayudando a que no judíos incumplan uno de los siete mandamientos universales, algo que está prohibido totalmente por los sabios del Talmud. Ahora bien, la Mishná encuentra una solución. El judío al reconstruir su hogar debe levantar la pared unos metros más adentro para dejar de ser lindera con la pared del templo pagano y si estos quieren reconstruir su santuario deberán levantar una pared ellos mismos. Segundo problema resuelto, ahora la pared sólo la construimos para nuestro hogar y no para el de ellos.

Los sabios del Talmud no se satisfacían con facilidad y encuentran otro nuevo problema. Imaginemos ahora que el judío levanta la nueva pared 2 metros más adentro de su hogar. Esto provocaría que los idólatras tengan un beneficio y puedan expandir su templo 2 metros más. Y tal como uno no puede tener beneficio ni ayudar a los idólatras tampoco uno puede dejarle margen para que se sigan expandiendo. Esto lleva a los sabios del Talmud a decir que en esos dos metros de margen que dejo el judío al reconstruir su pared debe plantar yuyos y diversas plantas que hagan inutilizable el lugar para así los idólatras no pueden tener ningún beneficio de aquel espacio. 

Como dijimos antes, en la batalla contra la idolatría los sabios judíos no ceden ni un centímetro.