Nuestra Guemará continúa detallando aquellas cosas que debemos alejar de las ciudades. Ya sabemos que debemos alejar las palomeras, las eras y los árboles. En está oportunidad nos enseñan que debemos alejar los nebelot (animales muertos) y las Kvarot (sepulturas) 25 metros de los límites de la ciudad. Tanto los animales muertos como los seres humanos que mueren emiten un olor muy desagradable y por está razón sus "cuerpos" deben estar lo suficientemente alejados de la ciudad para no afectar con su intenso olor a los habitantes.
Los sabios de la Mishná nos enseñan también que debemos alejar de la ciudad a los Bursekim, lugares donde se trabajan los cueros. Estás fabricas de la antigüedad emitían olores nauseabundos (hasta el día de hoy lo siguen haciendo igual) por tal motivo estás fabricas debían estar alejadas de la ciudad. Sin embargo los sabios van un paso más y nos dicen que deben estar alejadas y aparte sólo pueden ser instaladas al este (mizraj) de la ciudad. Ya que por lo general el viento sopla del oeste (maarav) y se lleva consigo aquellos olores nauseabundos.
Los sabios tenían diversas supersticiones con respecto a los vientos. Según dijeron en nombre de Rab los cuatro rujot (vientos) soplan todos los días y es siempre el viento del norte el que los acompaña a todos. Si no fuera por el viento del norte, decían los sabios, el mundo no se sostendría ni siquiera un instante. Por el contrario el viento más fuerte y peligroso es el que proviene del sur, sostenían los sabios, y afirman que hay un ángel en el cielo que cada día le detiene su furor, si no fuera por aquel ángel el mundo se destruiría con la potencia de los vientos del sur.
Algunos sabios intuyen que no se evita que se ponga el Burseki en el oeste porque los vientos soplan de aquel lado lo que traería todos los olores a la ciudad sino más bien porque allí reside, en el maarav, la presencia divina. Así lo sostenía Rabi Abahu, en el oeste se encuentra la Shejina (la presencia femenina de Dios). Sin embargo una enorme cantidad de sabios dirán que la Shejina se encuentra presente en todos lados por lo cual este no puede ser un motivo valido para impedir que el Burseki se asiente en el oeste.
Como un juego de asosiación libre los sabios continuan hablando de diversas cosas que tienen relación con los puntos cardinales. Rab Itzjak sugiere que si uno quiere volverse un sabio debe mirar a la hora de la plegaria hacia el sur, si uno quiere volverse rico debe hacerlo mirando hacia el norte. Rabi Ioshua ben Levi lo corrige y le dice que siempre se debe rezar mirando hacia el sur ya que con la sabiduría viene la riqueza (y no a la inversa). Los sabios aprenden esto del Beit Hamikdash. Allí la mesa se encontraba en el norte, y la mesa con todos sus utensilios de oro era el símbolo de la riqueza, mientras que en la parte sur se encontraba la Menorá, el candelabro que con su luz simbolizaba la sabiduría y la claridad del sabio. Ahora bien los sabios medievales encuentran un gran problema con está afirmación de los sabios. Es sabido que debemos rezar mirando hacia Ierushalaim. Si esto es así ¿cómo miramos al norte o al sur? Los rabinos, que todo lo pueden, dicen que uno debe siempre posicionar su cuerpo mirando hacia Ierushalaim pero uno puede voltear su cabeza o bien hacia el norte o bien hacia el sur.
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