El Talmud continúa desgranando e interpelando a la Mishná que citamos hace unos cuantos días. El tema central es determinar cuáles son aquellos productos de los goym (no judíos) que un judío tiene prohibido tanto utilizar para su uso personal (isur) como también tener usufructo comercial del mismo (isur hanhaá). Ya hablamos de los vinos y del vinagre. Ahora la Guemará también dirá que lo mismo ocurre con las vasijas de arcilla del emperador romano Adriano como también con un tipo de piel del animal, que los sabios intuyen que por el corte del mismo fue ofrecido en sacrificio pagano (Orot Lebubin).
Hay, sin embargo, un elemento que está prohibido comerciar con él, aunque de seguro no comer, y estos son las carnes que estaban siendo llevadas para ofrecer en sacrificio a un templo pagano. En primera instancia uno se podría sorprender con esta salvedad que nos presenta la Mishná. Sin embargo los sabios del Talmud son precisos al indicar que esta halajá puede ser de muchos sabios pero nunca de Rabi Eleazar ya que el sostenía que de entrada (stam) todo lo que hace un goy es por Avodá Zará, con fines idolátricos. Tanto la producción del vino como la faena de los animales; por lo que si él hubiera escrito esta Mishná seguro también prohibiría que los judíos comercien con una carne que está entrando a un templo idólatra. Sin embargo, la gran mayoría de los sabios entienden que no debemos sospechar que de entrada toda faena de los no judíos será para realizar idolatría; ergo si el animal no fue ofrecido como un sacrificio su carne puede ser comprada y vendida por judíos.
¿Gemará Gemor, Zemorta Tehe? En los tiempos de la vida del gran Rabi Shimón ben Gamliel siempre que había disputa en materia de halajá la misma era, indefectiblemente, fijada según su opinión. Tanto por sus conocimientos como por su estatus dentro de la configuración política del pueblo judío. En nuestra Guemará sucede algo interesante. Se nos dice que hay una halajá que es fijada según su opinión, sin embargo, opina un anónimo en nuestro texto, los sabios discutieron con él. Y en este momento otro anónimo, del texto talmúdico, nos dice ¿Y qué cambia si los sabios discutieron o no con él ya que siempre la halajá queda según su opinión? Y aquí sale el gran maestro Abaiei y nos dice: "¿Gemará Gemor, Zemorta Tehe? ¿El estudio de la tradición, debe ser tan solo como cantar una canción?". Y Rashí aclara: "¿el estudio de la Torá debe ser para nosotros como cuando cantamos una canción que no le damos mucha importancia en su significado y que no discutimos en profundidad la letra?" Lo que tanto Abaiei como Rashí quieren decirnos es que el estudio de la Torá es radicalmente diferente a otras experiencias de nuestras vidas. Que más allá de que la halajá quede siempre como Rabi Shimón ben Gamliel debemos, en toda oportunidad, discutir su lógica y su razonamiento ya que el estudio de la Torá implica una profundidad de dedicación y de disciplina diferente a, por ejemplo, la lectura de un diario. No debemos dejar que nuestro estudio de Torá se convierta en una mera canción que uno escucha por la radio mientras uno maneja, debemos siempre prestarle una profunda atención a los textos clásicos, y consagrados, de nuestra cultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario