El Talmud sigue enseñándonos sobre cómo se hacía la consagración del rey. Nos cuentan que a los reyes no se los ungía sino al lado de un manantial como señal para que su reinado sea eterno como aquellas aguas. Los sabios llaman a esto: Siman Tov, es decir, una buena señal. Los ungían en Gijon, en la parte sur de Jerusalém, donde había muchas aguas para que esto funcione como una buena señal, un buen augurio para su reinado.
En el formato de asociación libre de los sabios del Talmud, un sabio comenta que si uno quiere saber cuál será su Mazal (destino o constelación, es decir: su suerte) en el año que comienza uno debe poner una vela al comienzo de Rosh Hashaná en una habitación donde no corra viento. Si al finalizar Iom Kipur la vela sigue encendida esto es un indicio (Siman) de que uno vivirá plenamente durante aquel año, si la vela se apaga… se podrán imaginar augurio de que será. Por las dudas no lo prueben en sus casas.
Los sabios siguen diciendo: si uno esta pensando en hacer algún negocio y quiere saber si el mismo prosperará uno debe hacer crecer un gallo, si sale bello y bien, esto es un Siman de que el negoció será fructífero. Por último: si uno está pensando en viajar y quiere saber si volverá de aquella travesía uno debe entrar a una habitación oscura y ver la sombra de su propia sombra, si lo hace esto es un Siman Tov, un buen augurio.
Un sabio anónimo, luego de escuchar todas estas historias sobre “simanim” (señales) dice: “Esto no es algo serio, ya que quizás esto le provoque una desazón en su alma y atraiga una mala suerte/destino a su vida”. Hermoso y sabio lo que dice, perdón la redundancia, este sabio. Estos augurios y señales son beneficiosos cuando los realizamos y nos dan un buen resultado. Esto nos da energías y fe en que triunfaremos en nuestros proyectos. Y sin embargo ¿si fallan? ¿No nos deprimiremos seguramente? ¿Podremos a pesar de todo seguir adelante con nuestra empresa? Seguramente fallaremos porque emprenderemos nuestros retos con miedo e indecisión, sin confianza en nosotros mismos ni en la ayuda divina. Será una profecía auto cumplida.
Podemos encontrarnos en la vida frente a muchos simanim, frente a muchas señales. Cada uno elige como leer los simanim que la vida le presenta. La tradición de Israel, sin embargo, nos llama a confiar más en nosotros mismos, en nuestras virtudes, y en la bondad de nuestro Creador más que en señales que nos pueden inmovilizar y que tienen la habilidad de transformar hermosos sueños en horrendas pesadillas.
Y ahora sí, más que nunca, como solemos cantar: Siman Tov uMazal Tov, que podamos todos tener hermosas señales y buenos destinos.
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