Continuamos con algunas leyes referentes a los jueces. Una nueva Mishná nos dice una cantidad de cuestiones que debemos evitar hacer en relación a los jueces para no deshonrarlos. Una persona, por ejemplo, no debe andar en el caballo de un rey, sentarse en su trono o utilizar su bastón. Tampoco debemos verlo en situaciones “poco dignas de la realeza” como cuando se corta el pelo, se encuentra desnudo o cuando está en el baño. Los sabios extraen estas enseñanzas de un versículo de la Torá en la cual se nos comanda a instaurar un rey sobre Israel, nuestros maestros entienden que el pueblo, para poder obedecer a este rey, le tienen que tener un temor importante. El pueblo debe tener miedo del rey, de su poder y de los posibles castigos que pueda infligir ante una trasgresión del pueblo. Si el pueblo utiliza libremente las posesiones del rey, como su caballo o su bastón, o bien, lo ve en situaciones poco decorosas el pueblo le perdería el respeto, por este motivo se enuncian estas prohibiciones en la Guemará con respecto a la conducta del pueblo en relación al rey.
Cortes de pelo. En nuestra Mishná se nos decía que no debemos ver el momento donde a un rey le cortan su cabello. Esto lleva a los sabios del Talmud a indagar más sobre el tema de los cortes de cabello. El rey, según el Talmud, se debe cortar el cabello diariamente, el sumo Sacerdote cada víspera del Shabat mientras que el resto de los sacerdotes lo debe hacer una vez cada treinta días. Es interesante este dato porque el tema de los cortes de cabello y de la barba ocupa un lugar importante en la Torá y en la Halajá. Hay momentos donde la misma nos ordena a cortar nuestros cabellos y otros tantos momentos que nos lo prohíbe. Quien está de duelo, por ejemplo, no debe cortarse sus cabellos ni barbas por treinta días, durante el periodo de Omer (un semi-duelo nacional) no debemos cortarnos la barba. Estar con el pelo largo y la barba desarreglada es una señal de duelo, en momentos de dolor nuestra imagen física pierde importancia. En contraposición en momentos de fiesta y alegría la tradición nos invita a ocuparnos de nuestra apariencia, a llenarnos de ropas nuevas, limpias y bonitas y a cortarnos el cabello y la barba. Cada víspera del Shabat o cada víspera previo a una festividad debemos afeitarnos y recibir a nuestras festividades con alegría y bien presentables.
Divorcios: El Talmud tiene la capacidad de saltar de un lugar a otro, de un tema a otro, con total libertad y con una maravillosa facilidad. Cuando se discutían algunos aspectos del rey, el Talmud trae la historia de Abishag una sirvienta que le dan al rey David cuando estaba ya muy viejo para que pueda servirle y literalmente “calentarle la cama”. Al parecer David se une a ella pero haciendo esto sobrepasa el número de mujeres permitidas al rey, que como vimos hace unos días es de 18. Ella era la número 19, no obstante, el Talmud nos dice, que a David no le fue permitido divorciar a una de sus mujeres para cumplir con la halajá y sólo tener 18 mujeres y no 19.
Esta historia le da pie a nuestros sabios para hablar sobre, más allá que el divorcio este permitido y legislado en el universo judío, cuan duro y doloroso es cuando una pareja se divorcia. Se nos dice por ejemplo, como vimos en la última página del tratado de Guittin, que cuando una pareja se divorcia hasta el altar del Beit Hamikdash derrama una lágrima. Rabi Iojanán, en relación a la muerte de uno de los conyugues, dice que quien sufre una pérdida semejante es como si sufriese la perdida y la destrucción del Beit Hamikdash, el lugar más sagrado de toda la tierra. Es como si Ds, luego de la muerte de un conyugue, salga de este mundo y deje de tener un lugar donde habitar. Quienes quieran seguir leyendo sobre aforismos en relación a los divorcios, a las parejas (ya que estamos, los sabios nos dicen que unir a una pareja es tan difícil como abrir el Iam Suf), al amor y a la soledad lo invito a leer por su cuenta este fragmento del Talmud.
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