Estamos estrenando un nuevo capitulo, el cuarto de este hermoso y conflictivo tratado. Nuestra primer Mishná comienza con las palabras de Rabi Ishmael (lo que le da el nombre a este capitulo). Este sabio prohíbe que un judío tenga provecho (hanahá) de las piedras que están cerca de la deidad romana Mercurio, si son tres o más. Si son dos el permitiría que uno las utilice. Sin embargo los sabios opinan que si estas piedras están de alguna forma conectadas con Mercurio están totalmente prohibidas (no importa la cantidad), mientras que si no parecen estar relacionadas con aquella deidad romana las mismas están permitidas.
Al parecer el problema con estas piedras es que según los sabios los idólatras, en una forma de culto, le arrojaban a Mercurio piedras. Y estas piedras, entonces, por estar relacionadas con la idolatría quedaban prohibidas. La halajá queda según la opinión de los sabios. Si las piedras parecían estar en relación con aquella deidad quedaban prohibidas y NADA se podía hacer con ellas; sino las mismas estaban plenamente permitidas.
Ahora vayamos a ilustrar este conflicto con una historia. El Talmud nos cuenta que la casa del rey judío Ianai que reinó sobre Iehuda en el siglo I a.e.c fue destruida. Allí pusieron una estatua de Mercurio y, como dijimos, con diversas piedras se le rendía culto. Ocurrió que luego vinieron ciertos idólatras que no le rendían culto a esta deidad por lo cual destruyeron la estatua y junto con todas las piedras "ofrecidas en ofrenda", construyeron caminos a lo largo de la ciudad. Los sabios judíos, ante esta situación, tomaron dos decisiones totalmente disimiles y enfrentadas. Algunos sabios optaron por nunca más caminar por aquellos caminos y senderos que fueron construidos con estas "piedras de Mercurio" ya que de hacerlo estarían sacando provecho de un producto que fue utilizado para la idolatría. Otros sabios, sin embargo, y sin sentirse menos que sus colegas, decidieron caminar por aquellas calles; ya que no veían que estaban trasgrediendo ningún precepto si lo hacían. El Talmud no logra solucionar estas dos posiciones antagónicas Es más, cita una frase que dice Velit Nagar veLo bar Nagar Difrakina - No hay "artesano" (sabio) o hijo de "artesano" que pueda solucionar esta contradicción.
Como suele enseñar un Rab: "hay problemas que se solucionan y otras que se administran". Al parecer los sabios del Talmud no podían solucionar su conflicto con la idolatría y lo único que podían hacer era "administrarlo" con diversas halajot que versen sobre el tema. Ante estos conflictos, aparentemente sin solución, siempre hay dos opociones: o endurecemos nuestra posición y decidimos no transitar los caminos o, por el contrario, nos calzamos los zapatos y salimos a caminar. Hoy en día hay judíos que deciden no caminar los caminos y los desafíos que la modernidad nos presenta, hay otros que se cargan el judaísmo en la espalda y se ponen a caminar. Está en vos elegir caminar por estos nuevos caminos o no.
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