La Torá prescribe (Shemot 21:5-6) que llegado el caso, si un esclavo hebreo no desea salir en libertad cuando cumple sus seis años de labor, su amo deberá llevarlo hasta la puerta y allí perforar la oreja derecha. Esa es la marca de la esclavitud eterna (o por lo menos hasta el jubileo donde inexorablemente, aunque no lo desee, debe salir en libertad); la oreja derecha perforada es la marca de la esclavitud. No de cualquier esclavitud sino de aquella que uno elige por propia voluntad; aquel esclavo pudo haber sido libre, sin embargo, eligió seguir siendo esclavo.
Rabi Iojanan ben Zakai, más allá del sentido literal de este mandamiento, percibe que aquí se encuentra una perla preciosa (Min Jomer), un aprendizaje vital para la humanidad. ¿Por qué es precisamente la oreja el miembro elegido por la Torá para marcar la esclavitud? ¿Por qué no la pierna, el brazo o la nariz? Y además ¿Por qué contra la puerta y no contra cualquier otro elemento del hogar? ¿Por qué se debe perfora aquél miembro contra una puerta y no contra una pared o una cama? Rabi Iojanan y Rabi Shimon se hacen estas preguntas. Si cada palabra fue cuidadosamente elegida para estar escrita en la Torá cada una de estas palabras debe regalarnos una enseñanza. Ninguna palabra es azarosa.
Rabi Iojanan nos dice que fue la oreja la elegida para marcar el signo de la esclavitud autoimpuesta ya que fue con nuestros oídos que oímos a Dios decir: "Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto. Yo soy Adonai vuestro Dios." (Vaikra 22:25). Dios afirma que el pueblo de Israel, que la humanidad toda, sólo le pertenece a Él y no a los demás hombres. Los hombres no pueden ni deben ser siervos de otros siervos, ya que todos somos siervos de Dios. ¿Pero qué hacen estos hombres? Deciden venderse como esclavos. Desprecian la libertad y se venden como esclavos. Hombres que eligen -por propia voluntad- ser esclavos de otros hombres, rechazan el mandamiento de ser libres para convertirse en esclavos. Y más aún, Rabi Shimon nos enseña porqué específicamente en las puertas deben ser perforadas aquellas orejas símbolo de la esclavitud. Ya que fue sobre las puertas, las jambas y las mezuzot de las casas de los judíos en Egipto donde Dios mostró Su poder salteándose estos hogares (en la última de las diez plagas) para llevarlos de la esclavitud a la libertad (MeAvdut Lejerut). Aquella puerta al abrirse el mar de los juncos simbolizaba el paso de la esclavitud transitoria a la libertad eterna mas existen hombres que deciden voluntariamente volver a ser esclavos, y este acto de cobardía debe ser marcado simbólicamente en sus orejas -por no oír el mandamiento de la libertad- sobre las puertas -por no atreverse a ser libres, por no comprender la esencia misma de la liberación de Egipto-.
Ser esclavos de Dios y de ningún otro hombre. Ese es el mandato. Cuando uno es esclavo de otro hombre está preso en sus tiempos y en sus espacios pero Dios es libertad, cuando uno es siervo de Dios uno es siervo de su propia conciencia, uno es siervo de la conciencia y de los ideales de su pueblo. Si la imagen que percibimos de Dios es una creación propia del ser humano entonces ser siervos de Dios significa ser completamente libres, significa poder elegir qué ser y cómo ser; significa poder darnos a nosotros mismos el Dios que deseamos. Podemos elegir creer en un Dios guerrero que pide la sangre del enemigo o podemos elegir creer en el Dios del amor que derrama misericordia sobre su creación. Ser siervos del hombre es ser esclavos, ser siervos de Dios es ser libres.
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