Entonces el rey quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de los judíos (Ester 3:10)
Según los sabios del Talmud el versículo que citamos aquí tuvo más trascendencia e impactó en el pueblo judío que decenas de profetas. En esté pasaje del libro de Ester se marca cuando el rey Ajashverosh le otorga todo el poder real a Amán para que destruya a los judíos. Y, comentan los rabinos, es por este acto que el pueblo judío hace Teshuva, se arrepiente de sus transgresiones. El miedo que sienten cuando el rey le otorga todo el poder, simbolizado en aquel anillo, a Amán hace que todo el pueblo judío rectifique sus acciones. Y en este sentido es que según los sabios surtió más efecto aquel miedo producido por el paso de ese anillo que los 48 profetas y 7 profetizas que profetizaron sobre el pueblo judío.
Los rabinos se preguntan ¿cuantos profetas tuvo el pueblo de Israel? La respuesta: 48 profetas hombres y 7 profetizas mujeres. Sin embargo ninguno de estos 55 profetas lograron corregir al pueblo judío, ninguno logró con sus predicas y sus amonestaciones cambiar la actitud errada de los judíos en cada una de las generaciones que profetizaron. Ninguno tuvo éxito. El pueblo judío se obstinaba y no cambia su actitud, por ese motivo se produjeron las catástrofes como la destrucción del reino de Israel o el exilio babilónico. Sin embargo, al día de hoy celebramos Purim; y todo gracias al milagro que allí ocurrió cuando el pueblo judío fue salvado por haberse arrepentido de sus errores por el miedo que les provocó aquel poder que bregaba por su destrucción. Un anillo vale más que decenas de profetas; el miedo -lamentablemente- más que las amonestaciones de los profetas.
Los sabios del Talmud nos cuentan que existieron cientos o miles de profetas sin embargo sólo reconocemos a 55, 48 hombres y 7 mujeres ¿Por qué? Porqué solo se pusieron por escrito las palabras de los profetas cuyas profecías servirían no sólo para su generación sino también para las generaciones venideras. La palabra sagrada debe ser palabra eterna; y los profetas que fueron inmortalizados en el Tanaj se debe a que sus palabras y su mensaje no depende de un tiempo o de un espacio. Estos 55 profetas, nos sigue relatando el Talmud, no cambiaron un apice de la Torá; no agregaron una Ley ni abrogaron otra. Mantuvieron la Torá como Moshé la transmitió. Sin embargo una sola nueva ley agregaron: la lectura de la Meguilat Ester. El único cambio que hicieron los profetas fue agregar la lectura de la Meguilá como una Mitzvá, ya que durante Purim su lectura toma el lugar del Halel (los salmos de alabanza y agradecimiento que se suelen cantar en las festividades). Esto se debe a que Halel no se canta durante Purim ya que fue un milagro que no ocurrió en la tierra de Israel.
Para finalizar, develemos el secreto, ¿Quiénes fueron estás siete profetizas según el Talmud? Sara, Miriam, Dborá, Janá, Abigail, Julda y Ester. No es poco que para la época, en un mundo machista y misogino, el Talmud nos cuente que la palabra de Dios también le fue transmitida al pueblo judío por siete mujeres valientes.
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