Nuestra Guemará nos cuenta los pasos y las reglas al por menor de cómo hacer para que la mujer beba de las aguas de la Sotá.
El hombre debe ir al Beit Din (tribunal rabínico) de su ciudad y decir: "A mi mujer le advertí sobre que hable con cierto hombre y luego ella se recluyó con el mismo. Ella dice que es inocente pero yo quiero que beba de las aguas para asegurarme". Si sus palabras son aceptadas por el tribunal se le asignan dos Talmidei Jajamim (sabios) para que los acompañen a ambos hacia el Beit Hamikdash. Dos sabios los acompañan porque ellos son considerados como Kasher, hombres que no se acostarían con cualquier mujer, y que también impedirían que el marido se acueste con su mujer antes de que está beba de las aguas.
Cuando llegan al Templo de Jerusalém, exactamente al Shaar Nikanor, donde en la antigüedad las mujeres tomaban de las aguas de la Sotá, las madres eran purificadas luego de parir y se purificaba a los que tenían Tzaarat, se la separaba del marido y se la interrogaba. Los jueces la intentaban calmar y la inducían a que acepte su culpabilidad antes de que tome de las aguas (ya que en las aguas había un pergamino con el nombre de Dios y los sabios querían evitar que el mismo sea borrado). Le decían que muchas veces el vino, la juventud, las charlas y los malos vecinos la podían hacer transgredir. Le decían todo esto para que se sienta menos culpable. Si ella decía en aquel momento: "no tomaré de las aguas"; su marido la divorciaba inmediatamente sin pagarle su Ketubá. Si ella aún decía que era inocente se la llevaba, ahora así al Shaar Nikanor, y se le daba de tomar el agua. Los sacerdotes invitaban a cualquier persona que quisiera ver el "espectáculo" para que se acerque y lo viese.
Como existían los sabios que querían evitar que la mujer tome de las aguas de la Sotá, (para que el nombre de Dios no sea borrado) había otros que querían incentivarla a que lo haga. Y con amor le decían que si ella estaba segura de su inocencia que tome de las aguas ya que la misma se asemeja a una pastilla seca que se pone sobre una herida abierta. Si hay una herida pues la pastilla lo cura; si no hay una herida entonces la pastilla no produce ningún efecto. En otras palabras: las aguas de la Sotá sólo tendrán efecto si la mujer verdaderamente fue adultera.
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