A los sabios de Israel le gustan mucho los números; y mientras más exactos y simétricos puedan ser, mejor. En este caso estamos pasando a estudiar la segunda Mishná. Después de 15 páginas de discutir apenas cuatro lineas, los sabios del Talmud ahora se disponen a comentar una nueva Mishná de pocas líneas también. Tal como había cuatro años nuevos, ahora nos dicen los sabios: también en cuatro momentos del año el mundo es juzgado. En Pesaj es juzgada la Tvuá, la cosecha. En Shavuot se juzgan los frutos de los árboles. En Sucot se juzgan las aguas (las lluvias). Y finalmente, el punto que más nos compete, en Rosh Hashaná los seres humanos son juzgados. En cuatro momentos del año, diversas porciones de la Creación son llamadas a juicio. La Guemará lo primero que hará es establecer que la sentencia de ese juicio se lleva a cabo en el año entrante y no en el año que pasó. En Rosh Hashaná de cada año, los seres humanos son juzgados, y según la teología talmúdica el destino del el ser humano queda sellado en Iom Kippur. Si alguien por ejemplo fallece luego de Iom Kippur, según esta lógica, es por el decreto que "recibió" en el último Rosh Hashaná.
Luego de esta introducción temporal el Talmud nos regala una gran cantidad de Midrashim (homilías) sobre Rosh Hashaná y el juicio Divino. En primer lugar nos dice lo siguiente: En cada una de estas festividades el ser humano debe presentar algo ante Dios para que este los juzgue. En Pesaj uno debe presentar un Omer (una porción de su cosecha) para que Dios pueda bendecir la cosecha de todos nuestros campos. En Shavuot sucede lo mismo con los frutos del árbol; se los presentamos a Dios para que a través de estos Él pueda bendecir todos nuestros campos.
Y en Rosh Hashaná ¿Qué presentamos ante Dios para que nos bendiga? Debemos presentar las tres secciones que componen el servicio liturgico de aquel día. Maljuiot (reinados), Zijronot (recuerdos) y Shofarot. El primero de estos es para que Dios reine sobre Su creación. El segundo de estos elementos es para que los recuerdos de nuestras buenas acciones y de la de nuestros antepasados intercedan en nuestro favor para tener un juicio favorable. Y por último los Shofarot, el toque del carnero, es para que nuestras plegarias y súplicas puedan elevarse a través de su voz y sus sonidos. Sin embargo, hay otros sabios que sugieren que el Shofar es tocado para LeArvev HaSatan, para marear al Satán. El sonido y el estruendo del Shofar buscan distraer a aquel ángel "malvado" de su función, que no es otra que traer la muerte al mundo.
El Talmud presenta varios comentarios y adagios de Rabi Itzjak. Comparto con ustedes dos que me resultaron hermosos y desafiantes.
1) "Es buena la plegaria del hombre tanto antes como después de haberse decretado su sentencia". En otras palabras, es importante y esencial que cuando parece que el destino de un ser humano ya está sellado que el hombre continúe rezando y clamando, intentando así de alguna manera cambiar su destino que como vemos, nunca está plenamente cerrado. Esto nos lleva al segundo adagio de Rabi Itzjak.
2) "Cuatro cosas quiebran/modifican/amainan la sentencia del juicio decretada sobre los hombres: la Tzedaká (la justicia social), Tzaaká (la plegaria), Shinui HaShem (el cambio del nombre/reputación) y Shinui Maase (el cambio de las acciones)". Rabi Itzjak nos dice que luego de haberse decretado nuestra sentencia todo hombre y toda mujer tienen estas cuatro herramientas para intentar modificar o amainar el veredicto celestial.
Por un lado debemos generar una mayor equidad en el mundo, por otro lado debemos continuar rezando para no perder las esperanzas, luego debemos cambiar nuestro ser y simbólicamente lo hacemos a través de un cambio de nombre. Y por último, y en mi opinión más importante, debemos comenzar a cambiar nuestras acciones. Al fin y al cabo lo único que define nuestros destinos son nuestras propias acciones.
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