En la tradición rabínica de las tres fiestas de la peregrinación dos de ellas recuerdan momentos específicos en la historia judía: en Pesaj la salida de Egipto y en Shavuot la entrega de la Torá. Sin embargo Sucot, el tema de nuestro tratado, no recuerda un momento especifico sino más bien un proceso sostenido en la historia judía durante los cuarenta años de peregrinación por el desierto. En Sucot, rememoramos las Sucot en las cuales habitó el pueblo judío durante aquella travesía. Y soy cuidadoso en decir Sucot porque aunque parezca obvio no sabemos exactamente que son aquellas Sucot.
En nuestra Guemará se nos presentan dos opciones: cabañas o nubes. La Torá nos dice: "para que sepan vuestros descendientes que en Sucot hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto" (Lev. 23:43). ¿Qué son esas Sucot en las cuales Dios hizo habitar a nuestros antepasados? Rabi Eliezer sostiene que se trataban de Ananei Kavod, de nubes de gloria. Sin embargo rabí Akiva discute esta presunción y sostiene que en realidad eran cabañas de verdad, Sucot Mamash como él las denomina. O bien Dios protegía al pueblo de Israel durante la travesía con Sus nubes o bien el pueblo se protegía así mismo del calor y del sol del desierto construyendo cabañas temporales.
¿Nubes o Cabañas? Esa es la cuestión. Rabí Eliezer nos presenta una idea maravillosa y milagrosa. Rabí Akiva nos contrapone una respuesta más racional e histórica. Dos formas diferentes, igualmente validas, de vivenciar la festividad de Sucot.
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