La Mishná nos cuenta que hay diversas mujeres a quienes les está prohibido comer de la Trumá (comidas consagradas) si su esposo es un Cohen. La característica en común en todas ellas es que sospechamos de un adulterio. Una mujer casada con un Cohen que se presupone se acostó con otro hombre ya no forma más parte de la familia del sacerdocio, por dicho motivo no puede comer de las ofrendas consagradas. Algunos ejemplos que nos da la Mishná son: la mujer que directamente y con honestidad le dice al marido "yo estoy impura para ti" (es decir: me acosté con otro hombre). Otro caso es la mujer que dos testigos la vieron encerrarse en un cuarto con un hombre. La mujer que dice "yo no tomaré de las aguas de la Sotá" tampoco puede comer de la Trumá.
La diferencia entre los testigos y las aguas. La Torá, de forma milagrosa, nos presenta las "aguas de la Sotá"; aquellas aguas que si la mujer las bebía y efectivamente se había costado con otro hombre su cuerpo se hinchaba, etc. Rab Amram sin embargo nos dice que sólo depositamos nuestra confianza en estas aguas mágicas cuando no contamos con testigos que nos puedan confirmar o refutar lo ocurrido. Por este motivo si la mujer toma las aguas y éstas no tienen ningún efecto; es decir, nada le pasa a la mujer, si luego vienen dos testigos a decir que la encontraron con un hombre, está mujer queda divorciada y no puede cobrar su Ketubá (contrato matrimonial). Al parecer en la época del Talmud lo racional (la presencia de testigos) le ganó a lo mágico (las aguas de la Sotá).
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