domingo, 24 de junio de 2012

Sahnedrín 95 - La tierra a nuestros pies


En este folio que hoy nos toca estudiar los sabios enseñan algo muy particular. Se cuenta que en tres ocasiones (en toda la historia) la tierra se contrajo para producir un atajo. En relación a tres hombres que debían emprender un viaje D-s decidió reducir la tierra para que estos lleguen con más prisa a destino. Una de las historias es narrada con detalle en nuestra sección (y da origen a esta intervención de los sabios). La historia de Abishai ben Zeruia. Las otras dos historias aparecen en la Torá. Una es la historia de Eliezer, el sirviente de Abraham que según nos narra el Talmud D-s decidió acortarle el camino, reduciendo las proporciones de la tierra!, para que llegue más rapido a destino cuando iba a buscarle una esposa a Itzjak. La tercer historia es la del patriarca Iaakov que va de Beer Sheva hasta Jarán y en la mitad del camino, según nos cuenta el Talmud interpretando las palabras de la Torá, se "choca" con una ciudad y decide ir hacia allí. Ya que él dice para sus adentros "aquí rezaron nuestros patriarcas ¿y yo no habré de rezar?". D-s acorta así la tierra para que llegue más rápido a destino.

Cuando Iaakov deja de rezar el sol todavía estaba firme y brillante en el cielo y entonces él decide continuar su marcha. Pero D-s y ahora es el Eterno el que habla para sus adentro se dice "un hombre justo está aquí en mi hogar ¿lo dejaré ir sin que pueda descansar durante la noche?". Inmediatamente D-s hace bajar el sol y Iaakov decide quedarse a dormir en aquella ciudad. A la mañana siguiente D-s hace salir el sol para Iaakov. ¿Sólo para Iaakov hace salir el sol? se pregunta Rabi Itzjak. Y la respuesta que la misma Guemará da es sí! Por él el sol se puso prematuramente y por él el sol salió más temprano.

¿Qué opinan que nos quieren trasmitir estas historias? ¿La tierra se "achica" cuando nosotros necesitamos llegar a tiempo a un lugar? ¿El sol se pone cuando necesitamos descansar? La respuesta física es no. La respuesta religiosa es sí. Y no hay contradicción entre las mismas. El mundo material no es diferente para el hombre religioso que para el hombre ateo. Lo que cambia son las percepciones y son estas, las percepciones de cada uno, las que crean la realidad.

La realidad no es otra cosa que un cúmulo de percepciones sostenidas en el tiempo. Lo mismo pasa con la verdad. Un no creyente en un nacimiento ve un mero acto biológico, un hombre de fe, un hombre de Torá ve en el nacimiento un milagro. Un milagro de la existencia y de la vida. A veces, entonces, si sabemos mirar el sol sale sólo por nosotros en el momento adecuado!

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