Siguen
nuestras Mishnaiot y sus correspondientes Guemarot discutiendo en torno a
diferentes personas que por sus transgresiones merecen la pena máxima de Skilá.
La Torá prohíbe la magia o mejor dicho la magia negra, no así el ilusionismo.
Hoy en día llamamos muchas veces magia al ilusionismo pero en la edad antigua y
en el medio evo, tiempos donde se redactó el Talmud, la magia era duramente
criticada por ser parte de las prácticas paganas. Recordemos los
acontecimientos en torno a los jartumim, los “magos” o “hechiceros” del Faraón
de Egipto que intentaron copiar, invocando a sus dioses, las plagas que Ds
había hecho caer sobre sus tierras.
En nuestra
Mishná se nos mencionan dos clases de “magos”, o mejor dicho “brujos”. A unos
se los conoce como los Bal Ob, que la Guemará los describe como los que hablan
con los muertos y luego reproducen sus dichos y, por otro lado los Iedoni son aquellos que,
también a través de la magia, colocándose huesos en las bocas o prendiendo
inciensos, llaman a diversos espíritus (o algo similar) para poder predecir el
futuro. Tanto los unos como los otros, por incurrir en prácticas paganas
condenadas por el Talmud son penados con la lapidación y quien consulta con
estos personajes que utilizan la necromancia para predecir el futuro por
ejemplo, reciben latigazos por parte de un tribunal rabínico.
Doresh el
Hametim. El judío promedio que no se dedica a estas prácticas consideradas
paganas pero que aún así va a los cementerios a consultar algo a los muertos (al parecer era una práctica más
que común) debe ser castigado con latigazos por
las autoridades para que no vuelva a hacerlo. Al parecer los sabios se preocuparon
mucho por impedir que los vivos, “entren en contacto” con los muertos. Bien
pudieron haberlo hecho para evitar caer en el paganismo, en el esoterismo o
incluso en la locura, o bien lo hicieron para “separar” a los mundos. Una cosa
son los vivos y otra son los muertos. Y el judaísmo se ocupa de este mundo. No
son los muertos los que deben guiar nuestros pasos sino que los vivimos debemos
hacernos cargo de nuestro propio mundo.
Turnusrufus
y Shabat. Hay un personaje que se repite en muchos midrashim y es:
turnusrufus. Al parecer era un capitán del ejército romano que tenía mucho
contacto con Rabi Akiva y que siempre le hacía preguntas provocadoras. En este
caso le pregunta ¿Qué tiene de especial el día de Shabat de cualquier otro día?
A lo que Rabí Akiva le pregunta ¿Qué tiene de especial un hombre sobre otro
hombre? A lo que Turnusrufus le contesta: así lo ha decidido el Cesar (por
ejemplo que él haya sido nombrado capitán). Rabi Akiva, siempre con un humor
inteligente le dice: así ocurre con Shabat, así fue decretado por nuestro
Señor, por Ds. La diferencia de Shabat, reside entonces, en que así lo decidió
Ds.
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