Por lo general, los que hacemos apología de la diversidad de opiniones en el Talmud citamos las historias y las controversias entre Hilel y Shamai. En el día de hoy les presento una controversia de las buenas, una de esas discusiones en las cuales un rabino permite absolutamente todo mientras que otro prohíbe absolutamente todo. O sea, genera dos realidades absolutamente opuestas y contrastables.
El relato. Dos rabinos se encontraban tomando vino y cierta vez pasa por allí un hombre y estos le dicen: "por favor, venga y sírvenos". Una vez que este buen hombre les sirve la bebida los sabios se enteran de que este señor era un goi, un no judío, y de acuerdo a la ley tradicional de aquellos días si un no judío tocaba un vino apto para el consumo de los judíos lo volvía prohibido por ser considerado un vino de libaciones (iayin nesej). Uno de estos dos rabinos, en ese momento, dispuso que todo ese vino estaba prohibido no sólo para ser bebido sino también para ser vendido. Quedaba totalmente prohibido. Sin embargo, el otro sabio, permitía ese vino incluso para ser tomado por judíos.
¿Cómo puede ser? Y esa es la pregunta central. Ante una misma situación, dos sabios de la misma generación partícipes en el momento en que el hecho ocurrió, toman dos posiciones diametralmente opuestas. Rabi Ioshua ben Levi, incluso argumenta, que ambos sabios tienen motivos suficientes y sólidos para sostener cada una de sus opiniones. El que prohibió el vino, sostenía que el no judío pensaba que rabinos de semejante categoría no podían estar tomando cerveza ya que esta bebida era considerada como inferior respecto del vino (señalemos aquí que el no judío no podía ver qué bebida estaba sirviendo ya que era de noche). Por lo cual el goi debió haber pensado que estaba sirviendo vino y a través del tacto lo "convirtió" en iayin nesej. Sin embargo, el que permite incluso que el vino sea tomado por judíos, sostenía que el no judío debió haber pensado que rabinos eruditos no le podrían haber pedido a un gentil que les sirva vino, por lo cual seguramente él pensaba que era cerveza. Y en este sentido, comentan los sabios, si el no judío no sabe que lo que está tocando es vino no puede volver "impuro" al vino.
El Ramá, comentarista del Shuljan Aruj, en el siglo XV al comentar este pasaje talmúdico dice que en sus días cuando la gran mayoría de los pueblos no son idólatras, ya que son o bien cristianos o bien musulmanes, si estos llegan a tocar el vino "sin intención" este aún permanece como permitido para los judíos. Cuánto más, debiéramos decir nosotros, seis siglos después que todos los varones y mujeres, no judíos, a nuestro alrededor no son idólatras y nunca en su vida realizaron libaciones paganas, por este motivo incluso si tocaran el vino "con intención" y a sabiendas el mismo no debiera perder su estatus de Kasher (apto); ya que como vimos en el relato estudiado, todo depende de las percepciones y de nuestras creencias y no de leyes divinas.
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