viernes, 26 de abril de 2013

Kidushin 50 - Casamientos condicionados II

Si las condiciones no se cumplen el matrimonio no es válido y queda anulado. Este parece ser el dictum general de los rabinos. Si uno dice ser Cohen y en realidad es Leví, o si uno dice ser un pueblerino y en realidad vive en una gran ciudad, o si dice que su casa está cerca de un baño y en realidad está lejos, o si dice no tener hijos y los tiene; y todos estos son ejemplos reales del Talmud: el casamiento no es válido.

Uno no puede engañar a una mujer con el fin de que ella se case con uno. Al parecer tener un baño cerca de la casa tenía una gran valoración para los sabios del Talmud, como para los argentinos en los setenta mudarse a una casa con teléfono. En definitiva: uno no puede engañar o mentir para conseguir a su mujer. Ni para un lado, ni para el otro. Si uno es rico debe decir que es rico, si uno es pobre debe decir que es pobre. O mejor, no decir nada. El silencio muchas veces nos ahorra muchos problemas. 

Ahora bien, si la mujer dice "en mi corazón igualmente quería casarme con él", es decir que más allá de estas condiciones que su marido "mentiroso" le dijo la mujer expresamente que ella igualmente quería casarse con él siendo que aquellas condiciones no le importaban, el casamiento no es válido. ¿Cuál es el motivo? La respuesta la da Rabá y se basa en el siguiente principio: "Devarim shebalev, einam devarim" (las cosas del corazón no son cosas, o las palabras del corazón no son palabras).

En otras palabras: lo que no decimos expresamente sino que lo guardamos en nuestro interior no tienen peso legal. Si la mujer quería casarse, sin importar qué, con este hombre debería haberlo expresado antes del casamiento y no después. Las palabras de nuestra conciencia o que están dentro nuestro pero que no las hacemos trascender son pensamientos infértiles, palabras muertas que no tienen peso. 

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