21:1
Si en la tierra que Adonai tu Dios te da para que la poseas, fuere hallado
alguien muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató, 21:2 entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la
distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. 21:3 Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde
fuere hallado el muerto, tomarán de las vacas una becerra que no haya
trabajado, que no haya llevado yugo; 21:4
y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso, que
nunca haya sido arado ni sembrado, y quebrarán la cerviz de la becerra allí en
el valle. 21:5 Entonces vendrán los
sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Adonai tu Dios para que le
sirvan, y para bendecir en el nombre de Adonai; y por la palabra de ellos se
decidirá toda disputa y toda ofensa. 21:6
Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el
muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; 21:7 y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado
esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto. 21:8
Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Adonai; y no culpes de sangre
inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada. 21:9 Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en medio
de ti, cuando hicieres lo que es recto ante los ojos de Adonai. (Debarim)
Está es el precepto conocido como Egla Arufa. Para la Torá toda sangre derramada, toda muerte, debe ser redimida. De alguna forma se le debe encontrar un cierre a una muerte, ya sea encontrando al culpable o expiando las culpas. Por está razón la Torá instauró está extraña ceremonia. En la antiguedad entre pueblo y pueblo había una gran cantidad de espacio "en disputa", o más bien, un espacio que no pertenecía a nadie en particular. ¿Qué pasa si se haya allí un cadaver? Alguien se debía hacer responsable y ocuparse de enterrar al muerto; pero por otro lado se debían expiar las culpas y declarar que nadie fue culpable de aquella muerte misteriosa.
La Mishná nos enseña que todo lo que deben decir los sacerdotes (ver versículos 7 y 8) debe ser dicho en hebreo. Ahora bien. En total son cinco los enviados del Sanedrín de Ierushalaim para hacer las mediciones. Si un cadáver (jalal) se encontraba entre dos ciudades los cinco enviados del Beit Din debían medir la distancia que había entre aquellos cadáveres y el límite de las ciudades. Luego de medir la ciudad más cercana al cadáver se debía hacer responsable, trayendo una becerra y quebrando su cerviz (Egla Arufá), como signo de ofrenda expiatoria. Los sabios dicen que aunque sea obvio a quien le pertenece el muerto, es decir, si el mismo se encuentra a corta distancia del límite de una ciudad y a una larga caminata de la otra, aún así se debe medir ya que esto es una mitvzá.
Los sabios del Talmud son muy meticulosos en está oportunidad con el lenguaje de la Torá. Allí se dice que si el muerto es encontrado "en el campo" se debe realizar todo este proceso, sin embargo, dicen los rabinos, si es encontrado en el río o colgado en un árbol no se debe traer la Eglá Arufá. Sólo si está tendido en el campo. Y es más, dice la Torá "algún muerto", más específicamente, leen los sabios "un cadáver muerto por un golpe/lastimadura"; si el muerto encontrado está degollado o todavía está brotando de el sangre caliente no se debe realizar está ceremonia. Por alguna razón los sabios decidieron ser muy restrictivos en la aplicación de está normativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario