Ciertamente si una generación de la Torá debía ser recriminada por el Talmud debría haber sido la de Koraj y su congregación. Su rebelión frente a Moshé y D-s marca uno de los hitos del libro de Números. Koraj, Datam, Abiram y sus otros 250 "compañeros" no tienen un lugar en el Olam Habá. El Talmud señala, haciendo referencia a la Torá, que el gran pecado de este grupo de personas fue comenzar una discusión que no tenía razón de ser. Una discusión que sólo buscaba poder.
La Mishná en el tratado de Avot dice que todos nosotros podemos embarcarnos en dos tipos de discusiones: Las primeras son las consideradas LeShem Shamaim, que están dirigidas al cielo, discusiones que se dan en torno a debates genuinos y a posiciones contrapuestas que no buscan luchar por poder sino por encontrar alguna "verdad". El prototipo de estas discusiones eran las de Hilel y Shamai. Por el contrario las discusiones que no estaban dirigidas al cielo, Lo Leshem Shamaim, son las discusiones en las cuales ambas partes buscan "ganar", salir victoriosos y con más poder. Discusiones que buscan deslegitimar la posición de uno y amedrentar al otro con poder. Asi fueron las discusiones de Koraj y su congregación.
La Mishná en el tratado de Avot dice que todos nosotros podemos embarcarnos en dos tipos de discusiones: Las primeras son las consideradas LeShem Shamaim, que están dirigidas al cielo, discusiones que se dan en torno a debates genuinos y a posiciones contrapuestas que no buscan luchar por poder sino por encontrar alguna "verdad". El prototipo de estas discusiones eran las de Hilel y Shamai. Por el contrario las discusiones que no estaban dirigidas al cielo, Lo Leshem Shamaim, son las discusiones en las cuales ambas partes buscan "ganar", salir victoriosos y con más poder. Discusiones que buscan deslegitimar la posición de uno y amedrentar al otro con poder. Asi fueron las discusiones de Koraj y su congregación.
El término hebreo para designar a las discusiones es Majlokot, o Majloket en singular. El Talmud no es más que la suma de Majlokot. De diversas posiciones de rabinos y sabios en torno a la interpretación de la Ley o de ciertos pasajes bíblicos. En este contexto de las discusiones "poco fructíferas" de Koraj el Talmud nos advierte que no debemos "aferrarnos a las discusiones" ya que de hacerlo estaríamos traspasando un mandamiento negativo ya que nos fue ordenado "que no seamos como Koraj y su congregación" (Bemidbar 17:5). Hay discusiones en las cuales debemos ingresar y otras que debemos abstenernos de hacerlo. Si la discusión es por "el bien público" o por un fin "verdaderamente noble" es menester que ingresemos en la discusión para así dar nuestra posición y para que una voz diferente pueda ser escuchada. En cambio, en la mayoría de las discusiones que nos tocan escuchar o presenciar a diario, debemos abstenernos de entrar. Las mismas son banales, inútiles y no nos conducen a nada. La mayoría se basa en nimiedades y discusiones de salón. En estas, aunque tengamos "razón" no debemos ingresar sino sólo para apaciguar una acalorada discusión. Un dato interesante en torno a esto: El Ramban califica a esta noción de que no debemos entrar en una discusión dentro de las 613 Mitzvot mientras que el Rambam no lo hace. Para algunos entonces es Mitzva (Ramban) y para otros simplemente es un buen consejo (Rambam).
Las discusiones con nuestro maestro. Moshé era considerado el Rab de toda la comunidad de Israel por lo cual cuando Koraj discute no lo hace con cualquier persona sino que lo hace con "su maestro". En este sentido el Talmud nos llama la atención sobre algo que a los pos-modernos nos puede "molestar". Nos advierte que quién discute con su maestro es como si estuviera discutiendo con D-s mismo. O incluso quien duda de su maestro es como si estuviera dudando de D-s. Aclaremos un poco esta halajá. No es que la palabra de nuestro Rab sea santa e inobjetable pero por ejemplo la halajá nos aclara que no le podemos discutir en público a nuestro Rab, no lo podemos hacer entrar en vergüenza. Por otro lado, y creo que es algo que perdimos mucho nosotros los jovenes, a priori debemos confiar en la palabra de nuestros mayores y maestros. Ellos, supuestamente, tienen una vasta experiencia y conocimiento sobre los temas en los cuales "nos educan". En una primera instancia debemos confiar en sus palabras, sólo en el caso que veamos que sus dichos no se condicen con la realidad o con lo que dicen "los libros" podemos ir y enfrentarnos a ellos en una Majloket Leshem Shamaim, en una discusión que tenga como fin el conocimiento y la "verdad", y no un fin espurio como puede ser ponerlo en ridículo por su equivocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario