Hace algunos post (ver Sotá 20) comentábamos que según algunos sabios del Talmud las mujeres que tenían méritos por el estudio de la Torá, impedían que las aguas amargas surtieran efecto. Es decir, a pesar de que podían ser culpables de adulterio y que como consecuencia aquellas aguas "mágicas" debían matarlas inmediatamente por sus propios méritos ellas hacían que el efecto se retrase. Podríamos pensar: hermosa sugerencia de los sabios. Sin embargo en nuestra próxima Mishná encontramos algunos sabios que se oponen a esta idea.
Rabi Shimon dice: "Los méritos no impiden que las aguas amargas cumplan su objetivo". Es decir: por más piadosa y estudiosa que haya sido la mujer, si ella cometió adulterio las aguas la matan inmediatamente. ¿Cuál es el motivo que lo lleva a Rabi Shimon a ser tan inflexible? Él aduce que de lo contrario, si las mujeres supieran que si ellas tienen méritos las aguas no cumplen su objetivo, ninguna de las mujeres confesaría antes su transgresión. En otras palabras, si una mujer sabe que tiene muchos méritos (zjuiot) por haber estudiado Torá y es conciente que transgredió y cometió adulterio aún así no lo confesaría porque sabe que al tomar las aguas va a parecer como si fuera inocente ya que no vana tener ningún efecto. Y más aún dice Rabi Shimon. Si sostenemos que los méritos impiden que las aguas amargas cumplan su objetivo estaríamos transgrediendo el precepto de Motzí Shem Rá (sacarle un mal nombre) a muchas mujeres ya que la gente diría "ellas cometieron adulterios, sólo que no mueren porque tienen méritos". En otras palabras: estaríamos haciendo más mal que bien.
De está forma completamos el estudio del tercer capitulo del tratado de Sotá.
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