Si había un momento de riesgo para el judío talmúdico en su contacto con el mundo no judío, era el ir a una peluquería. Si continuamos la lógica presente en este tratado, de que la gran mayoría del mundo no judío es idólatra y que ser idólatra es, en parte, ser carente de valores morales y ser propenso al asesinato y a las violaciones, las peluquerías representaban un lugar de alto riesgo. En este sentido Rabi Meir comenta que un judío tiene prohibido ir con un peluquero no judío ya que este puede matarlo muy fácilmente. Si antes los sabios habían prohibido que un judío entre en una habitación con un idólatra por miedo a que éste lo mate cuánto más se debe prohibir a un judío ir con un peluquero que tiene una navaja en la mano y que la pasa por el cuello para rasurar. De cortar unos pelos cercanos a la yugular a degollar hay, sin exagerar, apenas unos milímetros.
Los sabios son de la opinión, sin embargo, que uno eventualmente puede ir con un peluquero no judío siempre y cuando éste le corte el cabello y/o la barba en un lugar público, a la vista de todos. Ya que si el corte de pelo se da ante la presencia de muchos es de suponer que el peluquero idólatra no matará al judío allí sentado (ya que no quiere ser juzgado por asesinato! pueden ser poco morales, según el Talmud, pero en lo absoluto tontos).
Huelga decir que hoy, las autoridades judías permiten que un judío se corte el pelo con un no judío ya que las suposiciones y las situaciones se han modificado. Y como decimos siempre, si el contexto se modifica y las suposiciones sobre el otro caen, también las halajot correspondientes deben modificarse. Tengamos en cuenta este punto cuando desde el próximo post comencemos a ver qué comidas si y qué comidas no un judío puede aceptar de un no judío.
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