lunes, 14 de octubre de 2013

Sotá 40 - La Humildad de Rab Abahu

Para el Post de hoy elegí una pequeña y hermosa historia. Los sabios nos cuentan varias historias sobre la humildad de Rab Abahu. La humildad para la literatura rabínica era una de las grandes cualidades que toda persona debía alcanzar. Ellos veían a Moshé como el gran ejemplo de un líder y un profeta humilde. Son muchas las historias y los sabios que son recordados por esta bella cualidad. En esta ocasión los sabios describen la elevada y profunda humildad de Rab Abahu.

Se cuenta que cierta vez Rab Abahu y Rabi Jia fueron enseñar Torá a un determinado lugar. Rab Abahu enseñaba Agadá (cuentos, interpretaciones de la Torá y leyendas) y Rabi Jia enseñaba cuestiones de halajá (ley judía). Todos los presentes abandonaron las clases de Rabi Jia y se fueron a escuchar las hermosas enseñanzas de Rab Abahu. Rabi Jia se entristeció. Al terminar la lección Rab Abahu se acercó hasta Rabi Jia y le dijo: "Te enseñaré a que se parece está situación. A dos hombres, uno vende piedras preciosas y el otro pequeñas chucherías, ¿sobre quien se abalanzará la gente?". 

Con el fin de levantarle el animo a Rabi Jia, Rab Abahu le dice que las palabras de halajá son las verdaderas piedras preciosas; el objeto de más valor. Sin embargo estás son caras y difíciles de conseguir. Sin embargo, las palabras de agadá son como chucherías, son sencillas y están al alcance de todos. En un mercado todos se abarrotarían frente a los lugares que venden productos pequeños de escaso valor ya que estos son accesibles para el público en general. Lo mismo ocurre con la agadá. La gente es atraída por historias, fabulas y leyendas. Son sencillas de aprehender y no requieren mucha dedicación ni esfuerzo, por eso la gente se abarrotaba en sus clases. Sin embargo lo que Rabi Jia ofrecía, las palabras de halajá, eran enseñanzas complejas que requerían mucho esfuerzo, algo que pocos estaban de acuerdo en asumir.

La humildad de Rab Abahu llevó a este sabio a menospreciar sus propias enseñanzas en pos de levantarle el animo a un compañero desolado. 

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