Hemos comentado que diversos reyes, por transgreciones puntuales, no tienen un lugar en el Olám Habá. La Mishná nos dice que cuatro ediotot - hombres comunes - tampoco recibirán aquella recompensa. Estos son: Bilam, Doeg, Ajitofel y Gegazi. Hoy nos ocuparemos de ver, cuáles fueron aquellas transgresiones de Bilam que le provocaron semejante "castigo".
Hace unos días leíamos de la Torá Parashat Balak, donde se sitúa la historia de Bilam. Al leer directamente de la Torá, en su "literalidad", no vemos que Bilam haya cometido muchas transgresiones incluso podemos decir que no cometió ni una sola transgresión. Para poner en contexto a los que no conocen la historia; había un rey de Moab cuyo nombre era Balak que tenía miedo del pueblo de Israel y llama a un profeta de las naciones cuyo nombre es Bilam ben Beor. Este profeta le dice al rey que no podrá maldecir a nada o nadie que D-s no maldiga, él solo dírá lo que D-s le diga que tiene que transmitir. Aún así Balak lo contrata y en tres oportunidades intenta hacer que Bilam maldiga al pueblo de Israel pero en todas ellas sólo salen bendiciones de su boca. Aún así los sabios del Talmud se ensañan mucho contra Bilam, incluso para decir que es un gran malvado y que por eso no tiene un lugar en el mundo venidero.
Comencemos por su nombre. Lo sabios juegan con el nombre de Bilam -בלעם- para decir por ejemplo que es un hombre que "no tiene pueblo בלא עם". O bien que es un hombre que "destruyó al pueblo judío שבלה עם", o incluso, que se "acostó con su asno". Como vemos, los juegos con las letras del nombre de Bilam, son usados por los sabios judíos para decir que este personaje, que algunos sabios consideran que era el mismismo Laban Arami, era sin lugar a dudas un "mal tipo". Un malvado. Otros sabios hablan sobre su apariencia física y para "demonizarlo" un poco más, dicen que era manco, ciego de un ojo y hasta cojo. Una suerte de uno de esos personajes de Hollywood que dan miedo (no me vayan a interpretar mal, no digo que estas cualidades hagan de una persona un demonio pero sí su utilización en relación a Bilam)!
Un punto importante para dejar en claro. Para la tradición judía, a diferencia de muchas otras culturas, no existían únicamente los profetas nacionales. Cualquier ser humano, hombre o mujer, pequeño o adulto de cualquier nación podía ser un profeta. Y este era el caso de Bilam. El gran poder que tenía Bilam, cuentan los sabios, era saber exactamente en qué momento del día D-s se enojaba y se enfurecía; y su capacidad era poder "dirigir" ese enojo para maldecir a la gente. Nos cuenta el Talmud que D-s todo los días se enoja por un instante, por una pequeña fracción de segundo D-s se enoja al ver la realidad del mundo y las transgresiones diarias de los seres humanos. Bilam, según los rabinos del Talmud, sabía cuando D-s se enojaba y utilizaba esa furia para maldecir al pueblo de Israel. La Guemará nos cuenta también que en un momento determinado de la historia D-s le dice al pueblo de Israel que Él fue muy bondadoso con el pueblo judío ya que en los días que duró la profecía de Bilam en ningún momento se enojó, porque de lo contrario ninguno de ellos hubiera quedado con vida.
Tanto el amor como el odio eliminan las "costumbres de grandeza". Cuenta la Torá (Bereshit 23:3) que en el día que Abraham tenía que sacrificar a su hijo Itzjak él mismo ensilló su burro, algo que una persona de su nivel, un principe, no debía hacer, sino que lo delegaba a sus ayudantes pero por amor a D-s y al cumplimiento de las Mitzvot él mismo se ocupó de aquella tarea. Lo mismo, pero a la inversa, ocurre con Bilam. Un profeta de muy alto nivel no debía ensillar su propio asno para salir por el camino pero era tanto el odio que sentía por Israel, según nos relata el Talmud, que él mismo (Bemidbar 22:21) ensilla a su animal. Tanto el odio como el amor nos cambian las costumbres, nos despojamos de nuestro nombre y trayectoria y nos enfocamos únicamente en esos sentimientos. Tanto por amor como por odio perdemos el decoro...
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