Así dice el Talmud: "Quién le dice a su enviado "ve y mata a un hombre"el enviado es el culpable y quien lo envío no". Es decir, según esta posición, la obediencia debida no tiene lugar. Si uno asesinó a alguien debe rendir cuentas por eso y no puede excusarse en ningún tipo de obediencia debida, no puede justificar su accionar argumentando que alguien lo obligó a hacerlo. Sin embargo continúa el texto diciendo que Shamai Hazaken sostenía que según el profeta Jagai quien envía también es culpable. Shamai Hazaken se basa en una lectura muy interesante de un versículo bíblico: ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Adonai, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón (Shmuel II 12:9).
Como recordarán la Biblia nos enseña que David mandó a matar a Uriá porqué quería quedarse con su esposa BatSheva. David no lo mata personalmente sino que lo manda a morir en una guerra "por la espada de los hijos de Amón". Sin embargo el profeta lo recrimina como que él mismo lo asesinó. Es decir que quién envía es tan culpable como quien comete la acción de asesinato. En este sentido ambos serían culpables y ninguno puede excusarse. No obstante el Talmud marca una diferencia. El enviado que lo asesinó con sus propias manos puede ser juzgado por cortes terrenales por asesinato mientras que quien lo envió no puede ser juzgado por un tribunal humano sino que es castigado "MiDinei Shamai", por la justicia divina. Es decir no es juzgado penalmente pero si lo es moralmente y ante los ojos de Dios. Esto nos abre un nuevo debate en torno a las diferentes penas que se pueden establecer entre los autores materiales y los autores intelectuales de los crímenes, seguramente si seguimos estudiando alguna referencia más encontraremos al respecto.
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