lunes, 18 de febrero de 2013

Kidushin 21 - Ifat Toar

Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Adonai tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas, y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer. Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste. (Devarim 21:10-14)

La Torá, en su inmensa sabiduría, muchas veces no viene a contrariar la naturaleza humana sino que propone canalizarla. Si alguien fuma tres atados de cigarrillos todos los días, no se le puede exigir que de un día para el otro deje de fumar. Se lo acompaña para que paulatinamente vaya dejando aquel vicio que lo lastima y debilita. Lo mismo nos sucede como humanidad, hay veces que las revoluciones son más efectivas que las pequeñas reformas paulatinas a lo largo del tiempo, sin embargo en otras ocasiones son las pequeñas reformas paulatinas y constantes las que ayudan más que una pomposa revolución. Este es el caso de una pequeña -o gran- reforma.

Las guerras siempre trajeron aparejadas muertes de personas que nada tenían que ver con aquel conflicto que se estaba desarrollando. La sangre inocente reverbera luego de cada enfrentamiento y de cada batalla. Desde la antigüedad  sin embargo, también se presentan una infinidad de casos de abuso y agresión sexual durante las batallas. Soldados que no mantuvieron relaciones sexuales durante semanas o meses al entrar en una ciudad o una aldea, con la adrenalina que la guerra genera, violan o mancillan a las mujeres de aquel lugar. Una escena repetida en la historia y en el cine. La Torá advierte sobre esta realidad, no la niega ni la oculta, la pone en evidencia. Y advierte que cuando esto sucede, cuando en una batalla, un grupo de soldados tome cautivo a un grupo de mujeres y por su impulso quieran acostarse con ellas, los mismos, deben cumplir varios requisitos. La Torá, en esta pequeña -o gran- reforma "moralizadora" no permite que uno tome a cualquier mujer y haga lo que quiera con ella pero tampoco niega cualquier tipo de contacto con estas mujeres gentiles cautivas (algo que quizás para la época, hace unos 2500 años, hubiera sido impracticable).

El Talmud aclara que la razón que llevó a la Torá a permitir que soldados judíos puedan tener sexo  con mujeres gentiles es para que puedan canalizar el Yetzer HaRá (el "instinto del mal"). Aquel instinto y aquella pasión que llevan a los hombres y también a las mujeres a cometer locuras, transgresiones y crímenes  está muchas veces conectado con la sexualidad. Para que estos soldados no violen a las mujeres gentiles, cometiendo una gran transgresión, la Torá dictamina que si quieren acostarse con estas mujeres deben saber que habrán de tomarlas como esposas, lo que significa que se tienen que comportar con ellas como se comportarían con cualquier otra de sus esposas. No pueden abandonarla luego de haber tenido relaciones con ellas, si lo van a hacer deben ser conscientes de las consecuencias. Y es más, el Talmud, en la exégesis de este pasaje también nos dice que un soldado sólo puede tomar a una mujer y no a varias; sólo puede desposar a una de aquellas gentiles -que luego deben convertirse según la tradición rabínica- para que sea su esposa. 

El Talmud hace una alegoría entre estos hechos posibles y la kashrut. Afirma que es mejor que los judíos coman carne de un animal moribundo que es matado por shejitá (el acto ritual que hace que el animal esté permitido) y que no coman carne de un animal moribundo que muere naturalmente (en hebreo: nevelot. Los animales que mueren naturalmente están prohibidos según las normas de Kashrut). En este sentido se les permite a estos soldados hacer una excepción en la ley y avalar estas relaciones para que no cometan una gran transgresión. 

Una pequeña reforma sólo tiene sentido si a la misma, con el paso del tiempo, se le adiciona otra pequeña y así sucesivamente. Si esta fue la reforma en relación a los soldados y a las mujeres cautivas de hace 2500 años ¿Cuál debe ser la reforma de nuestra generación?

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