Las mujeres
y el muerto: El Talmud nos dice que en los lugares donde las mujeres suelen ir a
la delantera de la caravana, con el cajon detrás, pueden hacerlo. Rabí Iehudá
es más enfático diciendo que las mujeres siempre deben liderar la caravana pero
en el Shuljan Aruj, 10 siglos después, se nos dice que como costumbre las
mujeres deben ir detrás del cajón y no delante. Aquí vemos que las
posiciones rígidas se construyen con el tiempo pero que en el Talmud
encontramos visiones mucho más flexibles y laxas.
Costumbres
de duelo (Minagei avelut): El duelo es un momento muy difícil en nuestras vidas, un momento trascendente y de fuertes cambios. Todos, tarde o temprano, pasamos a ser deudos. Como todo momento
trascendental de la vida, la tradición judía tiene un sinfín de leyes y costumbres para acompañar a los deudos en su momento de tristeza. Algunas aparecen en nuestra hoja del día. El rey, y cualquier otro hombre o
mujer que esté de luto, se debe sentar la primer semana es una silla/sillón
bajo como señal de duelo. No se debe sentar directamente en el suelo pero sí
debe sentarse más abajo que donde habitualmente se sienta. Había una antigua
costumbre, que cayó en desuso inmediatamente la edición del Talmud fue concluída, que cuando
moría un familiar todas las camas de la casa debían ser invertidas. Se debía
dormir sobre el “lado de abajo” de la cama. Otra señal de duelo, muy
significativa por cierto, que se prolonga hasta nuestros días es la que se
conoce como Seudat Habraá, la primer comida que come un deudo luego de enterrar
a su muerto. Cuando pasamos por un momento doloroso no tenemos la fuerza para
realizar trabajos por nuestra propia cuenta, muchas veces se nos cierra el
estomago también. Por este motivo es una Mitzvá de la propia comunidad y de los
amigos del deudo la de preparar y servir la primer comida luego de enterrar a
su difunto. Hoy en día se acostumbra a servir un huevo, representando la
circularidad de la vida.
Nueva
Mishná! El rey y sus guerras: A una guerra optativa (miljemet reshut) se debe
salir con el consentimiento del Sanhedrín Gdolá. En el libro de Shmuel I capitulo
8 el profeta Shmuel asusta al pueblo que quiere poner un rey sobre ellos. Le dice al pueblo de Israel que si quieren un rey ellos van a tenerlo y que Ds va
a designar a uno, pero que este rey va a tomar a sus mujeres, va a cobrarles
impuestos, va a mandarlos a la guerra, etc. Los sabios del Talmud se preguntan
si todas estas cosas que allí se expresan puede el rey llevarlas acabo o
simplemente fueron un recurso lingüístico y persuasivo de Shmuel para evitar
poner un rey sobre Israel. Rab sigue esta segunda línea, diciendo que Shmuel
sólo lo hizo para atormentar al pueblo y que se asusten. Por el otro lado Rab
Shmuel nos dice que el rey puede hacer todas las cosas que allí se expresan.
¿Cómo creen que queda la halajá? De manera extraña, por lo menos para mí, Rab
Shmuel termina ganando la discusión. El rey queda habilitado para hacer todo lo
que allí se expone.
Los
tesoros: Cuando van a la guerra ¿Quién se queda con los tesoros? De manera
significativa y en contraste con recién estudiado, el rey, como muchos podrían
suponer no se queda con todos los tesoros de la guerra. Al salir a la guerra, desde los tiempos bíblicos, se decreta que los tesoros reales son dominios
del rey. El resto de los tesoros encontrados se reparten: una mitad para el
rey y la otra mitad en partes iguales para todos los hombres que salieron a la
guerra. Hoy en día podemos pensar que no es el porcentaje más justo pero si
tomamos en cuenta que esta ley tiene más de 3000 años debemos sospechar que en
su momento fue más que justo!
3 mitzvot:
Rabi Iheudá nos dice que al pueblo de Israel le fueron encomendadas tres
Mitzvot una vez que hayan conquistado la tierra de Israel. Las tres mitzvot
son: Poner un rey, terminar con la simiente de Amalek (el enemigo eterno de
Israel) y edificar un Beit Habejirá, una casa que sirva como santuario y lugar de culto. La primera de ellas, el pueblo de Israel la consigue con la asunción de
Shaul, el primer rey de Israel. La segunda, la destrucción definitiva de
Amalek, no se consiguió del todo. La última se cumplió con Shlomó, el hijo de
David, cuando construyó el Beit Hamikdash.
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