viernes, 17 de enero de 2014

Baba Batra 35 - Sobre ladrones y devoluciones

Hemos visto en los últimos post que sucede si dos personas discuten en relación a la posesión de cierto objeto no teniendo niguno de los dos pruebas o evidencias al respecto. Los rabinos crean un concepto que en arameo se conoce como “Kol DeAlim Gabar”, algo así como “quien presente más fuerza prevalecerá”. Ante una situación donde no existen ni testigos ni pruebas sobre la propiedad de un producto, el conflicto debe ser resuelto mediante la persuasión y la astucia de los “competidores”; el que presenta mejores argumentos será el que se quedará con dicho producto.

Ahora bien, ¿qué ocurre si un tercero en el medio del conflicto viene y toma aquel objeto? Por un lado podríamos pensar que tiene igual derecho a reclamar por aquel objeto como cualquiera de los otros dos que están en disputa, sin embargo los sabios dice que sin pruebas este tercer hombre en discordia no tiene derecho alguno a tomar aquel objeto. Si lo toma está obligado a devolverlo. Sin embargo tiene un problema. ¿A quién se lo devuelve? Si alguien roba un producto está obligado a devolvérselo al dueño. En esta situación cuando la propiedad está en disputa: ¿A quién se lo devuelve?
Está compleja situación lleva a los sabios del Talmud a evaluar este caso con un caso similar. Según los sabios de Neharedea si un hombre roba dentro de la multitud un objeto (que bien podría haber sido de cualquier persona que se encontraba en el mercado) no debe devolverlo. Ya que existe una tradición que reza así: el ladrón de multitudes no es llamado ladrón (Gazlan). Está extraña postura se entiende leyendo en detalle la normativa en cuanto a los robos que plantea la Torá. Según la Biblia si una persona robo un objeto está obligado a devolver aquel objeto al dueño original y pagarle una compensación extra para resarcir su error y para expiar su culpa. Sin embargo cuando no conocemos quien es el verdadero dueño estamos ante una situación imposible. El ladrón no puede expiar su culpa; no puede arreglar su error. Está lectura podría llevar al caos social ya que todo ladrón en vez de robar un objeto de una persona particular podría robar un día en el mercado un par de billetes de cualquiera de los transeúntes y de ser así no estaría obligado a devolverlo porque no se puede saber a ciencia cierta a quien pertenecía este dinero. Sin embargo Rab Ashí afirma, en contraposición a lo que enseñaban los sabios de Nehardea, que un Gazlan de multitudes es llamado Gazlan, sin embargo su único problema es que no puede realizar una Teshuva, un arrepentimiento completo, porque nunca podrá expiar su transgresión conforme a la reglamentación de la Torá.
Volviendo a nuestro caso complejo según las autoridades medievales la persona que le quita un objeto en disputa está obligado a resarcir a ambos “competidores”, devolviéndole a cada uno aquel objeto que intentó tomar por la fuerza.

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