miércoles, 2 de noviembre de 2016

Sucá 31 - La herencia más preciada, un Lulav.

¿Qué le dejarás de herencia a tus hijos? Seguramente esta sea una pregunta que mientras más grandes nos volvemos más recurrente nos la hacemos. ¿Plata en el banco? ¿Propiedades? El Talmud legisla profundamente las leyes de la herencia pero en nuestra Guemará del día aparece una herencia muy especial, quizás la herencia más simple pero más preciada de todo el Talmud: un Lulav. Antes de continuar vale la pena remarcar que en el mundo antiguo la mayoría de las herencias no eran ni grandes fortunas ni muchas propiedades sino simplemente algunas prendas de ropa, untensillos de la cocina, muebles del hogar y con mucha suerte alguna que otra reliquia familiar. 

Ahora bien, volvamos al Lulav. La Mishná (3:1) había enseñado que tanto un Lulav robado como el seco son invalidos para realizar la Mitzvá de los Arvat HaMinim. En nuestra Guemará, sin embargo, rabí Iehuda sostiene que un Lulav seco es valido para cumplir el precepto. Y para darle mayor validez a su postura nos trae una historia, pequeña pero poderosa: "Se cuenta que cierta vez los hombres de las aldeas solían dejar en herencia sus Lulavim a los hijos de sus hijos". Rahsí comenta al respecto diciendo que estos hombres se encontraban en aldeas alejadas de huertos de palmeras y que por eso no tenían a disposición constantemente Lulavim. Por este motivo al morir le dejaban a sus hijos y a sus nietos sus propios Lulavim que año tras año utilizaban para cumplir el precepto de las cuatro especies durante Sucot. ¡De seguro que esos lulavim debían estar más que secos!

Si bien el Talmud descarta esta historia como elemento de prueba ya que existe el principio rabínico de que "no se puede extraer evidencias de una situación de emergencia" esta es una hermosa historia para repensar que es lo que le queremos dejar a nuestros hijos como herencia. Aparte de asegurarles un bienestar económico debemos también procularles un bienestar espiritual y cultural. 

Para eso no solo debemos procuar que nuestros hijos tengan una educación judía sino que también nosotros debemos seguir aprendiendo y estudiando dando así el ejemplo. 
No solo debemos procuar que nuestros hijos e hijas realicen el Bar o Bat Mitzvá sino que nosotros también debemos vivir una vida de Torá y de Mitzvot dando así el ejemplo. 

Debemos preguntarnos diariamente ¿Tengo Lulavim para dejar en herencia? ¿Tefilín? ¿Talitot? ¿Libros de Torá? ¿Cenas de Shabat? ¿Almuerzos bajo la Sucá? ¿Qué herencia judía le dejaremos a nuestros hijos en sus manos y en sus recuerdos?

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