Para los tiempos del Talmud (Siglo V d.e.c) la Torá había sido canonizada hacía más de mil años. No había dudas sobre cuales eran aquellos libros que comprendían la Torá, los cinco libros de Moshé. Nadie discutía su orden o su santidad, era reconocido de forma unánime por todas las corrientes judías de la época como las palabras del Dios viviente. No ocurre lo mismo con los demás libros del Tanaj (Biblia). Excepto por la Torá todos los demás libros del Tanaj serán cuestionados y puestos en duda. Se preguntarán cual es el orden de aquellos y quien los escribió. Cual es su importancia y si merecen entrar dentro del canon bíblico.
Los profetas: ¿Cuál es el orden de los libros de los profetas? Si hoy agarramos un Tanaj veremos que el orden que allí se establece es muy diferente al orden que establecen como correcto según los sabios del Talmud. No conozco el motivo de está discrepancia. Los libros son los mismos más el orden es diferente. Según el Talmud el orden debería ser el siguiente: Ioshua, Shoftim, Shmuel y Melajim, luego Irmiahu, Iejezkel, Ishaiahu y al final los doce profetas menores. Los primeros tres libros siguen un orden cronologico. Luego de la muerte de Moshé vino su sucesor Ioshua y luego de este el tiempo de los Shoftim (jueces) hasta que apareció el profeta Shmuel e instauró (muy a su pesar) la monarquía. Los otros libros no siguen un orden estrictamente cronológico ya que por ejemplo Isaías profetizo antes que Jeremías. El orden dispuesto por los sabios es temático: como el libro de los Reyes termina con la destrucción del Templo inmediatamente le anexan el libro de Irmiahu que nos cuenta los horrores de la destrucción, luego le sigue el libro de Iejezkel que comienza narrando los horrores de la destrucción pero que termina su libro con palabras de consuelo; finalmente llegará Ieshaiahu donde todo su libro (o casi todo) serán palabras de consuelo. De lo malo a lo bueno, de la oscuridad a la luz, de la destrucción a la reconstrucción. Así debemos narrar nuestras historias, comenzando con lo malo (Puranut) y concluyendo con lo bueno (Nejama). De está misma forma está compuesta la Hagadá de Pesaj.
Los escritos: ¿Cuál es el orden de la última sección del Tanaj, los escritos? Rut, Salmos, Iob, Proverbios, Kohelet, Shir Hashirim, Eijá (llamado Kinot por el Talmud), Daniel, Ester, Ezra y Crónicas. Algunos datos para resaltar: este orden también es diferente al orden en que se encuentran estos libros en nuestras Biblias hoy en día. Por otro lado al parecer el libro de Ezra incluía en aquel entonces al libro de Nejemia que hoy es una unidad independiente dentro del texto bíblico.
¿Quién los escribió? Luego de ordenar los diversos libros del Tanaj los sabios del Talmud se preguntan sobre quien escribió cada uno de estos libros. Dios está ausente de sus cálculos. Hombres, profetas y sabios escribieron cada uno de los libros del Tanaj (quizás inspirados por Dios pero está suposición no se encuentra expresada en estos pasajes). Moshé escribió la Torá, Ioshua escribió su libro, Shmuel escribió su libro homónimo como también el libro de los Jueces y el de Rut. David escribió junto a 10 "asesores" el libro de los Salmos (según el Talmud incluso Adam, el primer hombre, escribió uno de aquellos salmos). El profeta Jeremias escribió su propio libro, el libro de los Reyes y las lamentaciones de Eija. El rey Jizkia escribió según el Talmud los libros del profeta Isaías, los proverbios, el cantar de los cantares y Kohelet (atribuidos normalmente en la sabiduría judía popular, estos últimos tres, al rey Shlomó). Los hombres de la gran asamblea, allá por el siglo IV a.e.c, escribieron los últimos libros del Tanaj: la historia de Ester, el libro del profeta Ezequiel y de los 12 profetas menores, como así también el libro de Dabiel. Por último Ezra escribió su libro homónimo y el libro de Crónicas hasta los hechos de su generación.
Extra: La Torá nos relata que luego de ver al pueblo de Israel idolatrando al becerro de oro Moshé rompió las tablas. Dios, podriamos haber pensado, podría haber castigado a Moshé por semejante acto (Moshé había quebrado la palabra de Dios!). Dios podría haberse enojado. Sin embargo Reish Lakish sostiene que Dios en aquel momento mientras las tablas se quebraban en el suelo le dijo a Moshé: Iesher Kojeja Sheshibarta [muy bien haz hecho en romperlas]. Dios no se enoja y no castiga a nuestro profeta sino que lo felicita. Por qué lo hace: ustedes dirán!