21:6 Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; 21:7 y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto. 21:8 Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Adonai; y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada. (Debarim)
El Talmud continúa detallando el proceso de la Egla Argufá (la becerra de cerviz quebrada) que se debe realizar cuando se encuentra a un muerto fuera de una ciudad sin saber porque motivo murió. Dijimos anteriormente que se debe medir desde el cuerpo del difunto hasta las ciudades más próximas, la más cercana es la que debe traer la becerra para quebrar su cerviz. Sin embargo, la Mishná nos cuenta, que si dos ciudades están equidistantes del cadáver ambas, en conjunto, deben traer una Egla para sacrificarla.
¿Desde donde se mide al muerto? Los sabios son tan cuidadosos y detallistas que se preguntan: si la cabeza está en un lado y el cuerpo del otro ¿desde dónde se mide? Hay quienes dicen que se cuenta desde el cuerpo y otros que dicen que se cuenta de la cabeza. La opinión ganadora es la de Rabi Akivá que afirma que se debe llevar el cuerpo hacia donde está la cabeza, y desde allí contar, ya que la cabeza, cuando a uno se la cortan cae exactamente en ese lugar. Sin embargo los sabios no se sacian con facilidad. ¿Desde qué parte del cuerpo se mide? Hay tres opiniones: desde la nariz (que permite respirar, es decir, la vida), desde el ombligo (que es lo que nos permite desarrollarnos en el útero materno) o desde el cuello (que es el lugar que nos provocó la muerte)? Nuevamente los sabios le dan la opinión a Rabi Akiva y se debe medir desde la nariz ya que el hálito de vida reside allí (Bereshit 7:23).
Ok, ya hemos determinado cual es la ciudad más cercana al difunto. Ahora los ancianos de aquella ciudad deben traer una becerra sobre la cual no le hayan puesto un yugo y deben bajarla a un Najal Eitan (un arroyo perenne, es decir un arroyo eterno, continuo del cual se puede extraer agua todo el año). Allí, al lado de aquella fuente de agua se debe hacer la ceremonia de la Eglá Arufá, se debe cortar la cerviz de la becerra. En ese lugar, sobre el cual se realizó la ceremonia, los sabios prohíben volver a trabajar la tierra. Luego de realizar este antiguo ritual los sabios deben lavarse las manos y deben decir: "Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto". Metafóricamente "se están lavando las manos", están diciendo que nadie en aquella ciudad es responsable por la muerte de aquel hombre que yacía en el medio del campo.
Un último y hermoso detalle: ¿Por qué se debe realizar está ceremonia en un arroyo perenne y con una becerra? Así dijo el Eterno "Deben traer un elemento que no ha dado frutos (es decir, la becerra que todavía no ha concebido) y deben cortar su cerviz en un lugar que no de frutos (es decir, aquel arroyo) para expiar a aquel ser que no le permitieron dar frutos (el muerto)". En está hermosa enseñanza, Rabi Iojanan ben Shaul nos dice que la persona que muere deja de dar frutos. ¿Qué son estos frutos? Las mitzvot, los mandamientos. Cuando uno muere deja de cultivar el mundo con su amor y su benevolencia, representadas ambas en los mandamientos.
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