Los rabinos tenían un interés particular por intentar mantener en "buenos términos" a los vecinos. Cada uno se debe hacer responsable del otro. Una nueva Mishná nos enseña que un hombre no debe poner en su casa un horno si no cuenta con por lo menos dos metros de distancia hasta el techo. Los hornos pueden alcanzar altas temperaturas, emitir vapor, y así deteriorar el techo del vecino. Uno debe cuidar de no dañar la casa del vecino. En el caso que el vecino de "arriba" sea el que quiera poner un horno este debe asegurarse de que el piso sea lo suficientemente grueso para no dañar con el peso y el calor el techo del vecino.
Uno es responsable por su vecino, así nos enseña el Talmud. Sin embargo Rabi Shimon nos enseña que todas estás leyes fueron enseñadas para resguardarnos ya que si luego de un tiempo, si uno cumple estás normas, y aún así se le genera un daño a nuestro vecino uno está exento de pagar por los daños. Si uno cumple con todas las regulaciones establecidas y aún así por algún motivo le generamos un daño involuntario a nuestros vecinos estamos exceptuados de pagar porque tomamos todos los resguardos posibles.
Siguiendo la misma linea del respeto por el vecino los sabios nos enseñan que uno no debería abrir una panadería o una tintorería debajo del depósito del vecino. Estos oficios pueden provocar fuertes olores y humo lo que puede dañar las posesiones que mi vecino guarda en el depósito. Sin embargo, comenta luego la Guemará, si uno primero tenía el negocio y luego un vecino decide utilizar aquel espacio lindero para hacerse un depósito no me puede obligar a correr mi lugar de trabajo. Quien se adelantó en el tiempo tiene prioridad sobre los demás. En consonancia con está última enseñanza los sabios nos dicen que si uno vive en una vecindad y uno de los vecinos decide abrir un negocio (Janut) uno le puede decir:"yo no puedo dormir con el sonido que generan todos los que entran y los que salen de tu tienda", y de esta forma obligarlo a reubicar el negocio. Si un comercio genera ruidos/olores molestos uno de los vecinos puede obligarlo a cambiar la localización del negocio.
Un detalle. Hasta aquí venimos sin demasiados sobresaltos sin embargo la Mishná al final termina enseñándonos algo que pone en jaque todo lo estudiado hasta aquí. Dicen que uno no puede poner un "kiosko o un mercado", es decir un negocio que no genera ningún valor agregado al producto, sin embargo si uno desarrolla o prepara diversos artículos al interior de su casa los demás vecinos no pueden intimarlo y prohibirle que siga con su trabajo bajo el pretexto de que el ruido de los martillos o de los molinos los perturban. Dentro del hogar uno puede, aunque debe evitar no generar perjuicios, realizar cualquier tarea. Siempre y cuando: genere un valor agregado. Es decir: que produzca algo nuevo.
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