lunes, 11 de febrero de 2013

Kidushin 18 - Sobre ladrones y la pobreza

El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto (Shemot 22:2)

El código criminal bíblico es sencillo, la figura de la cárcel prácticamente no existe. Si alguien asesina o viola debe ser muerto, ya que aquella transgresión no puede ser reparada. Sin embargo si alguien roba el ladrón no es muerto ya que su transgresión si puede ser reparada. ¿De qué manera? Devolviendo lo robado, o el equivalente en dinero de lo robado, más un 20% por lo que hoy llamaríamos "perjuicios varios". Sin embargo, como nos muestra el Talmud, si una persona roba y no tiene con qué devolver aquello que fue robado debe vender lo único que él posee: su cuerpo. Un ladrón que robó y no puede devolver el equivalente de aquello que robó debe ser vendido por una X cantidad de tiempo que sea equivalente al monto que ha hurtado. Sin embargo el Talmud enfatiza que no es vendido en esclavitud doblemente o más allá del tiempo necesario para saldar su deuda. El 20% extra que está obligado a pagar no debe cumplirlo en esclavitud, si no tiene el dinero, sino que se lo debe dejar en libertad y esperar a que se enriquezca, y una vez que tenga el dinero el damnificado puede cobrar su deuda. 

La pobreza causa estragos y la tradición judía da cuenta de los límites aparentamente irracionales a los cuales concurre un ser humano cuando cae en la desgracia de la pobreza. Vimos que el ladrón, si no tiene dinero, debe vender su cuerpo como esclavo para saldar la deuda y luego el Talmud nos relata y trabaja sobre el caso de un padre que cayó en la pobreza, y si bien teóricamente uno no puede vender a su hija como esclava, este hombre por no tener dinero suficiente vende a su hija en la esclavitud. De una forma que muchos de nosotros no podemos llegar a entender, un hombre puede llegar a vender hasta su propia hija con el fin de sobrevivir, sin embargo el Talmud enfatiza que se luego de que el hombre venda a su hija como esclava se lo debe obligar a redimir a su hija y a ponerla nuevamente en libertad. Ya que es una desgracia (Pgam Mishpajá) que un familiar cercano caiga en la esclavitud, y mucho más si es un padre quien vende a su hija, los rabinos obligan al padre a redimir a su hija; y este nunca más puede venderla como esclava. 

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