En el primer capítulo habíamos establecido que una corte, Beit Din, consta de tres jueces. Ahora, comenzando el tercer capítulo de este tratado, veremos cómo debe ser la composición del Beit Din. ¿Quiénes deben integrarlo? ¿Cómo son elegidos? Como siempre, todas estas preguntas comienzan a responderse con una Mishná.
En un juicio siempre hay dos partes, alguien que acusa y alguien que se defiende, o ambos que se acusan mutuamente. El Stam Mishná, la primer fuente anónima que aparece en nuestra Mishná, nos dice que cada una de las partes en litigio debe elegir un juez. Por lo que tenemos dos jueces, nos falta el tercero. Rabi Meir nos dice que el tercero debe ser elegido en común acuerdo por las partes en litigio mientras que los sabios dicen que son los dos jueces seleccionados los que deben elegir su tercer compañero. Nuestra Guemará establece que se debe seguir la opinión de los sabios para que se llegue a la verdad, para que el juicio sea justo, valga la redundancia, todas las partes involucradas deben al menos elegir a uno de los jueces. Cada una de las partes elige un juez y estos dos jueces seleccionados, de forma conjunta, y en común acuerdo, eligen a un tercero. Así se forma un Beit Din.
Compañías: Una de las razones por las cuales los sabios dicen que los mismos jueces deben elegir a su compañero es por lo formulado en cierta ocasión por Rab: los testigos no deben firmar un documento sino saben quién firmará con ellos. Por regla general, casi siempre se necesitan dos testigos para certificar cierto acto. Lo que nos dice Rab es que uno debe asegurarse que al firmar un documento como testigo debemos saber quién es el otro que firmará con nosotros, ya que uno no quiere que su nombre quede manchado si se descubre que al final el otro testigo no estaba apto para testificar por ser mafioso, un delincuente o poseía alguna otra cualidad que lo invalidaba para ser testigo. Los sabios dicen que hay que elegir buenas compañías, por eso los jueces deben juzgar con otros hombres sabios y respetables. No se debe ser parte de un Beit Din donde uno de los jueces sea un hombre corrupto o mentiroso. Incluso, nos cuenta el Talmud, que los hombres sabios de Ierushalaim solían averiguar quién estaba comiendo y dónde se disponían a ir para asegurarse que el lugar esté lleno de gente respetable y honrosa.
Anular un juez: Rabi Meir nos dice que cada una de las partes puede anular la elección del juez de la otra parte. Si a mí no me gusta, por tal o cual motivo, la elección del juez de mi “oponente” puedo descalificarlo. Los sabios, un poco más precavidos, nos dicen que solamente puede descalificarlo (hacerlo pasul) cuando uno trae pruebas de que aquel juez seleccionado se encuentra inhabilitado para ejercer la función de juez. Hay dos razones para invalidar que alguien sea juez o testigo que luego se subdividen: la primera es que una persona practique alguna actividad que no sea muy “confiable” (lo veremos específicamente en 2 días) y la segunda es que tenga una relación de parentesco con alguno de los acusados. La halajá queda codificada por el Ramabam como los sabios, si los jueces son mumjim (expertos) o son ksheirim (aptos) ninguna de las partes puede anular la elección de la otra.
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