martes, 4 de junio de 2013

Kidushin 73 - Quién es quién

Hay que tener cuidado con lo que enseñamos. Incluso si no faltamos a la verdad ni buscamos ofender, debemos siempre tener presente cuál es el público hacia el cual dirigimos nuestras palabras. El Talmud nos trae un ejemplo maravilloso sobre este punto. Antes de entrar en la historia debemos recordar aquello que estudiamos hace algunos días. La Mishná famosa sobre las diez genealogías (o tipologías) de judíos enseñaba también quiénes se podían casar con quiénes y quiénes no se podían casar entre ellos. Los Geirim (conversos) tenían una situación compleja (aunque como veremos también beneficiosa). Vayamos a la historia.

Se cuenta que cierta vez Rabi Zeira estaba enseñando en la ciudad de Mijoza y dijo: “los Geirim [conversos] pueden casarse con una mamzeret [bastarda]”. Los habitantes del lugar comenzaron a apedrear a Rabi Zeira con sus etrogim. Sí, con sus etrogim, aquel fruto cítrico que utilizamos para sucot, comenzaron a golpear a Rabi Zeira por sus palabras. Raba, cuando escuchó esta historia dijo en relación a Rabi Zeira “acaso hay gente que predica de esta manera cuando hay tantos geirim presentes”. O sea, en la ciudad de Mijoza había muchos conversos y estas palabras que dijo Rabi Zeira le molestaron. ¿Por qué le molestaron? Porque al decir que se pueden casar con una bastarda están diciendo que ellos no tienen el mismo estatus que los israelitas, levitas o sacerdotes que tienen prohibido casarse con una mamzeret. Les estaba diciendo, en otras palabras, que tenían un estatus inferior y que por eso se podían casar con cualquier mamzeret.

La historia continúa y nos enseña que Raba volvió a enseñar a la ciudad de Mijoza pero comenzó diciendo “Un Ger puede casarse con una cohenet (hija de sacerdote)” y lo llenaron de seda por sus palabras. A Rabi Zeira lo tiraron etrogim por sus palabras y a Raba lo llenaron de sedas, en señal de alegría por sus palabras. Le estaba permitiendo a los conversos casarse con las hijas de los sacerdotes! Es decir, los estaba igualando a cualquier judío! Ahora bien, inmediatamente enseña lo mismo que enseñó Rabi Zeira y dice: “los conversos pueden casarse con las mamzeret”. La gente extrañada le insinuó que tiró abajo todo su primer argumento por el cual ellos se alegraron mucho. Sin embargo, de manera maravillosa, Raba dice que no. Que con sus enseñanzas él les hico un bien [a ellos, a los conversos] ya que si quieren pueden casarse con una hija de sacerdote pero si lo desean también pueden casarse con una “bastarda”. Ningún otro judío tiene esta capacidad.

De forma maravillosa el Talmud nos enseña que podemos decir o enseñar exactamente lo mismo y recibir respuestas diametralmente diversas. Al enseñar, al emitir un juicio, al contar un chiste o al realizar un comentario debemos primero, antes que nada, saber quiénes son nuestros interlocutores. La vida no es un monólogo, sino que se basa en diálogos. Para que la conversación o la enseñanza sean fructíferas debemos siempre saber quién es el otro. Eso lo sabía Raba y Rabi Zeira al ignorarlo sufrió las consecuencias.


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