El Talmud nos enseña que hay justos buenos y justos que no lo son, como así también existen malvados malos y malvados que no lo son. Sé que la frase es compleja y parece no tener sentido sin embargo esto mismo afirman los sabios del Talmud. Rabá nos enseña que Rab Idí le explicó lo siguiente: existen tzadikim (justos) en el mundo que son buenos y otros que no lo son. Los tzadikim buenos son aquellos que son buenos hacia Dios y hacia los hombres mientras que los que no son buenos son aquellos que solo son bondadosos hacia Dios pero no para el resto de los hombres. Por el contrario existen reshaim (malvados) que son malos hacia Dios y hacia los hombres, estos son los malvados malos, mientras que existen aquellos que solo son malvados hacia Dios pero no hacia los hombres, estos son los malvados no malos. De seguro todos nosotros hemos conocido gente que externamente, por su discurso o su vestimenta, nos resultan hombres piadosos y "justos" mas el Talmud nos advierte que no nos guiemos necesariamente para constatar si una persona es justa o malvada como esta persona reza o cuanta Torá estudia. El ser un justo o un malvado, se definen según la tradición judía, no por como uno se "acerca" a Dios sino como uno trata y se maneja con Sus criaturas, con los demás hombres y mujeres de nuestro mundo. Podríamos decir, en forma de refrán popular, "Mirá cómo trata a los demás y sabrá si es una persona verdaderamente justa o simplemente aparenta amar a Dios".
Las intenciones y las acciones. ¿Cuenta como una Mitzva pensar en hacerla pero no llevarla a cabo? ¿Cuenta como una transgresión pensar en cometer un pecado pero finalmente no hacerlo? Rab Asi nos enseña que si uno pensó en hacer una mitzva pero por algún motivo le fue impedido realizarla, tan solo por tener esa buena intención se considera como que hubiera realizado la mitzva. Muy por el contrario si uno tenía un pensamiento negativo mas no lo lleva a la práctica entonces uno no es juzgado por aquel pensamiento. Para el bien nuestros pensamientos cuentan, para el mal no.
En oculto o público. Rabi Janina enseña que es preferible que un hombre transgreda un precepto BeSeter (en oculto) y que no profane el nombre de Dios BeFaresia (en público). Es decir que si uno por algún motivo que fuera debe o se ve tentado a transgredir un mandamiento es preferible, según esta visión que uno lo haga en oculto sin que otros puedan verlo. El sabio Elai HaZaken comenta al respecto y dice que si un hombre ve que su Ietzer Hará (su instinto del "mal") se esta sobreponiendo a su voluntad entonces debe irse a un lugar donde nadie lo conoce, vestirse de negro y hacer "lo que su corazón deseé". Este es un pasaje muy enigmático y discutido del Talmud. Para ciertos sabios es la justificación que se puede dar cuando una persona observante decide ir con una prostituta; cuando su instinto sexual lo domina y "no puede más" entonces debe alejarse de su ciudad, vestirse de tal manera que no lo reconozcan y saciar su espíritu para poder "volver" a su rutina diaria. La sabiduría infinita del Talmud nos confronta con la realidad; si bien el ideal es superar nuestras pasiones e instintos muchas veces no podemos controlarlos por lo cual el Talmud nos da una manera de saciar aquellos impulsos sin profanar el nombre de Dios BeFaresia.
La balanza. El Talmud enseña que cada uno de nosotros debe verse a sí mismo como una balanza en su punto de equilibrio. Tenemos igual cantidad de transgresiones como de méritos, de errores como de aciertos. Por este motivo dicen que es dichoso el hombre que hace una buena acción y cumple un mandamiento porque tuerce la balanza hacia el lado de los méritos.
El estudio o los actos. Qué es más elevado ¿el estudio o las acciones? Un sabio dice que son las acciones y otro que es el estudio. Finalmente todos se ponen de acuerdo cuando todos afirman que el estudio es más grande que la acción porque el estudio lleva a la acción y no viceversa. El estudio de la Torá nos lleva al cumplimiento de los preceptos mas el cumplimiento de los preceptos no nos lleva directamente a su estudio.
Hadran Alaj HaIsha Niknit, hemos terminado así el primer capitulo del tratado de Kidushin!
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