La tradición rabínica siempre ha marcado diferencia entre los hombres y las mujeres. El prototipo ideal del cumplimiento de los preceptos siempre ha sido un hombre judío libre mayor de 13 años. Todos los demás, los no judíos, los esclavos, los menores de edad, y en este caso las mujeres, muchas veces han sido exceptuados, o en algunos casos prohibidos, de cumplir tal o cual precepto.
Según el Talmud las mujeres están exceptuadas (pero, recuerden siempre, no se les prohibe! se las exceptua) de cumplir ciertos mandamientos. En este caso se trata de todos aquellos mandamientos positivos que tienen un tiempo fijo. El Talmud da algunos ejemplos de esto.
La Sucá, las mujeres están exceptuadas de comer y de dormir durante siete días en la Sucá ya que es un mandamiento que tiene un tiempo determinado. El lulav, las mujeres también están exceptuadas de agitar el lulav ya que es un mandamiento que sólo se realiza durante el día. Lo mismo ocurre con el Shofar en Rosh Hashana y con los Tzitzit, ya que es una mitzva usarlos únicamente durante el día y no la noche, al igual que los Tefilin.
La Sucá, las mujeres están exceptuadas de comer y de dormir durante siete días en la Sucá ya que es un mandamiento que tiene un tiempo determinado. El lulav, las mujeres también están exceptuadas de agitar el lulav ya que es un mandamiento que sólo se realiza durante el día. Lo mismo ocurre con el Shofar en Rosh Hashana y con los Tzitzit, ya que es una mitzva usarlos únicamente durante el día y no la noche, al igual que los Tefilin.
Todos los arriba mencionados son ejemplos de preceptos fijados en un tiempo determinado. El porqué, algunos sugieren, detrás de que las mujeres estén exceptuadas de estos preceptos es que ellas debían estar ocupadas atendiendo las necesidades del hogar, de su esposo y de sus hijos. El rol que le asignan los rabinos medievales a las mujeres, lamentablemente y algo que debe ser cambiado, es un rol meramente funcional. Las mujeres judías piadosas no eran las que cumplían los preceptos sino las que posibilitaban que sus hijos y esposos puedan hacerlo.
Las mujeres, por el contrario, sí están obligadas a cumplir los mandamientos que no están sujetos a un tiempo determinado. Algunos ejemplos de esto son: colocar la mezuza, poner la mezuza en una casa no está sujeto a un día o a algún horario en particular por lo cual la mujer puede en algún momento hacerse el tiempo para cumplir este precepto. Lo mismo ocurre con el maaké (el mandamiento de poner una reja en el balcón o en el techo de nuestros hogares para que nadie se caiga y muera), o el mandamiento de Aveidá, el de devolver los objetos perdidos.
Las generalidades sin embargo no son muy útiles y por este motivo Rabi Iojanan dice que no debemos aprender cuestiones especificas de las generalidades. ¿Por qué? Porqué los sabios llaman la atención de que hay otros tantos mandamientos sujetos a un tiempo determinado que las mujeres sí están obligadas a cumplir y otros cuantos mandamientos no sujetos a un tiempo especifico donde las mujeres no están obligadas a cumplir. Ejemplos de lo primero son: comer Matza en el seder de Pesaj, alegrarse en las festividades y participar de la festividad de Hakel (la lectura pública de la Torá que se realiza cada siete años). Todos estos mandamientos estan sujetos a un tiempo especifico mas las mujeres están obligadas a cumplirlos. Estudiar Torá y procrear (Pría Urbía), sin embargo, son mandamientos que no están sujetos a un tiempo especifico mas las mujeres están exceptuadas de cumplirlos. Los motivos de estas incongruencias siguen alterando a los académicos y estudiosos hasta nuestros días.
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