jueves, 4 de abril de 2013

Kidushin 39 - Tziduk HaDin

Los hombres y mujeres de fe a lo largo de toda la historia universal han buscado demostrar la naturaleza de Dios, sus atributos y como acciona en el mundo. El gran problema que han tenido que superar es el dilema entre el bien y el mal. Entre aquellos justos que "les va mal" y aquellos malvados "que les va bien". Todos alguna vez nos hemos hecho esta pregunta y los sabios judíos del Tamud no son la excepción. Lo primero que deberíamos definir es que es justo/malvado y que es el bien/mal pero dejaremos esto para otra ocasión. 

La Torá es clara si uno cumple los preceptos a uno le irá bien, sus tierras serán fértiles, tendrá salud y paz; si uno no cumple los mandamientos todo lo contrario ocurrirá. Una teología, digamos sin desmerecer, simplista. La Mishná del siglo II continúa con esta mentalidad y nos comenta que si uno cumple un precepto a uno le irá bien y sus días se alargarán, mientras que si uno no cumple un precepto sus días no se alargarán y no disfrutará de la tierra. Sin embargo el Talmud trae una refutación a esta teología y enseña que otros sabios ya habían dicho que el fruto de los mandamientos no pertenecía a este mundo sino al mundo venidero, es decir, que a diferencia de la Mishná y de la Torá la recompensa por el cumplimiento de los mandamientos no se da en este mundo sino en el Olám Habá (mundo venidero). La teología anterior era una teología de inmediatez, causa y efecto, mientras que esta nueva teología es más lenta y no es "directa". Rabi Iakov es más enfático aun y enseña que la recompensa por el cumplimiento de los mandamientos no existe en este mundo, solo es merecida en el mundo venidero. Los sabios enseñan que quien honra a sus padres, realiza acciones bondadosas, recibe invitados en sus hogares, busca la paz entre los hombres o estudia Torá come los frutos de estas acciones en este mundo pero la recompensa definitiva le es asignada en el Olám Habá. 

La noción de que la recompensa o el castigo no vienen en este mundo sino en el mundo venidero, después de la muerte, corresponde a una teología que no existía en los tiempos de la Torá pero si en los tiempos de los rabinos de fines de la edad antigua. Los sabios veían que había demasiadas injusticias en el mundo y no podían considerar que un Dios bondadoso permitiese tales situaciones, por lo cual entendieron que en "otro mundo" se debía dar la verdadera justicia. Nuestro sabios buscaban "justificar a Dios" (Tziduk HaDin) de cualquier manera posible. Una situación, según relata el Talmud los llevó inexorablemente a cambiar la teología tradicional. La Torá nos enseña que solo dos mandamientos alargan la vida de los hombres: honrar al padre y a la madre y sacar a la madre de un ave cuando uno va a tomar a alguno de sus huevos. Se cuenta que cierta vez un padre le pidió a su hijo que suba a una escalera y tome a un huevo de un nido. El pequeño diligentemente cumplió el mandato del padre, subió al árbol  espantó a la madre de los pichones y tomó el huevo; mas al bajar cayó y murió. Un sabio (Elisha ben Abuya) al ver esta situación expresó que no hay Dios ni justicia en este mundo ya que este pequeño estaba cumpliendo dos mandamientos que aseguraban que su vida se iba a alargar mas murió en el acto. Sin embargo otros sabios comprendieron que situaciones como estas nos llevan a suponer que si afirmamos que existe un Dios misericordioso entonces debemos afirmar también que la justicia, en este o en "otro mundo" se da. Y si, como vemos muchas veces no es en este mundo dónde se da, entonces debemos afirmar que es en el Olám Habá. Es una teología esperanzadora pero que a mi nunca me convenció. ¿Y a ustedes?


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