Estamos comenzando el segundo capitulo del tratado de Sotá, de la mujer sospechada de adulterio. Nuestra Mishná sigue detallando todo el proceso que se realizaba antes de que la mujer tome de aquellas aguas "mágicas". Nos cuentan que el marido debía traerle la Minjá (ofrenda) que ella debía entregar en el santuario antes de abrevar de aquellas aguas en una bolsa especial de origen egipcio. Al parecer esto le causaba fatiga y cansancio a la mujer. Entonces se pregunta el Talmud ¿Para qué lo hacían? Estiraban y hacían tedioso toda la ceremonia previa a que la mujer tomase del agua para que ella pueda reconocer, llegado el caso, que ella había cometido adulterio. Si ella confesaba no debía tomar de las aguas, ergo no moriría a causa de aquella bebida mortal. En relación a esto dicen los sabios: "Si Dios es misericordioso y cuida a los transgresores de Su voluntad, cuanto más debe de ser con quienes cumplen Su voluntad". Si Dios no desea, y hace lo imposible para que esta mujer sospechada de transgredir un precepto bíblico no tome de aquel agua mortal, cuanto más seguramente Dios debe recompensar y cuidar a quienes cumplen Sus mandamientos.
La Mishná nos señala que cada una de las Menajot (ofrendas) que se debían traer al Templo por diversos motivos debían de ser de Trigo (el mejor de los cereales) y debían estar adornadas con Shemen uLebona (aceites e inciensos). Sin embargo está Minja, la de la mujer Sotá no. Debía de ser de cebada (un cereal de inferior categoría) y no debía estar adornada con nada. ¿Por qué? Raban Gamliel nos da una respuesta polémica. Como su acto, su transgresión sexual, es un acto bestial así también su ofrenda debe ser como comida de animales. Su Minja debía ser como la comida de los animales, sencilla y común, ya que su acto fue un acto digno del mundo animal.
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