martes, 19 de marzo de 2013

Kidushin 30 - Talmud Torá

Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes (Devarim 11:19)

De este versículo los sabios del Talmud consideran que se deriva la obligación que tienen los padres de enseñarles Torá a sus hijos. La tradición judía considera que es un precepto que un padre dedique su tiempo para educar a sus hijos; de no poseer las aptitudes necesarias puede optar por enviarlos a un Beit Midrash, una casa de estudios, pero la responsabilidad de que su hijo sea educado cae plenamente sobre él. Sin embargo, explican los sabios, si el padre es negligente y no cumple este precepto el hijo, cuando llega a la edad de Bar Mitzva, no puede desentenderse del deber de estudiar y él mismo debe proveerse de las herramientas para estudiar. 

Estudio de Torá vs. Casamiento. ¿Qué debe venir antes: el casamiento o el estudio de Torá? Dos sabios talmúdicos discuten al respecto. Unos dicen que un hombre primero debe estudiar Torá y luego casarse mientras que otros dicen que primero uno debe casarse y luego estudiar Torá. La halajá dictaminó que uno debe primero estudiar Torá y luego casarse ya que si uno debe estar preocupado por las necesidades de su familia, de conseguir el sustento diario, uno no tiene la mente tranquila para poder estudiar. Sin embargo, advierten los sabios, si la pasión de uno es tan grande que si no se casa seguramente termine cometiendo alguna transgresión en relación a las practicas sexuales prohibidas por la tradición de Israel primero debería casarse -para satisfacer su deseo sexual- y luego, con mayor tranquilidad, disponerse a estudiar Torá. 

El límite, sin embargo, que fija el Talmud para casarse es el de los 20 años, quien pasa esa edad y no se casó está transgrediendo una Mitzvá positiva: la de contraer matrimonio y reproducirse. El límite, diría yo, está un poco desactualizado mas la idea que en algún momento el estudio o la formación deben pasar a un segundo plano para pasar a la "acción", para pasar a formar una familia es un punto interesante sobre el cual somos advertidos por los sabios. 

Los abuelos también están obligados. Con educar a los hijos no es suficiente, los abuelos están obligados a educar a sus nietos y a contribuir a su educación. La mejor forma en nuestros días para cumplir con este precepto es que los abuelos y abuelas ayuden a sus hijos a poder mandar a sus nietos a un colegio judío. No sólo es precepto de una generación educar a la generación futura sino que es menester de todas las generaciones contribuir a la educación judía. 

¿Cómo debemos dividir nuestras horas de estudio? En tercios según el Talmud. Un tercio de nuestras vidas se lo debemos dedicar al estudio del Tanaj, otro tercio al estudio de la Mishná (halajá) y otro tercio al estudio del Talmud. Sin embargo, dicen los comentaristas, al no saber cuando habremos de morir no sabemos cómo dividir estos tercios proporcionalmente por lo cual esta división debe ser la base para el estudio semanal; un tercio debe ser dedicado a estudiar los pasajes del Tanaj y sus interpretaciones, otro tercio al estudio de la Mishná y la halajá y otro tercio al estudio del Talmud y su filosofía. Qué colegio judío tiene este diagrama nadie sabe...

El estudio de la Torá debe hacernos que nos volvamos fluidos en sus palabras para que cuando alguien nos pregunta algo no tartamudeemos al contestarle. Las palabras de Torá, en otros términos, deben ser cual manantial que sale de nuestras bocas, debe fluir apaciblemente ante cada pregunta o cuestionamiento. 

Los medicamentos y el estudio de Torá. Los sabios enseñan que la Torá es una "buena droga", que es el mejor de los medicamentos. Es el medicamento de vida (Sam Jaim). Es como cuando un niño se golpea el brazo con una piedra y la madre le pone una venda para curar la herida. Esa es la Torá. Mientras que el niño (el pueblo de Israel) tenga la venda sobre sí (la Torá) nada malo podrá pasarle, no debe tener miedo ya que está cubierto. Dios, dice el Talmud, creó al instinto del mal y a su cura, la Torá. 

¿Cómo vencemos nuestras bajas pasiones? A través del estudio de la Torá y de la puesta en práctica de sus mandamientos. Incluso nos dicen los sabios que si el Ietzer HaRá (el instinto del mal), como por ejemplo el odio, la avaricia, el orgullo, nos están consumiendo debemos llevar a este instinto al Beit Hamidrash para que allí pueda recibir su cura: la Torá. 

La tradición judía hizo del estudio y de la educación un precepto bíblico. Los rabinos creían en un Dios que amaba y deseaba que sus hijos estudien y crezcan llenos de palabras de amor y de Torá. En ese Dios y en esa tradición creo yo. 

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