¿No sienten en ciertas oportunidades que las halajot rabínicas no tienen sustento en la Torá? ¿Qué muchas de las costumbres y reglamentaciones que seguimos, a base de los escritos rabínicos, estan desconectados de la Torá? Si lo sienten no son los únicos ni los primeros. Los rabinos hace unos 1800 años en los tiempos de la Mishná también lo sentían y así lo expresan.
En una nueva Mishná se nos habla de diversas leyes “rabínicas” y su conexión con la Torá. Por ejemplo se nos dicen que las leyes en relación a Hatarat Nedarim (la posibilidad de que un sabio anule los votos o promesas realizadas) se encuentran volando por el aire ya que no hay ninguna fuente de la Torá para respaldar esta práctica. Es decir, en la Torá una promesa es una promesa y si uno expresa un voto el mismo debe ser cumplido y no hay posibilidad de anularlo, sin embargo los sabios encontraron algunos recursos para anular las promesas y nuestra Mishná, honesta ella, nos dice que está ley rabínica no tiene ningún lugar en el cual sustentarse en la Torá. Las leyes sobre Shabbat, Jaguigá (el sacrificio) y Meilá (sacrilegio) son, nos cuenta la Mishná, como montañas que cuelgan de un pelo, ya que hay pocos versículos bíblicos que hablan sobre estos temas y una inmensa cantidad de Halajot al respecto. Los sabios nos dicen aquí que estas categorías que los rabinos hicieron montañas de ellas con cientos de leyes y especificaciones están conectadas solamente a través de un “pelo” de las escrituras ya que estas nos dan muy pocos detalles al respecto. Finalmente los juicios civiles, los sacrificios, los temas de pureza e impureza, y las relaciones sexuales prohibidas estas son “el corazón de la Torá” (en hebreo la expresión que se utiliza es Gufei HaTorá, el cuerpo de la Torá) ya que hay decenas y centenas de versículos en los cuales los sabios se apoyan para basar sus reglamentaciones.
Algunas generaciones después, ya en los tiempos del Talmud, los sabios se sienten incómodos al decir que los rabinos podrían haber “inventado” centenas de leyes sin basarse o apoyarse en las palabras de la Torá e intentan argumentar que sí hay apoyaturas textuales para la anulación de los votos, para las leyes de Shabbat, para el sacrificio de Jaguigá, etc. Los ejemplos y argumentos que traen, permítanme decir, no son muy convincentes que digamos. Lo importante, me parece, más que el intento apologético de los amoraim de justificar el proceso rabínico y su conexión con la Torá, es reconocer la honestidad intelectual y la libertad de pensamiento de los tanaim que en la Mishná son claros al decir que hay ciertas costumbres, tradiciones y leyes rabínicas que su origen no se encuentra muy fundamentado en la Torá. ¡Y que eso está bien! Honestidad intelectual más que apología. Eso es lo que necesita nuestro judaísmo hoy.
En una nueva Mishná se nos habla de diversas leyes “rabínicas” y su conexión con la Torá. Por ejemplo se nos dicen que las leyes en relación a Hatarat Nedarim (la posibilidad de que un sabio anule los votos o promesas realizadas) se encuentran volando por el aire ya que no hay ninguna fuente de la Torá para respaldar esta práctica. Es decir, en la Torá una promesa es una promesa y si uno expresa un voto el mismo debe ser cumplido y no hay posibilidad de anularlo, sin embargo los sabios encontraron algunos recursos para anular las promesas y nuestra Mishná, honesta ella, nos dice que está ley rabínica no tiene ningún lugar en el cual sustentarse en la Torá. Las leyes sobre Shabbat, Jaguigá (el sacrificio) y Meilá (sacrilegio) son, nos cuenta la Mishná, como montañas que cuelgan de un pelo, ya que hay pocos versículos bíblicos que hablan sobre estos temas y una inmensa cantidad de Halajot al respecto. Los sabios nos dicen aquí que estas categorías que los rabinos hicieron montañas de ellas con cientos de leyes y especificaciones están conectadas solamente a través de un “pelo” de las escrituras ya que estas nos dan muy pocos detalles al respecto. Finalmente los juicios civiles, los sacrificios, los temas de pureza e impureza, y las relaciones sexuales prohibidas estas son “el corazón de la Torá” (en hebreo la expresión que se utiliza es Gufei HaTorá, el cuerpo de la Torá) ya que hay decenas y centenas de versículos en los cuales los sabios se apoyan para basar sus reglamentaciones.
Algunas generaciones después, ya en los tiempos del Talmud, los sabios se sienten incómodos al decir que los rabinos podrían haber “inventado” centenas de leyes sin basarse o apoyarse en las palabras de la Torá e intentan argumentar que sí hay apoyaturas textuales para la anulación de los votos, para las leyes de Shabbat, para el sacrificio de Jaguigá, etc. Los ejemplos y argumentos que traen, permítanme decir, no son muy convincentes que digamos. Lo importante, me parece, más que el intento apologético de los amoraim de justificar el proceso rabínico y su conexión con la Torá, es reconocer la honestidad intelectual y la libertad de pensamiento de los tanaim que en la Mishná son claros al decir que hay ciertas costumbres, tradiciones y leyes rabínicas que su origen no se encuentra muy fundamentado en la Torá. ¡Y que eso está bien! Honestidad intelectual más que apología. Eso es lo que necesita nuestro judaísmo hoy.
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