Continuamos con
el mismo dilema que presentamos en los últimos post sobre la adjudicación de
una propiedad sin contar con el título de propiedad. Recordemos una vez más las
máximas generales del Talmud al respecto: si uno habitó una casa durante tres
años seguidos y tiene elementos para demostrarlo, incluso sin tener el título
de propiedad, se considera que esa casa es suya.
Repasemos ahora dos
curiosos casos que presenta el Talmud al respecto:
Primer caso: un
hombre se apropió (Hijzik) de una casa durante tres años. Luego del periodo de
Jasaka (de usucapión) viene el dueño de la casa y trata de echar a aquel
usurpador de su hogar. Ante la corte el supuesto usurpador aduce que en los
últimos tres años el supuesto dueño estuvo muchas veces en la ciudad y nunca
dentro de ese periodo presentó una denuncia de usurpación (y si tuvo antes la
posibilidad de reclamar ahora ya se le pasó la oportunidad). El dueño, sin
embargo, puede justificar que si bien el estuvo durante tres años trabajando en
el extranjero y sólo volvió a la ciudad por periodos cortos de tiempo, él no
presentó ninguna queja porque cuando el estaba en la ciudad se encontraba con
mucho trabajo y no volvió a su hogar. En un caso así los sabios fallan a favor
del supuesto dueño.
Segundo caso: un
hombre se apropió de una casa durante el tiempo necesario para la usucapión.
Luego de este periodo viene el supuesto dueño y levanta una sospecha (Hireher),
y dice que esa propiedad le pertenece. El Majzik (“usurpador”) no niega que
esta casa le pertenecía realmente a este hombre sin embargo aduce que él se la
compró a un hombre que dijo habérsela comprado a aquel. El supuesto dueño
afirma que aquel fulano no le compró la casa sino que se la robó. Si se
presenta un caso similar los sabios vuelven a fallar a favor del dueño y en
contra del Majzik.
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