miércoles, 13 de junio de 2012

Sanhedrín 91 - Cleopatra, Alejandro Magno y Antigonos

La relación de los sabios Talmúdicos con el mundo no judío es compleja. Por un lado ven a la mayoría de las sociedades que los circundan como casi bárbaros, gente atrasada e idólatra. Por otro lado, como veremos hoy, los sabios recrean o imaginan conversaciones y encuentros con las grandes personalidades del mundo no judío. Con filósofos o reyes del mundo griego o romano, y a ellos les adjudican un gran conocimiento de Torá. Veamos algunos ejemplos. 

La reina Cleopatra, nos dice el Talmud, le preguntó cierta vez a Rabi Meir: "nosotros sabemos que existe Tjiat Hametim, la resurrección de los muertos, lo que no sabemos es si al revivir la gente se encuentra desnuda o vestida". Es increible la capacidad de los sabios de poner en boca de otros ideas propias. Al poner en la boca de Cleopatra la afirmación que existe la resurrección los sabios acentúan más su posición teológica. Rabi Meir le responde a Cleopatra, con una parábola en relación a los trigos, que los justos reviven vestidos. 

Otra historia. Un Keisar, jerarca del mundo Romano, le preguntó cierta vez a Raban Gamliel ¿cómo puede ser que si el ser humano, como se nos dice en el libro de Bereshit (y fíjense cómo los sabios lo hacen citar al emperador un versículo de la Torá) al morir vuelva a ser tierra pueda revivir? ¿puede la tierra recobrar vida? Para continuar la historia de mejor manera quien le contesta al emperador no es Raban Gamliel sino la misma hija del emperador que a través de una metafora le demuestra al padre que si Ds creó al mundo de la nada puede hacer también, sin mayores dificultades, que de la tierra pueda volver a brotar vida. 

Gebia Ben Pesisa. Ya que el Talmud estaba trayendo anécdotas del contacto entre grandes personalidades del mundo judío con grandes reyes y emperadores del mundo pagano en relación a Tjiat Hametim el Talmud nos recuerda la historia de Gebia ben Pesisa. Cuentan los sabios que en cierta oportunidad vinieron los "africanos" frente a Alejandro Magno a decirle que ellos debían tener dominio sobre la tierra de Israel. Gebia ben Pesisa pidió permiso a los sabios y dijo que él defendería frente al emperador la posición de los judíos y su derecho a habitar la tierra prometida. Los "africanos" y Ben Pesisa van delante de Alejandro Magno. Los "africanos" dicen que la misma Torá les da el derecho a ellos de habitar Eretz Knaan pero con audacia y citando otros versículos Ben Pesisa los deja en "off side" frente a Alejandro Magno que decide darle la razón a Ben Pesisa sobre el derecho del pueblo judío sobre Israel. Lo mismo pasa con una delegación de egipcios y de Ismaelitas. Siempre, citando versículos de la Torá en contraposición a los que ellos traían (y fíjense la idea de los sabios que todo el mundo sabía Torá y todos usaban ese Libro como su referencia al derecho de habitar Israel!), Gebia ben Pesisa lograba mantener el dominio del pueblo judío sobre Israel. 

La última historia. Antígonos, otro emperador romano, le preguntó cierta vez a Rabi si el cuerpo y el alma, al momento de la muerte se podían desprender ¿podía morir el cuerpo pero no el alma? ¿o el alma pero no el cuerpo? Antígonos creía que sí pero a través de una parábola Rabi le demuestra lo contrario. El alma y el cuerpo son indivisibles. Rabi le cuenta lo siguiente: Cierta vez había un hermoso huerto con hermosos higos. Al huerto lo cuidaban un ciego y un cojo. Una vez el cojo le dijo al ciego que había allí hermosos higos. El cojo entonces se puso sobre las espaldas del ciego y fueron juntos hacía la higuera y comieron unos higos deliciosos. El dueño del campo, al día siguiente, vio que la higuera había desaparecido y preguntó ¿Qué a pasado? El ciego, para defenderse, dijo "yo no puedo ver ¿cómo podría saber dónde estaba la higuera?" y el cojo dijo "yo no puedo caminar ¿cómo podría haber llegado hasta ahí?". Así Rabi demuestra que tal como el alma y el cuerpo vienen al mundo en el mismo momento también son juzgados al unísono, como el ciego y el cojo. Por último el Talmud continúa narrando dos ocasiones donde es Rabi el que aprende algo de Antígionos y no al revés como fueron todos estos casos. No solo en la Torá hay sabiduría sino que el mundo está repleto de conocimientos, sólo hay que saber buscar. 

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