En el contexto de diferentes historias sobre sabios que estudiaban el Maase Merkavá, los secretos místicos y esotéricos de la Torá, se nos narra la famosa historia de los cuatro sabios que ingresaron al Pardes (Pardes es una palabra de origen persa que significa un lugar protegido pero desde que la versión de la Septuaginta tradujera el término Gan Eden/Jardín del Eden como Pardes en diversas lenguas este término comenzó a hacer referencia al paraíso). En aquel mítico lugar donde residía Dios estos cuatro sabios tienen diversas experiencias místicas con resultados disimiles. De los cuatro sabios uno muere, otro pierde la cordura, uno sale en paz y el último se vuelve hereje. De este último quiero hablar hoy.
Elisha ben Abuya, un gran sabio del siglo I d.e.c, es aquel que luego de su encuentro místico y de una visión que tiene abandona los caminos de la Torá y se vuelve el hereje más conocido del Talmud. Al parecer en aquel Pardes vio al arcángel Metatron sentado cerca del trono de Dios y pensó que verdaderamente había dos autoridades en el Cielo y no una. Y es así como este gran maestro comenzó entonces a dudar de todo lo que alguna vez había aprendido sobre el monoteísmo y la existencia de un único poder supremo que juzga el mundo y se volcó hacia la idolatría. La gota que rebalsó el vaso es que aparte de esta visión escuchó cuando estaba saliendo de aquel mítico Pardes una voz que decía que todos aquellos que se arrepienten pueden volver a Dios... excepto él. Dios mismo al parecer ya no lo aceptaría devuelta aunque se arrepintiese.
Esta "voz" lo hace reflexionar y como sabe que no podrá obtener el mundo venidero decide entonces disfrutar de este mundo. ¿Qué hace? Va y se acuesta con una prostituta. Si no entrará al paraíso por lo menos disfrutará, piensa él, de todos los placeres que este mundo terrenal puede ofrecerle. La prostitua en un momento lo reconoce y le pregunta si acaso él no es el famoso sabio Elisha ben Abuya. Él para despistarla arranca unos tallos del suelo y como aquel día era Shabbat y esta es una tarea prohibida en el día sagrado la prostituta se dice para si misma: "Este es otro (Ayer Hu)", ya que un sabio nunca arrancaría algo del suelo intencionalmente durante Shabbat. Y es así como esta prostituta apoda para la eternidad a Elisha ben Abuya con el término "Ajer" (otro). Así será conocido este sabio, convertido en apostata, de ahora en más. Simplemente como Ajer, el otro.
Aunque Ajer había abandonado los caminos de la Torá para su estudiante predilecto el gran Rabí Meir él seguía siendo Elisha ben Abuya y él quería seguir aprendiendo Torá de su maestro. El Talmud nos relata varias preguntas que Rabí Meir le hace a su maestro-hereje y como él sigue abrevando de su Torá. En una de las historias más conmovedoras durante Shabbat Rabí Meir seguía a pie a su maestro Ajer mientras él andaba en caballo (algo prohibido durante Shabbat) estudiando y aprendiendo de su maestro. En un momento Ajer se detiene y le dice que Rabí Meir no debe seguir avanzando porque estaría transgrediendo el Tjum Shabbat (la distancia máxima que una persona puede andar en Shabbat en una zona no habitada). Ajer, aunque él se había vuelto hereje, desea proteger a su alumno Meir para que él no transgreda la ley judía.
El Talmud después se pregunta como puede ser que Meir seguía estudiando de Ajer si este era un hereje y en términos generales uno solo debe estudiar Torá de una persona integra y observante. Varios maestros dan diversas razones por las cuales Rabí Meir entendía que aunque su maestro se había volcado a la herejía aún había mucha Torá que aprender de él. La cita más famosa y conmovedora al respecto es cuando enseñan que Rabí Meir comparaba su estudio con Ajer como aquel que encuentra una granada, tira su cascara pero come su fruta. De la misma forma Rabí Meir tenía la capacidad de desechar la parte externa de Ajer (su herejía) pero aún así podía disfrutar y absorber su Torá, sus conocimientos interiores. ¡Que podamos siempre aprender de todos! ¡Que podamos siempre desechar la cascara y comer del fruto!
Sea Tu voluntad Adonai, Dios mío, que por mi causa nadie cometa un error, y que no yerre en alguna cuestión de Halajá y que por dicho motivo mis compañeros se burlen de mi, y que no diga que lo impuro es puro ni que lo puro es impuro, y que mis compañeros no tropiecen en una cuestión de halajá y que yo me burle de ellos. (Talmud, Brajot 28b)
miércoles, 13 de junio de 2018
martes, 12 de junio de 2018
Jaguigá 14 - De guerreros a sabios
Una de las transformaciones en la historia judía más fundamentales es el modelo de liderazgo y concepto de héroe entre la Biblia y el Talmud. En la Biblia el líder, y el héroe, es el hombre fuerte y valiente, el rey y el líder militar. En cambio en los tiempos rabínicos, cuando la sociedad judía había perdido autonomía y los nuevos líderes de la comunidad eran eruditos bíblicos y no grandes guerreros, los sabios tuvieron que recurrir a la exegesis bíblica para "sustentar" su modelo de liderazgo y sus "heroes contemporáneos" en la propia Biblia. Donde la Biblia habla de heroes militares la tradición rabínica leerá sabio. Un claro ejemplo de este fenómeno es la famosa cita de Pirkei Avot (4:1): " ¿Quién es fuerte? El que domina su inclinación, según está escrito: mejor es el paciente que el fuerte, y quien domina su espíritu (es mejor que: quien conquista una ciudad (Proverbios 16:32)" El fuerte, el poderoso, el héroe, en la tradición rabínica no podía ser el fuerte bíblico (los personajes como Shimshon, el Rey David o Ieoshua) ya que ellos carecían de aquellas características por lo cual permutan el significado de fuerte de una característica física a una cualidad espiritual interna. Esta transformación del "héroe bíblico" al "héroe rabínico" se puede ver claramente en la interpretación rabínica de un pasaje de Isaías que se encuentra en nuestro folio talmúdico:
"Porque he aquí que el Señor Adonai de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores." (Isaías 3:1-4)
El sentido literal del pasaje de Isaías es que Dios por su enojo contra el reino de Judea es que dejará a aquel territorio sin todos sus líderes espirituales, jurídicos, guerreros y políticos. Sin embargo la audaz pluma talmúdica transformará cada uno de estos conceptos en personajes de sus propios tiempos y de su propia cultura:
- Sustentador: Los maestros de la Biblia
- Fuertes: Los maestros de Mishná
- Todo sustento de pan: Los maestros de Talmud
- Todo socorro de agua: Los maestros de Agadá
- El valiente: Los maestros de la tradición halájica.
- El hombre de guerra: Los que hacen la "guerra de la Torá".
- Un juez: es un juez
- Un profeta: es un profeta.
- El adivinador: el rey.
- El anciano: Aquella persona que puede ocupar el puesto de líder de una academia rabínica.
- Capitán de cincuenta (Jamishim): El capitán de los libros de la Torá (Jumashim)
- Hombre de respeto: Aquel que por su honor su generación haya gracia.
- El consejero: Aquel que sabe intercalar los años y los meses.
- Artífice excepcional: Este es el estudiante que hace más sabio a su maestro por sus preguntas...
Y así continúa... la transformación es total. De líderes políticos y militares a líderes intelectuales y espirituales. Los rabinos, al comienzo de su liderazgo, debían encontrar sustento a su estilo de vida confinado al estudio riguroso de la Biblia siendo que la Biblia en ningún momento menciona si quiera la palabra rabino (maestro), ni el estudio de la Torá como una ocupación diaria... para tapar aquel agujero los rabinos reinterpretan los pasajes bíblicos para darse a ellos mismos autoridad. Una movida magistral.
lunes, 11 de junio de 2018
Jaguigá 13 - Maase Merkavá
El primer capítulo del libro del profeta Ezequiel es quizás la visión más mística y esotérica de toda la Biblia. Allí el profeta relata cómo cierta vez vio “la gloria divina” con cuatro seres con alas con caras de personas y animales, una carroza, fuego, luz y toda una serie de detalles sobre aquella visión. Esto es lo que los sabios rabínicos denominan “Maase Merkava” (La historia de la carroza). Según lo que ya vimos en la Mishná las autoridades rabínicas desincentivan el estudio de este pasaje de Ezequiel y decían que solamente una persona con una gran capacidad intelectual podía aprender estos pasajes. El Talmud llama a este pasaje, con otros pasajes de otros profetas y del libro de Daniel, “Sitrei Torá” (La parte oculta de la Torá). Estos pasajes con referencias místicas y esotéricas no debían según el Talmud ser estudiados por cualquiera sino solo por quienes sus estudios de muchos años les habían otorgado conocimientos profundos de las partes reveladas de las escrituras. Según el Talmud solo una persona que poseía las siguiente cinco características podía aprender de un maestro sobre “Maase Merkava”: “el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador.” (Isaías 3:3)
En resumidas cuentas, la Halajá determina que “nadie” debería enseñar en profundidad sobre estas visiones místicas por el temor a no comprender su significado y que este estudio pueda provocar que aleje al que lo estudia de la fe y de las prácticas rabínicas. Ahora bien, solamente a una persona avanzada en años y con sólidos estudios un maestro puede enseñarle los “Rashei Prakim”, las ideas generales, de aquel pasaje de Ezequiel y el estudiante deberá comprender “por sí mismo” sus significados profundos.
Lo que es interesante es que el Talmud luego de aclararnos que estos pasajes no deben ser estudiados nos trae una gran cantidad de reflexiones e interpretaciones sobre los diversos pasajes y términos de la visión de Ezequiel (del Maase Merkavá). Nos explican, para dar un ejemplo, que el término “Jashmal” es una suerte de fuego divino y que el término "Keruv" es la figura de un niño.
jueves, 7 de junio de 2018
Jaguigá 12 - Los siete cielos (Shiva Rekiim)
Maase Bereshit, la historia de la creación basada en Génesis 1, según la Mishná no puede ser enseñada frente a dos personas. La creación es un tema que pertenece al mundo esotérico y los sabios no querían que estos temas sobre “¿Qué hubo antes?”, “¿Cómo fue exactamente el proceso de la creación?”, o preguntas similares sean discutidas entre muchas personas. En este contexto el Talmud nos trae una gran cantidad de Midrashim y dichos de los sabios sobre la historia de la creación. Se nos cuenta por ejemplo, que el hombre primordial (Adam HaRishon) era de dimensiones descomunales, su cuerpo iba desde la tierra al cielo pero una vez que pecó al comer del fruto prohibido Dios disminuyó sus dimensiones.
Se nos dice también que en el primer día Dios creó 10 cosas entre las que se encuentran los cielos y la tierra, los abismos, la luz y la oscuridad, los vientos, el agua, el día y la noche. Muchos se preguntan por aquella luz del primer día ya que según la cronología bíblica Dios creó las luminarias el cuarto día. Algunos sabios responden que aquella luz primigenia era de una intensidad diferente, mucho más potente, y de un origen divino pero que luego cuando Dios vio al ser humano pecar en la generación del diluvio y de la torre de Babel decidió guardar esa luz para los justos. Otros sabios sin embargo nos dicen que efectivamente Dios creó las luminarias, el sol entre otras, el primer día pero que la “colocó” en el firmamento en el cuarto día recién.
El Talmud nos cuenta también que el mundo fue creado con diez dimensiones entre las que se encuentran la sabiduría, el discernimiento, la inteligencia, la fuerza, la justicia, la misericordia y la bondad. También hay un bello Midrash sobre uno de los nombres de Dios: Shadai. Según este Midrash Dios se encontraba en el proceso de crear un mundo infinito, sin comienzo ni fin pero en un momento dijo “basta” (Dai en hebreo) y decidió crear un mundo limitado y es por eso que su nombre es Shadai, ya que él le dijo al mundo “basta”. Y así muchos otros Midrashim acerca de la creación son traídos en estos folios.
Ahora bien, quisiera detenerme en uno de estos pasajes de forma particular. Los siete cielos. Según la tradición midrashica y mística judía los cielos no son “uno solo” sino que están compuestos por siete cielos, uno más elevado que el otro, en el cual en cada uno se sitúa algún otro elemento. Quisiera repasar con ustedes los nombres de estos siete cielos y “que se encuentra allí” según esta tradición rabínica:
Se nos dice también que en el primer día Dios creó 10 cosas entre las que se encuentran los cielos y la tierra, los abismos, la luz y la oscuridad, los vientos, el agua, el día y la noche. Muchos se preguntan por aquella luz del primer día ya que según la cronología bíblica Dios creó las luminarias el cuarto día. Algunos sabios responden que aquella luz primigenia era de una intensidad diferente, mucho más potente, y de un origen divino pero que luego cuando Dios vio al ser humano pecar en la generación del diluvio y de la torre de Babel decidió guardar esa luz para los justos. Otros sabios sin embargo nos dicen que efectivamente Dios creó las luminarias, el sol entre otras, el primer día pero que la “colocó” en el firmamento en el cuarto día recién.
El Talmud nos cuenta también que el mundo fue creado con diez dimensiones entre las que se encuentran la sabiduría, el discernimiento, la inteligencia, la fuerza, la justicia, la misericordia y la bondad. También hay un bello Midrash sobre uno de los nombres de Dios: Shadai. Según este Midrash Dios se encontraba en el proceso de crear un mundo infinito, sin comienzo ni fin pero en un momento dijo “basta” (Dai en hebreo) y decidió crear un mundo limitado y es por eso que su nombre es Shadai, ya que él le dijo al mundo “basta”. Y así muchos otros Midrashim acerca de la creación son traídos en estos folios.
Ahora bien, quisiera detenerme en uno de estos pasajes de forma particular. Los siete cielos. Según la tradición midrashica y mística judía los cielos no son “uno solo” sino que están compuestos por siete cielos, uno más elevado que el otro, en el cual en cada uno se sitúa algún otro elemento. Quisiera repasar con ustedes los nombres de estos siete cielos y “que se encuentra allí” según esta tradición rabínica:
- Vilon: Aquí no hay “nada”, pero es la parte del cielo que deja entrar al sol y a la luna cada día para renovar la creación diariamente con el día y la noche.
- Rakia: Aquí se encuentra el sol, la luna y las constelaciones.
- Sejakim: Aquí hay molinos que muelen la maná para los justos.
- Zevul: Aquí se encuentra la Jerusalén celestial con su Templo, su altar y con sacrificios diarios que son ofrecidos por el ángel Mijael.
- Maon: Aquí se encuentran los ángeles ministeriales que pasan sus noches cantando y sus días en silencio para no competir con las plegarias de los humanos.
- Majon: Aquí se encuentran las cámaras de la nieve, el granizo, los vientos, el fuego… es decir de todos los fenómenos climatológicos que provienen “de las alturas”.
- Aravot: En el último cielo, en el más elevado de todos, se encuentra la justicia, la rectitud y la Tzedaká, también se encuentra allí la fuente de la vida, de la paz y de la bendición conjuntamente con las almas de los justos, de las vidas aún por nacer y del rocío con el que Dios hará resurgir a los muertos.
miércoles, 6 de junio de 2018
Jaguigá 11 - “No exponemos…”
Comenzamos aquí un nuevo capítulo del tratado de Jaguigá. Este capítulo comienza con una Mishná muy famosa que da nombre a todo el capítulo “Ein Dorshin” (No exponemos). Está Mishná nos dirá que hay ciertos temas que no se deben exponer, enseñar o explicar frente a un gran número de personas. Por ejemplo se nos dice que las leyes sobre relaciones sexuales prohibidas (Araiot) no pueden ser explicadas con tres personas, la tematica de la creación (Maase Bereshit) con dos, y el pasaje mísitco de la visión de Ezequiel (Maase Merkava) ni si quiera con uno mismo (a menos que uno sea un sabio y comprenda las cosas por su propia cuenta).
Está Mishná es díficl de comprender por dos motivos (1) ¿Por qué estos temas no pueden ser explicados o enseñados frente a un grupo mayor de personas? (2) La sintaxis de los números y cuántas personas realmente pueden o no pueden estudiar conjuntamente cada uno de estos temas.
El Talmud intentará comprender más profundamente la Mishná y responden primero a la segunda pregunta que nos hicimos. La Mishná dice “Ein Dorshin… beShosha...beShnaim... beIajid”, es decir, “No exponemos con tres, con dos ni individualmente…”. Esto querría decir que tres personas no pueden estudiar juntos el tema de Araiot, dos personas no pueden estudiar juntos el Maase Bereshit y una persona no puede estudiar individualmente Maase Merkavá. Esta lectura trae varias complicaciones por lo cual el Talmud sugiere que en realidad en vez del prefijo be (con) se debe leer le (a). Es decir “Ein Dorshin… LeShlosha”, de esta forma a la ecuación se le suma una persona en cada una de las categorías. Para dar un ejemplo un profesor no puede enseñarle a tres personas sobre relaciones sexuales prohibidas (teniendo así un total de cuatro y no tres).
Ahora bien ¿Por qué estos temas no pueden ser explicados frente a un gran número de personas? El Talmud intentará explicar cada uno de estos tres temas de forma separada y por criterios diferentes. Por ejemplo nos dirá que sobre el tema de las relaciones sexuales prohibidas, como el ser humano desea y es atraído por estas, si un profesor le esta enseñando a tres personas una puede estar prestando atención y los otros dos pueden empezar a conversar entre ellos perdiéndose así la explicación del maestro y corriendo el riesgo de cometer luego alguna transgresión. En mi humilde opinión el motivo por el cual los sabios no quieren que estos temas sean discutidos frente a muchas personas es por la sensibilidad de los mismos. Son temas complejos, esotéricos alguno de ellos, que deben ser estudiados en profundidad y “no son para cualquiera”. Los sabios de alguna forma consideran que ciertos temas no son para enseñar públicamente frente a una gran audiencia ya que la complejidad y sensibilidad de su contenido pueden ser malinterpretados por el oyente.
martes, 5 de junio de 2018
Jaguigá 10 - Leyes que penden en el aire
¿No sienten en ciertas oportunidades que las halajot rabínicas no tienen sustento en la Torá? ¿Qué muchas de las costumbres y reglamentaciones que seguimos, a base de los escritos rabínicos, estan desconectados de la Torá? Si lo sienten no son los únicos ni los primeros. Los rabinos hace unos 1800 años en los tiempos de la Mishná también lo sentían y así lo expresan.
En una nueva Mishná se nos habla de diversas leyes “rabínicas” y su conexión con la Torá. Por ejemplo se nos dicen que las leyes en relación a Hatarat Nedarim (la posibilidad de que un sabio anule los votos o promesas realizadas) se encuentran volando por el aire ya que no hay ninguna fuente de la Torá para respaldar esta práctica. Es decir, en la Torá una promesa es una promesa y si uno expresa un voto el mismo debe ser cumplido y no hay posibilidad de anularlo, sin embargo los sabios encontraron algunos recursos para anular las promesas y nuestra Mishná, honesta ella, nos dice que está ley rabínica no tiene ningún lugar en el cual sustentarse en la Torá. Las leyes sobre Shabbat, Jaguigá (el sacrificio) y Meilá (sacrilegio) son, nos cuenta la Mishná, como montañas que cuelgan de un pelo, ya que hay pocos versículos bíblicos que hablan sobre estos temas y una inmensa cantidad de Halajot al respecto. Los sabios nos dicen aquí que estas categorías que los rabinos hicieron montañas de ellas con cientos de leyes y especificaciones están conectadas solamente a través de un “pelo” de las escrituras ya que estas nos dan muy pocos detalles al respecto. Finalmente los juicios civiles, los sacrificios, los temas de pureza e impureza, y las relaciones sexuales prohibidas estas son “el corazón de la Torá” (en hebreo la expresión que se utiliza es Gufei HaTorá, el cuerpo de la Torá) ya que hay decenas y centenas de versículos en los cuales los sabios se apoyan para basar sus reglamentaciones.
Algunas generaciones después, ya en los tiempos del Talmud, los sabios se sienten incómodos al decir que los rabinos podrían haber “inventado” centenas de leyes sin basarse o apoyarse en las palabras de la Torá e intentan argumentar que sí hay apoyaturas textuales para la anulación de los votos, para las leyes de Shabbat, para el sacrificio de Jaguigá, etc. Los ejemplos y argumentos que traen, permítanme decir, no son muy convincentes que digamos. Lo importante, me parece, más que el intento apologético de los amoraim de justificar el proceso rabínico y su conexión con la Torá, es reconocer la honestidad intelectual y la libertad de pensamiento de los tanaim que en la Mishná son claros al decir que hay ciertas costumbres, tradiciones y leyes rabínicas que su origen no se encuentra muy fundamentado en la Torá. ¡Y que eso está bien! Honestidad intelectual más que apología. Eso es lo que necesita nuestro judaísmo hoy.
En una nueva Mishná se nos habla de diversas leyes “rabínicas” y su conexión con la Torá. Por ejemplo se nos dicen que las leyes en relación a Hatarat Nedarim (la posibilidad de que un sabio anule los votos o promesas realizadas) se encuentran volando por el aire ya que no hay ninguna fuente de la Torá para respaldar esta práctica. Es decir, en la Torá una promesa es una promesa y si uno expresa un voto el mismo debe ser cumplido y no hay posibilidad de anularlo, sin embargo los sabios encontraron algunos recursos para anular las promesas y nuestra Mishná, honesta ella, nos dice que está ley rabínica no tiene ningún lugar en el cual sustentarse en la Torá. Las leyes sobre Shabbat, Jaguigá (el sacrificio) y Meilá (sacrilegio) son, nos cuenta la Mishná, como montañas que cuelgan de un pelo, ya que hay pocos versículos bíblicos que hablan sobre estos temas y una inmensa cantidad de Halajot al respecto. Los sabios nos dicen aquí que estas categorías que los rabinos hicieron montañas de ellas con cientos de leyes y especificaciones están conectadas solamente a través de un “pelo” de las escrituras ya que estas nos dan muy pocos detalles al respecto. Finalmente los juicios civiles, los sacrificios, los temas de pureza e impureza, y las relaciones sexuales prohibidas estas son “el corazón de la Torá” (en hebreo la expresión que se utiliza es Gufei HaTorá, el cuerpo de la Torá) ya que hay decenas y centenas de versículos en los cuales los sabios se apoyan para basar sus reglamentaciones.
Algunas generaciones después, ya en los tiempos del Talmud, los sabios se sienten incómodos al decir que los rabinos podrían haber “inventado” centenas de leyes sin basarse o apoyarse en las palabras de la Torá e intentan argumentar que sí hay apoyaturas textuales para la anulación de los votos, para las leyes de Shabbat, para el sacrificio de Jaguigá, etc. Los ejemplos y argumentos que traen, permítanme decir, no son muy convincentes que digamos. Lo importante, me parece, más que el intento apologético de los amoraim de justificar el proceso rabínico y su conexión con la Torá, es reconocer la honestidad intelectual y la libertad de pensamiento de los tanaim que en la Mishná son claros al decir que hay ciertas costumbres, tradiciones y leyes rabínicas que su origen no se encuentra muy fundamentado en la Torá. ¡Y que eso está bien! Honestidad intelectual más que apología. Eso es lo que necesita nuestro judaísmo hoy.
lunes, 4 de junio de 2018
Jaguigá 9 - Lo torcido no se puede enderezar
"Lo torcido no se puede enderezar, y con lo incompleto no puede contarse" afirmaba aquel oscuro escritor de Kohelet-Eclesiastes (1:15). La Mishná no suele citar versículos bíblicos aunque en varias oportunidades, como es en nuestra Guemará del día, encontramos algunos de ellos. En una nueva Mishná nos encontramos con estas palabras atribuidas en la tradición judía al rey Salomon. El contexto es lo que los sabios llaman Tashlumim (compensaciones). Si uno, por ejemplo, no ofreció el sacrificio festivo el primer día de la festividad (cuando correspondía ofrecerlo) puede sin embargo en forma de Tashlumim ofrecer los sacrificios correspondientes durante todos los días subsiguientes dentro de la festividad. Ahora en el caso de que se hayan terminado los días festivos y esta persona no haya ofrecido los sacrificios no tiene ya la posibilidad de "reparar" su error con un sacrificio complementario. En este contexto cita la Mishná "Lo torcido no se puede enderezar". Hay errores que son posibles de reparar, hay otros que no.
El Talmud discutirá más en profundidad cuales son otros ejemplos del principio de Kohelet sobre "Lo torcido no se puede enderezar" (Meuvat Lo Iujal Litkon). Por ejemplo si uno se acuesta con una mujer que estaba prohibida para él y tienen un hijo, aquel hijo será un mamzer (bastardo) y no hay forma de reparar aquel error por lo cual se aplica el concepto de que aquello que esta torcido no se puede enderezar. Frente a esta perspectiva hay otros errores como robar que pueden ser facilmente reparados al devolver lo robado y agregar un extra por los daños causados.
El Talmud continúa dando algunos ejemplos de Meuvat Lo Iujal Litkon diciendo que por ejemplo quien no lee el Shemá de la mañana, o de la noche, o quien no recita la plegaria de la mañana o de la noche, no puede reparar aquel error ya que "pasó" el tiempo predeterminado para aquella oración (sin embargo tal como puede haber Tashlumim de los Korbanot en algunos casos los rabinos permitirán si uno se olvidó de recitar cierta plegaria de repetir la Amidá en la siguiente oración). Según Rabi Shimon ben Iojai aquello que esta torcido no hace referencia a algo que intrinsecamente esta mal sino a algo que originalmente estaba derecho y luego fue torcido. Él da el ejemplo de un Talmid Jajam (de un sabio) que se aleja de la Torá. Un sabio, anteriormente "hecho y derecho", se lo llama torcido cuando se aleja de la Torá y para está persona no hay reparación. Rabí Iehuda Ben Lakish agrega al respecto que aquel estudiante de Torá que se aleja y abandona sus estudios y la observancia de sus preceptos es: "Cual ave errante lejos de su nidoes el hombre errante lejos de su hogar." (Proverbios 27:8). El hogar del pueblo judío se encuentra en la Torá, abandonar la Torá es abandonar el hogar.
El Talmud discutirá más en profundidad cuales son otros ejemplos del principio de Kohelet sobre "Lo torcido no se puede enderezar" (Meuvat Lo Iujal Litkon). Por ejemplo si uno se acuesta con una mujer que estaba prohibida para él y tienen un hijo, aquel hijo será un mamzer (bastardo) y no hay forma de reparar aquel error por lo cual se aplica el concepto de que aquello que esta torcido no se puede enderezar. Frente a esta perspectiva hay otros errores como robar que pueden ser facilmente reparados al devolver lo robado y agregar un extra por los daños causados.
El Talmud continúa dando algunos ejemplos de Meuvat Lo Iujal Litkon diciendo que por ejemplo quien no lee el Shemá de la mañana, o de la noche, o quien no recita la plegaria de la mañana o de la noche, no puede reparar aquel error ya que "pasó" el tiempo predeterminado para aquella oración (sin embargo tal como puede haber Tashlumim de los Korbanot en algunos casos los rabinos permitirán si uno se olvidó de recitar cierta plegaria de repetir la Amidá en la siguiente oración). Según Rabi Shimon ben Iojai aquello que esta torcido no hace referencia a algo que intrinsecamente esta mal sino a algo que originalmente estaba derecho y luego fue torcido. Él da el ejemplo de un Talmid Jajam (de un sabio) que se aleja de la Torá. Un sabio, anteriormente "hecho y derecho", se lo llama torcido cuando se aleja de la Torá y para está persona no hay reparación. Rabí Iehuda Ben Lakish agrega al respecto que aquel estudiante de Torá que se aleja y abandona sus estudios y la observancia de sus preceptos es: "Cual ave errante lejos de su nidoes el hombre errante lejos de su hogar." (Proverbios 27:8). El hogar del pueblo judío se encuentra en la Torá, abandonar la Torá es abandonar el hogar.
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